1 | Municipal de Braga (Portugal)
La selección española buscará esta noche ante la portuguesa el liderato de su grupo de la Nations League y su pase a la final a cuatro del torneo en uno de los recintos más peculiares del planeta. El Municipal de Braga se incrusta (literalmente, no es un decir) en la ladera del Monte Castro, a dos kilómetros de la Praça da República, el centro neurálgico de la ciudad. El campo está anclado sobre una antigua cantera de granito, y el detalle que le confiere una apariencia singular es que no tiene asientos en los fondos, pues uno da a la urbe y el otro a las rocas de la propia montaña. En este estadio, donde ya se disputaron encuentros en la Eurocopa de 2004, juega como local el SC Braga. Su capacidad supera por poco los 30.000 espectadores.
2 | Campo del Panyee FC (Tailandia)
¿Os imagináis jugando al fútbol encima del mar? Nada es imposible. Que se lo pregunten a los jugadores del Panyee FC, un club de Koh Panyee, un pequeño pueblo pesquero flotante construido sobre pilotes que se encuentra en una bahía protegida del sur de Tailandia. Los futbolistas de este humilde equipo están acostumbrados a tener que medir los pases y sus movimientos para que la pelota no acabe cada dos por tres… en el agua. Es cierto que este curioso tapete azul no puede considerarse un estadio, pero tiene más historia de la que pueden presumir algunos terrenos de juego perfectamente profesionalizados. Está construido sobre el océano con tal de que los vecinos del pueblo puedan emular las jugadas de sus grandes ídolos. Donde no llega la tierra, sí lo hace el ingenio de las personas que quieren correr detrás de un balón.
3 | The Float Stadium (Singapur)
Este sí que puede presentarse como un estadio flotante sin que suene a exageración. Situado en Marina Bay, en el centro de la ciudad de Singapur, es capaz de reunir un total de 30.000 aficionados en sus gradas. Todos ellos están ubicados en una única tribuna, situada en tierra firme, al contrario que el terreno de juego, que se encuentra suspendido sobre la superficie marina. La plataforma sobre la que se despliega el campo, por cierto, puede soportar hasta 1.070 toneladas de peso. Fue inaugurado en agosto de 2008, con motivo de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se celebraron en el país dos años más tarde.
4 | Ottmar Hitzfeld (Suiza)
Los aficionados del FC Gspon, equipo suizo que compite en las categorías regionales del país helvético, pueden decir que animan a sus jugadores desde las gradas situadas a mayor altura de todo el continente europeo. El Ottmar Hitzfeld está situado en el corazón de los Alpes, dos mil metros por encima del nivel del mar. Su césped es artificial porque de otra forma no podría soportar las extremas temperaturas del lugar, y la única forma de llegar a él es subiendo previamente a un teleférico. No cumple las medidas necesarias para albergar encuentros de torneos profesionales, puesto que es difícil encontrar superficies planas en una zona tan montañosa, pero en las postales queda de maravilla.
5 | Gospin Dolac (Croacia)
Abierto al público desde 1984, es el hogar del humilde Imotski, de la cuarta división croata. Otro ejemplo de que cuando la pasión futbolera empuja, si es necesario se gana terreno a las rocas. En el Gospin Dolac caben solo 4.000 espectadores, pero todos ellos son unos privilegiados, puesto que no hay muchos sitios en el mundo donde puedas disfrutar de un partido de fútbol a la par que te maravillas con un paisaje natural espectacular. Aunque para que eso suceda se tuvieron que tomar ciertos riesgos en su momento: el campo está construido, directamente, en un acantilado. Un disparo demasiado desviado y el balón puede caer por un precipicio de 500 metros de altura. A ver quién es el listo que luego lo va a buscar.
6 | Mmabatho (Sudáfrica)
Si por algo llama la atención el sexto y último recinto de esta lista de rarezas arquitectónicas, es por la forma y la colocación de sus gradas, pues muchas de ellas no están ni siquiera orientadas hacia el césped. Las zonas de asientos se sobreponen las unas a las otras de un modo tan peculiar que cuesta encontrarle el sentido a la obra, más allá de la excentricidad que genera. Cuando se construyó, en el estadio de Mmabatho tenían que poder juntarse más de 60.000 personas: palabras mayores. Ocurre que con el tiempo dejó de acoger partidos de fútbol. Quizás los seguidores se cansaron de ir al campo y tener que girar todo el cuerpo para seguir lo que ocurría en el extremo opuesto a sus localidades.