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Álex Gallar: “Batallaremos hasta el final”

“Daremos la cara hasta el último partido. No dejaremos de creer en nosotros”, enfatiza el ‘11’ del Huesca antes de insistir en la necesidad de disfrutar del viaje

“¿Quién gritará nuestro nombre cuando estemos muertos?

En el camino que junta la tierra y el cielo voy a 200.

Exprimo cada segundo.

 

Salimos del barrio.

No te confundas, sé de dónde vengo.

Sé lo que cuesta ganarse los euros.

 

Disfruto los momentos felices en honor a los tiempos difíciles.

Orgulloso de mis cicatrices, de todas las veces que tropecé.

Porque me hizo ser yo lo que hice.

Aprendí y avancé, ahora que me analicen.

Preparado para ganar y perder”

 

***

 

Álex Gallar (Sabadell, Barcelona; 19.03.1992) podría haber escrito Cicatrices, de Natos y Waor. Ambicioso e inconformista por naturaleza, vive el hecho de estar en Primera como si fuera un tesoro. Como “un regalo”. Pero como un regalo que se ha hecho a sí mismo. Por eso intenta aprovecharlo al máximo, disfrutar cada partido como si fuera el último; sabedor de que, después de tanto pelear, el capítulo que le está tocando vivir es “espectacular”. Obligado a pisar el barro, a bajar a los infiernos del balompié, el delantero del Huesca, el que fue el fichaje más caro de la historia del club (400.000 euros), jamás renunció a perseguir su sueño. El destino y el balón le hicieron caminar por el sendero más largo para conquistar la élite, pero Gallar, siempre unido a su imperturbable e inmarcesible sonrisa, continúa disfrutando de aquel deporte que descubrió de niño: Mi hermano era el segundo entrenador del prebenjamín del equipo del barrio, el Joan XXIII (Terrassa), y me dijo que fuera a jugar con ellos. Hice de portero hasta que un día el Olímpic Can Fatjó me metió 12. ‘Nunca más’, dije. Como estaba un poco regordete, después me pusieron de central. Pasé por la escuela del Barça, el Mercantil y el Espanyol, evolucionando desde la defensa hasta el ataque”. Hasta convertirse en un extremo eléctrico e incombustible, anárquico e irreverente, tan vertical como antinatural en unos tiempos en los que el regate parece ir cediendo lentamente ante la gris dictadura de lo físico.

“He llegado hasta aquí siendo así. Este es el fútbol que me ha hecho triunfar”, insiste en reivindicar el atacante catalán, un obrero del balompié, un abanderado del fútbol modesto, que, a base de trabajar de forma constante e incansable, ha ido escalando poco a poco, con toda la humildad del mundo, hasta alcanzar la máxima categoría de nuestro fútbol. Su tono irradia una irrefrenable pasión, la que siente alguien que de tanto pelear ha perdido el miedo a fantasear a lo grande. “Es que no lo sabes nunca. El fútbol es cambio. Es que es todo tan difícil. Tan difícil…”, repite Gallar, insinuando que si ha conseguido llegar a Primera cuando muchos lo daban por imposible no puede rendirse ahora. “Orgulloso de representar al Huesca en Primera División”, el ’11’ azulgrana rechaza bajar los brazos, enarbolar la bandera blanca antes de tiempo. Opta por rebelarse contra la lógica. Contra la historia. Contra la sensación de que el sueño se va esfumando lentamente.

 

“Ver tu cromo es algo brutal. Es algo precioso que te hace revivir los recuerdos de la infancia”

 

¿Cómo es eso de poder jugar contigo mismo en el FIFA?

Para todos aquellos a los que nos ha costado tanto, vernos allí es como un reconocimiento más. Como un premio más. Seguramente no nos cogerán nunca, pero ahí estamos. Ahí estamos. Es bonito, es otra de las cosas que te hacen sentir parte de este mundo.

¿Y qué se siente al ver a gente con tu nombre en la espalda?

Lo más chulo es cuando no te lo esperas. Un día iba paseando por Barcelona y en una de esas típicas tiendas vi que vendían la de Gonzalo Melero y la mía. Te lo juro. Leo Messi, Cristiano Ronaldo, Marco Reus, Neymar, no sé quién más… Y, de repente, Álex Gallar y Melero. Aquello sí que no me lo esperaba. [Ríe].

“Toda la vida coleccionando los cromos de La Liga y ahora voy y me encuentro con un tipo del Huesca que me resulta algo familiar. ¿Os suena su cara? ¡Qué ilusión!”, reconocías antes de arrancar la temporada. El 90% de los futbolistas de Primera División quizás no deben darle demasiado valor, pero la satisfacción de ver tu cromo debe ser difícil de describir con palabras…

Lo ves aquí, lo coges, y dices: ‘Pero si es que no es más que un trozo de papel tintado al que le han puesto un poco de cola para pegarlo’. Pero lo que significa para ti es brutal. Es algo precioso que te hace revivir los recuerdos de la infancia. La ilusión que te hace ir hasta el quiosco para comprar un sobre siempre está ahí, aunque creo que incluso me hace más ahora que cuando era un niño. Porque, además, después te vienen los niños pidiendo que se lo firmes. ‘A Álex Gallar lo tengo repetido como 25 veces’. O justo al contrario: la ilusión que puede hacerte el saber que tan solo les falta tu cromo para completar la colección.

Abrir un sobre y encontrar tu cromo. ¿Cómo de bonita es esa sensación?

[Ríe] Pues la verdad es que a mí todavía no me ha tocado mi cromo. Siempre le sale a mi novia. Siempre, siempre. Compramos diez sobres, nos los repartimos, cinco y cinco, y siempre le sale a ella.

Antes de entrar en el presente, ¿qué es el fútbol para ti?

Para mí no es un trabajo, es una pasión. Creo que no podría haber jugado al fútbol si no hubiera sentido el amor que siento por este mundo. Me gusta ver todos los partidos, todos los resúmenes. Me gusta. Me encanta. No me imagino un día a día sin el fútbol. Creo que no he pasado nunca un día sin pensar en él. El fútbol siempre ha sido mi pasión. Y cuando lo vives de esta forma, llegar a la élite es lo más bonito que existe. Y sé que con cuanta más pasión lo viva mejor me irán las cosas. A mí, por ejemplo, me está tocando participar bastante menos desde que me rompí el dedo, pero es que se lo decía a Enric Gallego [con quien coincidió hace unos años en el Cornellà, en Segunda B] cuando llegó aquí: ‘Te acaba de cambiar la vida’.

Álex Gallar, el primero de la fila de abajo, y Enric Gallego, el segundo de la de arriba, coincidieron en el Cornellà, de la Segunda División B (14-15).

Hace seis temporadas jugabas en Tercera División. Hace poco menos de dos te disponías a disputar el play-off de ascenso a Segunda con la Cultural Leonesa. Jamás habías saboreado la élite hasta esta curso, ya con 26 primaveras. ¿Hay alguna cosa tu día a día que no haya cambiado en estos últimos años?

La verdad es que muy poca cosa. Porque continúo siendo el mismo Álex Gallar de siempre. Soy un jugador que siempre ha tenido su ego e incluso puedo llegar a ser egoísta en algunas ocasiones, pero pienso que si no lo hubiera sido no hubiera llegado hasta aquí. Creo que lo único que no ha cambiado en estos últimos cinco años hemos sido yo y mi entorno, todo aquello que me rodea. El contexto sí que ha cambiado, muchísimo. Antes a mis amigos y a mis familiares les dejaba entradas para ver partidos contra el Europa y ahora se las dejo para verme jugar en el Wanda o en el Camp Nou. Pero sigo dejándoselas a los mismos.

Siempre he intentado vivir el fútbol al 100%. Siempre he intentado ser profesional, cuidarme al máximo; tanto cuando estaba en Tercera División como ahora, en Primera. En Tercera tuve que escuchar miles de veces que era un flipado, que no iba a llegar nunca. También recuerdo que cuando estaba en la Cultural Leonesa, en Segunda B, jugamos una eliminatoria de Copa del Rey contra el Real Madrid. ‘Tú imagínate que los eliminamos. O jugar un día contra ellos en Primera División’, decía yo. ‘Bah, olvídate. Ninguno de nosotros va a llegar nunca a Primera’, respondían algunos compañeros. Ahora te encuentras con algunas personas con las que habías compartido vestuario y ya no eres un flipado. Ahora eres un privilegiado. Yo continúo haciendo las mismas cosas que hacía antes, como no salir el viernes cuando juego el domingo, pero ahora ellos, que antes no entendían por qué actuaba de esta manera, quieren verme en la televisión. Yo lo he vivido siempre con esta pasión, con esta profesionalidad. Y creo que esto es justo lo que me ha llevado hasta aquí. Y ahora que estoy en Primera pienso que todavía puedo dar un poco más, que aún puedo ir un poco más allá. No quiero pensar que podría haber llegado más lejos cuando acabe todo. Quiero continuar en Primera División y sé que, para lograrlo, mi rendimiento tiene que mejorar. Quiero exprimirme para superarme, para llegar lo más lejos posible. ¿Hasta dónde? No lo sé. Ya lo veré cuando me retire.

 

“Continúo siendo el mismo de siempre. Antes dejaba entradas para ver partidos contra el Europa y ahora las dejo para verme jugar en el Wanda o en el Camp Nou. Pero sigo dejándoselas a los mismos”

 

Con lo que te ha costado conquistar la élite, uno debe sentirse prácticamente obligado a hacer todo lo que esté en sus manos para que el sueño no sea efímero.

Es que me he sentido tan cómodo dentro del campo, he hecho tan buenos partidos en Primera División en esta primera vuelta, que pienso que puedo llegar a jugar muchos partidos aquí. No quiero quedarme con las ganas. Sobre todo porque creo que he dado el nivel. Si no lo hubiera hecho diría: ‘Vale, ya está. Hasta aquí. Quizás dentro de tres o cuatro años vuelvo a tener una oportunidad’. Pero no. Estoy preparado para más.

Y eso que no lo has tenido nada fácil. 

‘Es que estabas en el Huesca en el momento indicado’, me han dicho muchas veces. Sí, pero subimos con la Cultural Leonesa a Segunda División, que yo había sido el Cappocannoniere [23 goles y 17 asistencias], y yo decidí venir a una ciudad a la que algunos no hubieran venido. Me lo he tenido que currar muchísimo. Jamás he tenido un padrino, un entrenador que me haya llevado con él. He sufrido impagos. He estado en equipos en los que no me han salido las cosas. Pero siempre he creído en que lo acabaría consiguiendo, en que acabaría llegando a la élite. Me ha costado más o menos, depende de cómo te lo mires, pero siempre he creído en mí. Y me lo he ganado. Mi voluntad, mi cabeza, siempre ha sido más fuerte que todas las adversidades que se me han ido presentando por el camino. No sé lo que me deparará el futuro, pero trabajo para continuar siempre, siempre, en Primera. Yo había llegado a levantarme domingos a las cinco de la mañana para ir a jugar contra el Ascó o la Rapitenca. Y ahora jugamos en Sevilla un domingo a las nueve de la noche y viajamos el sábado para no cansarnos. El presente es un momento para disfrutar, para gozar del viaje. Es cierto que cuando vas último cuesta hacerlo, pero tienes que disfrutarlo. Tienes que disfrutarlo porque si lo haces las cosas te saldrán mejor.

 

“Siempre he creído en mí, siempre he creído en que lo acabaría consiguiendo, en que acabaría llegando a la élite. El presente es un momento para disfrutar, para gozar del viaje”

 

Se te ve feliz. Disfrutando al máximo del viaje, como dices.

Disfruto. Disfruto muchísimo, sobre todo porque sé que los que me rodean, mi familia, mi pareja, mis amigos, también lo hacen. Y no me arrepiento de las decisiones que he tomado a lo largo de mi carrera. Me gusta estar donde estoy. Saber quién soy. Ahora quizás está siendo más complicado porque me está tocando participar menos, pero, como decía, lo más importante es gozar del viaje. No solo de los partidos, que tan solo son 90 minutos, sino de lo que comporta estar de lunes a sábado preparando un encuentro. Quizás el escenario no es el mejor, porque no tenemos una ciudad deportiva ni las facilidades que pueden tener los otros equipos porque somos un club atípico en Primera, pero tenemos que disfrutar del viaje.

¿Cómo ves la situación del equipo?

La permanencia todavía es posible. Quedan un montón de partidos. Tenemos que afinar unas cuantas cosas e intentar ser más competitivos, pero creo que las cosas se están haciendo bien. A veces no somos conscientes de que hemos estado a punto de ganar o empatar muchos partidos. Es evidente que tenemos que tocar algunas cosas, pero hemos recortado puntos. Todavía tenemos opciones, y batallaremos hasta el último partido. No regalaremos ningún punto. Mientras las matemáticas digan que es posible, nosotros creeremos en la salvación. Competiremos. Perderemos o ganaremos, no lo sabemos. Pero competiremos.

Sin reblar, como se dice en Huesca.

Sí. Tenemos que ser ambiciosos. Lo mejor que tiene este equipo es que ninguno de nosotros nos vemos ya descendidos. Ningún compañero piensa que ya estamos en Segunda División. Esto es lo que nos hace fuertes. Todos tenemos que creer en la fuerza del grupo. Hay tres equipos que descenderán, e intentaremos no ser uno de ellos, pero, sobre todo, trataremos de dar la cara de aquí hasta el final. No dejaremos de creer en nosotros, por negro que parezca nuestro futuro. Cosas peores se han visto en el mundo del fútbol. 

¿Que qué significaría bajar para nosotros? No sería una debacle, pero sí que sería una decepción. Porque lo hemos intentado. A todo el mundo le encanta estar en Primera División, pero también debemos ser realistas, ser conscientes de contra quien competimos. Y de lo que haces para mantenerte aquí, porque lo cierto es que no hemos dado el nivel en muchas jornadas y por eso ahora estamos donde estamos. Pero no debemos afrontarlo con la presión del descenso o con la responsabilidad de no bajar porque es la primera temporada del Huesca en Primera, sino más en positivo: con la ambición, con las ganas, de no bajar. O sea, claro que no queremos bajar, claro que no queremos dejarlo escapar. Por todo el mundo, pero también por ti mismo. Porque el jugador siempre quiere estar en Primera División. Porque para nosotros es muy bonito. Egoístamente, como futbolista, yo no quiero bajar a Segunda. Para los 20 que estamos en el vestuario, la manera más fácil de seguir en Primera es que el Huesca se salve, así que tenemos que luchar hasta el final.

 

“Competiremos. Perderemos o ganaremos, no lo sabemos. Pero competiremos. Y no regalaremos ningún punto. Daremos la cara hasta el último final. No dejaremos de creer en nosotros”

 

Parece que, a pesar de la situación, la afición continúa ahí, remando a vuestro lado.

Siempre han sido muy respetuosos con nosotros, tanto el año pasado como ahora que las cosas no están saliendo tan bien. La gente siempre nos ha tratado muy bien. Y así seguirá siendo pase lo que pase, creo. Los quiero muchísimo porque la verdad es que me he adaptado perfectamente a esta ciudad, pero yo, supongo que porque mi carácter a veces no me permite ver más allá, a veces incluso me cabreo. ‘No pasa nada, no pasa nada. Esto es Primera, chicos. ¿Qué queríamos?’. ‘Ganar. Yo quiero ganar’. Y me cabreo. Y a veces estoy harto de que no pase nada. Hostia, pierdes contra no sé quién por 3-0 y sí que pasa. Pierdes 1-0 contra el Athletic siendo claramente superior y sí que pasa. ‘No pasa nada. Ya sabíamos que es muy difícil, que son muy buenos’. Claro que lo son, pero si nosotros también estamos en Primera División será por algo.

Acabe como acabe el curso, siempre serás el autor del gol del ascenso del Huesca a Primera División, de los dos primeros tantos de la historia del club en la máxima categoría del balompié nacional.

Sí… Y no sé con cual me quedaría porque los tres significaron mucho tanto para mí como para la historia del Huesca. Cuando marqué los dos goles contra el Eibar pensé en cómo debían estar en aquel momento mi madre, mi padre, mi pareja. ‘Cómo lo habrán disfrutado’, pensé. Me acuerdo de que mis primos estaban de viaje, que se pensaban que el partido era a las siete de la tarde y no a las seis y media. Pusieron la radio y… ‘El Huesca gana 0-2, con doblete de Gallar’. Se me continúa poniendo la piel de gallina cuando me lo imagino. Aquellos dos goles siempre estarán ahí, siempre los recordaré. Pase lo que pase.

“En días como hoy cuesta no mirar hacia atrás y emocionarse”, reconociste después de aquel partido.

Es que es así. Cuesta. Cuesta mucho. Muchísimo. Porque es tan, tan, tan difícil llegar. Hostia, es que cuesta tanto estar aquí. Es que cuesta tanto todo lo que tienes que pasar por llegar hasta aquí…

También marcaste en el Camp Nou. ¿Qué sentiste en aquel momento?

Te pasas la vida pensando en cómo lo celebrarías –’si marcara en el Camp Nou, lo haría de esta manera: tal, tal, tal’–, pero de repente sucede y es todo tan rápido que casi ni lo valoras. No lo disfrutas hasta que te dices: ‘Espera, espera, que yo he marcado en el Camp Nou eh. Hay pocos futbolistas que puedan decir esto. Y si conseguí marcar un gol en el Camp Nou, ¿por qué no podemos creer en lograr la permanencia?’.