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Dani Martín: “Amo al Atleti con toda mi alma”

"En el Atleti soy feliz. Es mi lugar en el mundo. Es mi manera de ser. Es mi forma de entender la vida", asiente el cantante madrileño, colchonero desde la infancia

En esencia, el fútbol es, según dice, una excusa para regresar a la infancia, a aquellos años locos, como cantaba con El Canto del Loco. La banda marcó a toda una generación durante la primera década de este milenio, y en octubre del año pasado Dani Martín (San Sebastián de los Reyes, Madrid, 1977), incluso más colchonero que futbolero, celebró los diez años de carrera en solitario con su cuarto trabajo: Lo que me dé la gana, en el que brilla Capitán, una carta de amor a su padre, a su admirado Paulo Futre y al Atleti, “mi lugar en el mundo”.

¿Recuerdas tu primera camiseta de fútbol?

Mi primera camiseta de fútbol ya fue del Atlético de Madrid. De Pedraza, con el número ‘7’. Me la regaló mi tía Tita, mi madrina, y es uno de los primeros recuerdos futbolísticos de mi vida, junto con el Mundial del 29182. De hecho, mis primos y mi madrina son los que me llevaron al Calderón por primera vez. Luego ya empecé a ir con mi padre, y soy socio desde los once años. El fútbol es, en definitiva, una excusa perfecta para encontrarnos los dos y para estar juntos cada domingo, todo el día. Para estar y sentirme cerca de él. Nos encanta a los dos, y creo que en gran parte es precisamente por eso. A mi padre el fútbol le da la vida, y cuando vamos al campo me encanta escucharle mientras me cuenta todo lo que pasa, como si yo no lo viera. Es el momento en el que mi padre y yo más congeniamos. Recuerdo que ese Schalke-Borussia que supuso el regreso del fútbol tras el confinamiento lo vimos juntos y parecía que nos acababan de regalar 200 millones de euros. Estábamos maravillados por poder volver a disfrutar juntos de este deporte.

El fútbol, al igual que la música, y que el propio El Canto del Loco, por ejemplo, es, en definitiva, un excusa para volver a la infancia, para reencontrarnos con el Peter Pan que algún día fuimos.

Soy una persona muy nostálgica, y el fútbol me lleva a muchos momentos de mi vida, de mi infancia. A mi padre. A la plaza en la que jugábamos al fútbol con mis amigos y en la que nos destrozábamos rodillas y chándales. El fútbol es libertad. Es una sensación de libertad increíble. Y con 43 años sigo sintiendo la misma libertad cuando voy al campo y cuando voy a jugar cada sábado, en una liga con amigos en Madrid en la que hay exjugadores como Kiko Narváez, Tote o Julián, que jugó en el Interviú y fue campeón del mundo de futbol sala con la selección española. Es sagrado para mí: los sábados por la mañana, fútbol. El fútbol, en definitiva, es la emoción y los nervios que sientes el viernes por la noche al recibir un mensaje que te dice que el día siguiente tienes que estar en el campo a las 10 de la mañana. El fútbol te hace sentir bien, te hace disfrutar. Te libera.

Parafraseando Aquellos años locos, ¿a qué ídolos imitabas tú en el salón?

Mi ídolo era Paulo Futre, y he tenido la suerte de conocerle, de cenar con él y de jugar con él al fútbol. He jugado con él al fútbol, y me la ha pasado más de una vez. Lo que me hacía sentir a mí ese hombre cuando yo era pequeño era increíble. Inexplicable con palabras. El Atleti llevaba toda la vida sufriendo, y de repente llegó aquel tío y le metió cuatro goles al Madrid en una noche de lluvia en el Bernabéu. Me acuerdo perfectamente. Y luego, en el 92, ganamos la final de la Copa del Rey en el Bernabéu. Estábamos ahí con mi padre, y ganamos con goles de Schuster y Futre.

La narración de ese gol de Futre, de hecho, sale al final de Capitán. Cogí exactamente lo que decía el comentarista, y narré yo el gol. La he hecho yo, que aún recuerdo que de pequeño llevaba el pelo largo y siempre pedía el ’10’ para ser como él. Estaba allí. Vi los dos goles, y fue increíble. Fue increíble. Ese hombre vino a traer esperanza, sobre todo para los chavales que nunca habíamos visto a un líder de aquellas características. En su momento quizás estuvieron el ‘Ratón’ Ayala, Luis Aragonés y tantos otros, pero yo no había visto nunca a un tipo con ese carisma. Con esa manera de agarrar el balón. Con esa velocidad. Era mi ídolo. Paulo Futre era mi puto ídolo.

En tu lista de ídolos está, también, Fernando Torres, que incluso llegó a protagonizar el videoclip de Ya nada volverá a ser como antes.

Con Fernando tenemos una amistad de hace ya casi 20 años, y tengo muchos adjetivos, todos buenos, para hablar de él. En sus inicios en el primer equipo del Atleti era la única esperanza del Calderón. El Atleti necesitaba elegir a uno para echarle todo el peso, todas las urgencias históricas, encima, y eso es muy peligroso, pero él lo supo hacer muy bien, y lo que hizo en el Liverpool y la selección española es increíble. Se ha ido de su Atleti con la espinita de no haber ganado la Champions con el equipo de su vida, que se lo merecía como el que más, pero tiene otras cosas mucho más importantes que una Champions: la humildad, la honestidad, la integridad y el orgullo de haber sido siempre un luchador. Una gran persona. Un señor, y un caballero como la copa del pino, y un chaval increíble.

 

“El ser humano se agarra a aquellas cosas con las que empatiza desde muy pequeño, y a mi, de pequeño, me llevaron a aquel sitio, a aquel santuario, y decidí que quería ser siempre del Atleti”

 

¿De dónde nace tu pasión por el Atleti?

El ser humano se agarra a las cosas con las que empatiza desde muy pequeño, y a mí, de niño, me llevaron a aquel sitio, a aquel santuario, y decidí que quería ser siempre de ese equipo. En el sitio en el que yo vivía y en el autobús de mi colegio todo el mundo era del Madrid, y cada lunes cuando me subía a aquel bus todos me vacilaban porque no ganábamos ni un partido en aquella época. Pero yo no era, ni soy, del Atleti por las victorias, por las copas o por nada de eso. Para mí el Atleti es otra cosa.

“Ahora que ganamos no podemos permitirnos olvidar que perdimos. Mucho y hace poco. Que caímos a profundidades insospechadas y tan solo acudieron al rescate un niño pecoso y un viejo cascarrabias. Debemos recordar que la victoria es el broche del sentimiento de pertenencia, pero jamás su esencia”, escribió Iñako Díaz-Guerra hace dos años.

Es que es exactamente así. La esencia del Atleti no está ni en las victorias ni en las derrotas. Está en su identidad. Es un club único. Es el sitio en el que más emociones he visto en mi vida. Es un lugar en el que la gente se deja el alma cantando y apoyando al equipo, esté en la categoría que esté. Yo era, y soy y seré, del Atleti porque me hacía, y me hace y me hará, sentir algo muy especial. Porque me hace sentir muchas cosas. Porque el Atleti significa, representa, unos valores. Porque los domingos podía estar con mi padre todo el día. Porque esa afición y esa manera de sentir me hacía sentir especial, uno más. El Atleti es mi lugar en el mundo, desde pequeñito. En el Atleti soy feliz. Me siento realizado. Ahí me siento parte de un lugar, de un sentimiento. Es mi manera de ser. Es mi forma de entender la vida. Me da igual que llegue x y que se vaya y.

Han llegado muchos triunfos, e incluso títulos, de la mano del ‘Cholo’, pero, aunque calienten el corazón, no se es del Atleti por las victorias. ¿Por qué somos del Atleti?

Porque lo quiero. Lo quiero con toda mi alma. Es algo increíble. Quizás es también algo un poco inexplicable. Pero lo quiero. Recuerdo esos días en los que aparcábamos el coche y nos íbamos aproximando al Calderón. Y cómo se me aceleraba el corazón, el pulso. Es algo que mucha gente no entenderá, pero yo, como tantos otros, amo al Atleti.

“Que si pierde se levanta, se limpia, se arma de valor”, cantas en Capitán, sobre el Atleti, fiel reflejo de muchas personas.

Es más de la vida real. El Atleti es más de la vida real. Al final, a lo largo de la vida estoy seguro de que somos mucho más Juanfran fallando ese penalti decisivo en Milán que Messi o Cristiano. Esto es el Atleti: pasión, coraje, compromiso, humildad, entrega. Morir en el césped. Levantarse tras cada caída. Después de cada derrota. Y la temporada pasada contra el Leipzig, en los cuartos de final de la Copa de Europa, por ejemplo, no tuve esa sensación. No sentí que ese equipo fuera el Atleti. No sé qué pasó, pero no lo sentí. Ante el Leipzig el Atleti fue El Canto del Loco en los últimos conciertos. A veces se pierden la ilusión y las ganas. Y estas cosas pasan porque somos humanos.

 

“La esencia del Atleti no está ni en las victorias ni en las derrotas. Está en su identidad. Es más de la vida real. Al final, a lo largo de la vida estoy seguro de que somos más Juanfran fallando ese penalti decisivo en Milán que Messi o Cristiano”

 

El fútbol y las derrotas son una herramienta con un potencial increíble para unir a la gente.

Para unir a padres e hijos y para unirte con los ochos desconocidos que están sentados a tu alrededor. A los que solo conoces de esos 90 minutos. Se reparten bocadillos y pipas y disfrutamos juntos y cantamos juntos y, joder, es que es una cosa tan, tan, bonita el fútbol. Es increíble. Ese es el lado que me gusta del fútbol: el romántico, el poético, y no el de la gente que se grita e insulta y demás. Recuerdo la final que perdimos en Lisboa, que la viví en directo junto con la que era mi chica entonces y con mi padre a tan solo unos asientos. Recuerdo cómo nos abrazamos y sonreímos todos cuando marcó Godín, y cómo acabamos todos llorando juntos, jodidos, destrozados.

¿Cómo has vivido la transformación del Atleti en ese equipo candidato a todo que es hoy?

Hemos vivido unos años muy bonitos desde la llegada del ‘Cholo’. Hemos vivido una transformación preciosa, y tenemos mucho que agradecerle a Diego Pablo Simeone. Hemos logrado cosas que antes parecían inalcanzables, y tuvimos una época en la que jugábamos un fútbol increíble. Luego, por circunstancias de la vida que no sabemos, aunque aquí todo el mundo es entrenador de fútbol y todo el mundo sabe muchísimo, hemos empezado a jugar a un fútbol que a mí no me termina de gustar. Entras al Wanda con la sensación de que ya sabes cómo va acabar la película, y a veces te vas del campo con la sensación de que ese partido ya lo has visto 200 veces. El que manda, el que decide quién juega, quién no juega y cómo se juega, es Simeone, pero pienso que hemos pasado a hacer un fútbol muy poco constructivo. Un fútbol que parte muy poco de generar fútbol, y muchas, demasiadas, veces somos un equipo demasiado defensivo. Demasiado enrocado. Un equipo que mete un gol y se echa atrás. A pesar de artistas en el equipo. Tienes a João Félix que si lo pones arriba y no tiene que venir atrás a buscarse la pelota genera mucho peligro, y tienes a un montón de jugadores que están desempeñando una labor de obreros en lugar de ejercer como los artistas que son. Esa táctica ya se la sabe el contrario y hay cosas que no comprendo, como que Lemar no pueda tener la continuidad para poder intentar demostrar el jugador que es y el jugador que compramos, pero desde fuera sabemos lo que sabemos. Y debemos estarle muy agradecidos al ‘Cholo’. Ha hecho lo imposible ahí. A él le gustaría tener a Lacazette. Y quizás le faltaría un arquitecto de puta madre en el centro del campo y un enganche con la delantera y alguna otra pieza. Pero tiene lo que tiene, que no es poco porque tenemos un porterazo, una buena defensa y grandes futbolistas y desde este año tenemos, también, a Luis Suárez, que es un jugador que me encanta y que hace mucho tiempo que no teníamos un jugador así, un killer del área así, y con eso compite y lucha por hacerlo lo mejor posible, por seguir adelante y por seguir compitiendo de tú a tú contra gigantes.

¿Y cómo has vivido la despedida del Calderón?

No soy un persona que tenga un gran amor por los edificios. Pero el Calderón era un lugar mágico. Ahí he visto a Futre. Ahí he visto a Torres. Ahí he visto y vivido cosas preciosas, preciosas. Y además he tocado ahí con El Canto del Loco. Y llenamos el estadio. Mi estadio. Y ahí he visto a Bruce Springsteen, a Paul McCartney, a los Rolling. Es un lugar mítico. Un lugar con ángel. Solo es un edificio, pero por todo lo que significó, por todo lo que vivimos muchos en él, va a estar siempre en nuestras retinas. En nuestros corazones. Yo prefiero ir al Metropolitano, porque me parece un campo mejor. Increíble. Más cómodo. Más bonito. Y creo que en la vida hay que ir avanzando. Y que no podemos estar escuchando todo el día las cintas de los 60. Hay que ponerlas de vez en cuando, pero es increíble cómo suena un disco de Bruce Springsteen o de Green Day gravado y mezclado ahora.

Sobre la música y el fútbol, ¿qué crees que comparten ambos mundos?

Siempre he pensado que muchos delanteros se parecen a estrellas de rock. Como Johan Cruyff o el propio Futre. Son gente que genera ese tipo de emociones en los demás. Pero creo que meter un gol en una final de la Copa del Mundo o en una final de la Copa de Europa es algo que ninguna estrella de rock va a vivir nunca en la vida. Ni aunque llenes Wembley. Creo que debe ser una de las sensaciones más increíbles que puede vivir un ser humano. Tiene que ser increíble. Imagínatelo. Yo lo he soñado muchas veces. Muchísimas. Imagínate poder jugar una final de la Champions con el equipo de tu corazón, contra tu gran rival, y marcar el gol de la victoria en el minuto 92. Meter un chicharral, y decir: ‘Aquí estoy yo, aquí estoy yo para siempre’. Tiene que ser increíble. Tiene que ser increíble. Imagínatelo. Imagínatelo.

 


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