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Edmar Lacerda, el brasileño que pudo ir a la guerra con Ucrania

De cruzar el charco para triunfar en Europa y jugar el Mundial a estar cerca de combatir en la guerra con Ucrania. Esta es la historia del brasileño Edmar Lacerda

No hay ámbito que no acabe salpicado en un conflicto bélico. Política, sociedad, sanidad, economía. Todo se ve envuelto cuando las armas toman el poder. Como en la guerra de Rusia con Ucrania. Y el deporte, por supuesto, también claudica ante ello. Lo vimos recientemente cuando se paró la liga ucraniana. Cuando la FIFA decidió echar a Rusia de la disputa de la repesca del Mundial. Cuando la UEFA echó al Spartak de Moscú de la Europa League. Y hace años, en el momento en el que se inició este conflicto, un futbolista brasileño también vio cómo su sueño de poder estar presente en torneos internacionales representando a un país estuvo a punto de causarle un daño colateral que no imaginaba.

Edmar Lacerda nació en Mogi das Cruzes, Sao Paulo, un 16 de junio de 1980. Como tantísimos brasileños, sus sueños siempre iban acompañados de una pelota. Sueños que, en su caso, se hicieron realidad. Con 20 años debutó con el Paulista FC en el fútbol profesional. Un año después, cambiaba de club para enrolarse en las filas del Internacional de Porto Alegre. Aquel fue el paso previo al deseo de muchos futbolistas sudamericanos: cruzar el océano Atlántico para triunfar en Europa. Y sucedió en 2002. La llamada del Tavriya Simferopol ucraniano resultó irresistible. Lacerda, al igual que muchos otros compatriotas suyos, vio en Ucrania el lugar ideal para comenzar su conquista del viejo continente. Tras cinco temporadas, ficharía por uno de los grandes del país, el Metalist Jarkov. Un movimiento que no solo marcaría su carrera profesional, sino también su vida personal. Plenamente instalado en Ucrania, echó raíces casándose con Tetiana Halovskyi, de quien tomó su apellido. Y no solo eso, pues, viendo además la posibilidad de ir convocado con la selección ‘Zbirna’, y ante lo poco probable de un llamado de la ‘Seleçao’, decidió nacionalizarse ucraniano.

El 10 de agosto de 2011, en una visita de Suecia al estadio del Metalist, Lacerda debutó con la selección. Fueron apenas 16 minutos -entró al campo en sustitución de Ruslan Rotan- pero el camino hacia la disputa de una Eurocopa o un Mundial ya parecía más corto. Aunque nunca llegó a producirse. En total, vistió la camiseta del combinado nacional ucraniano en 15 ocasiones, en amistosos y en encuentros clasificatorios para la Copa del Mundo de Brasil 2014, y pudo celebrar un gol ante San Marino, en un partido que acabaría con una abultada goleada de los ‘Zbirna’ (9-0). La última vez que saltó al césped para defender los colores amarillo y azul fue en 2014, contra Macedonia, y Ucrania, ese mismo año, ya comenzaba a sufrir los ataques de Rusia, con la adhesión de Crimea y la guerra del Donbás, la región ucraniana que Rusia reclama como propia.

 

“Aparentemente fue un error del ejército. No quiero ni pensar en esa posibilidad, creo que todo se solucionó y solo quiero pensar en jugar al fútbol, que es lo que sé hacer”

 

Fue en junio de ese mismo año cuando Lacerda recibió una convocatoria que nunca hubiera esperado tras nacionalizarse ucraniano. El ejército le llamó a las filas para combatir en la guerra. Hace tres semanas recibí el llamado y mi esposa, que es ucraniana, estaba sorprendida. Al comienzo, mis compañeros de equipo bromeaban conmigo pensando que no era verdad, pero después presenté el documento y todos vieron que era en serio”, explicó el futbolista en declaraciones a Globo Esporte. Aquella citación, por suerte para él, y gracias a la gestiones de los directivos del Metalist, se quedó en papel mojado. “Consulté sobre la situación a la directiva del club y se resolvió todo, aparentemente fue un error del ejército. No quiero ni pensar en esa posibilidad, creo que todo se solucionó y solo quiero pensar en jugar al fútbol, que es lo que sé hacer”, añadió, aliviado, un Lacerda que al año siguiente haría las maletas para recalar en el Dnipro, antes de un pequeño paso por el fútbol estadounidense y un regreso a ‘su’ Metalist.

Tras retirarse, volvió a enrolarse en el conjunto de Jarkov, actuando como segundo entrenador del equipo en el que su vida cambió para siempre. De ser brasileño a adquirir la nacionalidad ucraniana, donde conoció a su mujer y cuando a punto estuvo de irse a una guerra que, desgraciadamente, hoy está más presente que nunca. Él la observa desde la distancia, ya instalado con su familia en Estados Unidos, con el miedo de salir al campo de batalla muy lejos en la distancia y en el tiempo.

 


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Fotografía de Imago.