PUBLICIDAD

El Langui: “En vez de llorar por mi discapacidad, el fútbol hizo que me integrara”

Juan Manuel Montilla 'El Langui' soñó con ser futbolista, pero una parálisis cerebral se lo impidió. Charlamos con él en el #Panenka71 sobre música, cine y el Atlético

Con el rodaje de Que baje Dios y lo vea me he quitado la espinita del fútbol, que es una de mis pasiones. Lo he unido al cine, un mundo en el que llevo desde 2008, así que haber hecho esta película para mí es una doble satisfacción. La película ha llegado hasta el Vaticano. Nos la pidieron y ahora estamos a la espera de saber qué le ha parecido al Papa.

***

De niño, el fútbol lo vivía como uno más. Todo el rato, fútbol. Lo que ahora son las consolas, en mis tiempos era el fútbol. Te ibas al cole con el balón, y estabas esperando al recreo para jugar las pachangas. También el fin de semana, aunque fuera con porterías improvisadas o jugando a colgarla, a penaltis, dos contra dos… Y yo, aunque tuviera mis dificultades, era tan ágil como el que más.

***

Cuando vi que mi sueño de ser futbolista no se iba a cumplir, estuve un par de años sin nada que me motivara. En aquel entonces, el rap estaba llegando a España. En el barrio, los mayores lo escuchaban en el parque. Me llamó la atención. Yo también podía rapear y comunicar con la música. Y ser otra vez uno más en el corro. El fútbol era eso, sentirse útil, así que el rap pasó a hacer la misma función cuando vi que con un lápiz y un papel podía escribir rimas.

***

Soy del Atleti pero antes era madridista a tope. Pasaba cada día por delante del Bernabéu para ir al hospital a hacer rehabilitación. Y me decía: ‘algún día jugaré ahí’. Pero cuando descubrí que no iba a ser futbolista, también empecé a ver al Madrid de otra manera. Con 13 o 14 años vi que mi filosofía era otra. Es un club en el que tienes que triunfar sí o sí, en el que solo vale ganar y ser el mejor. No me cuadraba, porque yo no era el mejor y ya no contaban conmigo. Y cuando visitaba el Calderón veía que la afición seguía animando aunque las cosas no salieran. Eso me hizo hacerme del Atleti.

***

En el Wanda Metropolitano todo es un poco más despegado. El Calderón era como vivir en una casa humilde y chiquitita en la que se han criado tus abuelos, tus padres, donde hay que compartir el comedor… Un sitio en el que todo te une, te hace tener más vínculos con el de al lado, aunque no le conozcas de nada. Todos salían de su puerta e iban andando al campo. Y ahora es un macroestadio al que tienes que llegar en coche, o en transporte público. Allí no va ni Dios andando. Es otra sensación, como irte de tu casa humilde para pasarte a una urbanización de lujo.

***

El Atleti nunca ha conseguido emocionarme tanto como el Goya. Antes de cumplir 12 años, el fútbol sí que me afectaba de forma más personal. Porque era lo que me hacía vestirme e integrarme en vez de quedarme en el sofá llorando por mi discapacidad. Mi familia lo sabía y lo utilizaba como hilo para superarme. Hoy lo vivo, pero no hasta el nivel de que me pueda emocionar. Relativizo. Si pierde el Atleti, al cabo de una hora ya estoy a mis cosas, a mi familia, a mis rodajes. Tengo una vida demasiado enriquecedora para que el fútbol me destroce y me haga llorar.

***

Me lo he pasado mejor con el Besolla [el equipo de fútbol sala del barrio] que con el Atleti. El Atleti mola, pero el Besolla son gente con la que he crecido. Y en su día [gracias a la canción y al videoclip Besolla FS (Aguantando el tirón, 2006), de La Excepción] fue el equipo de fútbol de barrio más conocido. El vídeo circuló por todos lados, salimos en el Marca… Y hay gente que me dice que su equipo se llama Besolla por nosotros.

***

Lo que más malo me pone cuando voy al fútbol -y cuando voy con mi hijo- son los insultos, el racismo, el bullying que hace gente que muchas veces tiene a sus hijos al lado, viéndolos. ¿De verdad, macho? No sabéis el daño que estáis ocasionando, sería mejor que os quedarais en vuestra casa encerrados. Del fútbol, eso es de lo que más reniego. Tienes que estar dando lecciones todo el rato a tu hijo, porque los niños son como esponjas. Enseñarle a no buscar la ofensa más gratuita o la que más daño le va a hacer a ese árbitro. Cuando vas al campo, tienes que estar al mismo tiempo educando a tu hijo.


Esta entrevista está extraída del #Panenka71. Puedes conseguirlo aquí.