Cuando el entrenador de Ucrania Mykhaylo Fomenko anunció su primera convocatoria preliminar para la Eurocopa de 2016 en mayo, se encontró con la mayor parte de la atención dirigida a un asunto bien diferente. Los periodistas presentes en la rueda de prensa vieron cómo el presidente de la Federación de Fútbol de Ucrania (FFU) Andrey Pavelko llevó a los jugadores clave Andriy Yarmolenko y Taras Stepanenko delante de ellos como si fueran a hacer un anuncio. Efectivamente, Yarmolenko admitió solemnemente que había cometido un gran error, reconoció su culpabilidad y le dio la mano a Stepanenko, antes de que ambos jugadores se dieran la mano con Pavelko. Los periodistas aplaudieron; el asunto estaba cerrado, pero ¿qué había creado este espectáculo?
Unas semanas antes, el 1 de mayo, el jugador del Shakhtar Donetsk Taras Stepanenko recibió al Dinamo Kiev de Yarmolenko en Leópolis. Es el partido más importante de Ucrania, aunque Dynamo ya había ganado el título por entonces. El Shakhtar, preocupado por su próximo partido de vuelta de las semifinales de Europa League contra el Sevilla, dispuso de lo que era esencialmente un equipo reserva, pero aun así venció 3-0 a los campeones. Después de que Eduardo marcara el tercer gol del Shakhtar, Stepanenko corrió hacia la grada y besó el escudo del Shakhtar frente a los aficionados visitantes.
La reacción fue instantánea. El primero en dar un golpe fue Domagoj Vida, defensor croata del Dinamo Kiev, seguido de Sergey Rybalka, otro miembro del combinado ucraniano. Entonces, de manera crítica, Yarmolenko pateó a Stepanenko a través de las piernas.
Una pelea masiva estalló y de repente fue como si toda la escuadra nacional, la mayor parte de la cual pertenece a ambos equipos, se hubiera vuelto una contra otra. El jugador del Shakhtar Oleksandr Kucher, que debería ser titular junto a Yarmolenko y Stepanenko en Francia, fue el siguiente en reaccionar, golpeando a Yarmolenko en la cara. Los resultados fueron inevitables: sendas rojas directas para Yarmolenko y Kucher, así como una segunda amarilla para Stepanenko. El escándalo tuvo repercusión en todo el país y se exacerbó cuando los jugadores ofrecieron entrevistas claramente hostiles tras el partido.
También se planteó una razón para la expulsión de Stepanenko: su familia y él visitaron Crimea en 2015, anexionada a Rusia, y él no lo ocultó, manifestando que es otra parte de Ucrania
El gran gesto de buena voluntad y la unidad posterior fue, entonces, recibido entre suspiros de alivio a pesar de haber un momento en el que pudo haber parecido imposible. También se produjo un incidente a principios de temporada, cuando el Shakhtar ganó en Kiev, una vez más por un marcador de 3-0. Los jugadores intercambiaron sus camisetas tras el partido y Yarmolenko, cuando fue a saludar a los hinchas locales, lanzó la camiseta de Stepanenko al césped y la dejó allí. Las cámaras de televisión capturaron el gesto como una falta de respeto, pero no fueron más allá ya que los jugadores rápidamente se pusieron de acuerdo para no darle importancia y tratarlo como un malentendido.
Ese no fue el caso tras el partido de mayo. Mientras Yarmolenko se quedó callado, Stepanenko no dejó ninguna ilusión en cuanto a su interpretación. “Leópolis está considerada actualmente como nuestra casa y yo sólo mostraba la felicidad de mi equipo”, dijo. “No hubo señales, no hubo malas palabras. Entonces corrí con calma hacia mi portería y golpeó una, dos y tres veces”.
“No lo vi, pero me dijeron que fue Yarmolenko. Le contaré a todo el país que mi amistad con él ha terminado después de este incidente. Perdoné el episodio con la camiseta, pero este fue intencionado. Si hubiera sido mi pierna de apoyo, sencillamente me podría haber roto la rótula”. Afortunadamente, Pavelko logró lo que muchos habían considerado imposible en la negociación de la reconciliación, tal vez con un poco de ayuda de los miembros del cuerpo técnico y algún otro jugador, como el capitán Ruslan Rotan, conocido en particular por ser un maestro pacificador.
La reputación futbolística de Yarmolenko le avala. Es un goleador prolífico y se ha rumoreado que se trasladará a la Premier League – ya sea al Everton, con quien ha estado ligado fuertemente, o a otro equipo – durante los últimos dos años. Pero Stepanenko es, quizá, menos conocido fuera de Ucrania, incluso pese a haber provocado admiración en el fútbol inglés hace años. Stepanenko nació cerca de Donetsk, pero recibió su educación futbolística en las cercanías de Zaporizhia. Se formó en un club local, el Torpedo, antes de unirse al primer equipo del Metalurg, que desapareció en 2015.
En ese momento, sin embargo, Stepanenko ya se había marchado de allí. Se unió a Shakhtar, que había seguido sus evoluciones durante varios años, en 2010 y llevó su talento al Donbass Arena. Siendo un niño practicó la modalidad de combate cuerpo a cuerpo, aportando a veces estas cualidades al campo de fútbol, lo que le suele costar un buen número de tarjetas amarillas y rojas, que es la principal debilidad de este gran jugador.
“Estaba un poco nervioso”, recuerda el día en que, con sólo 20 años, se unió a Shakhtar. “Una gran cantidad de jugadores jóvenes que vienen al Shakhtar no triunfan, y no me gustaría repetir su destino”. Ahora no tiene por qué preocuparse. El progreso de Stepanenko con el Shakhtar ha sido meteórico, sentando en el banquillo a jugadores como Mariusz Lewandowski, Tomas Hubschmann e Igor Duljaj. Exactamente lo mismo ha ocurrido en el equipo nacional, con el veterano Anatoliy Tymoshchuk miembro de la vieja guardia que ha dejado paso a Stepanenko entre las sombras.
“La persona que quiere conseguir algo alcanza su meta gradualmente”, dice Stepanenko. “La buena suerte no cae de los cielos en nuestras cabezas”. Poco antes de la Eurocopa 2016, un miembro del Consejo Supremo de Ucrania propuso que los miembros del equipo nacional que faltaran al patriotismo deberían ser expulsados. El defensa Yaroslav Rakitsky fue dado como ejemplo al no cantar el himno nacional antes de los partidos; el delantero del Kuban Krasnodar Yevhen Seleznyov fue otro. También se planteó una razón para la expulsión de Stepanenko: su familia y él visitaron Crimea en 2015, anexionada a Rusia, y él no lo ocultó, manifestando que es otra parte de Ucrania.
Afortunadamente, la iniciativa encontró poco apoyo. A pesar de los escándalos, caídas y acusaciones, Ucrania llegará con toda su fuerza a la Eurocopa: con la armonía, dedicación e inspiración a la orden del día. Al menos, eso es lo que esperan sus seguidores.
