Apreciada escuadra, estimado ángulo. No siempre sales a la luz porque para poder encontrarte hay que tener una delicadeza especial. A tí no te vale todo. Sin un golpeo magistral, tú no estás dispuesta a aparecer, y te comprendemos. Eres toda una sibarita. Estás hecha solo para los mejores zapatazos, esos golpeos al balón que suenan a la Novena Sinfonía de Beethoven desde el primer contacto, que no levantan ni una brizna de césped y que son capaces de parar el tiempo durante unos instantes.
Algunos de esos disparos son tan perfectos que pueden hacerte dudar. Dudar sobre si el balón cumple con los requisitos reglamentarios. ¿Acaso puede ir una pelota de fútbol teledirigida?. Y, si es así, ¿cómo consiguen esos tipos encajar con semejante maestría una esférica en un ángulo de 90 grados? Mejor dejémoslo, será fruto del azar. O quizás no.
Honestamente, dudo que haya un idioma más eficaz que el de un buen gol por la escuadra. Una imagen vale más que mil palabras, y un disparo al ángulo debe valer por mil una. No importa dónde ni con quién estás cuando admiras la belleza de un patadón a la redonda. Sea solo en casa, en un campo de fútbol rodeado de extraños, o en un bar con tus amigos, te vas a levantar de tu asiento ipso facto y tus manos van a ir directamente a la cabeza, poseído por el aura de un gol fuera de la norma. Y te abrazas. Te achuchas con propios y extraños porque te invade la felicidad, porque sabes que también se puede hacer arte con un pie y un trozo de plástico cosido, por muy raro que suene.
Lo mejor del idioma de la escuadra es que todo el mundo puede entenderlo e incluso hablarlo. Hasta el más profundo ignorante, futbolísticamente hablando, verá un tanto de semejantes características y dirá: ‘¡Qué golazo!’
Eso sí, lo mejor del idioma de la escuadra es que todo el mundo puede entenderlo e incluso hablarlo. Hasta el más profundo ignorante, futbolísticamente hablando, verá un tanto de semejantes características y dirá tímidamente: ‘¡Qué golazo!’. Porque todo el mundo sabe que es un golazo. Incluso los detractores pueden llegar a enfadarse, porque ¿cómo te puede gustar tanto algo que ni siquiera te gusta?
Porque sí, porque las matemáticas también juegan. Porque para Einstein, E=mc2, y para nosotros, los religiosos futboleros, escuadra=golazo. Es pura matemática, prácticamente un dogma. No necesita demostración ni signos de evidencia, llamémoslo el ‘axioma del fútbol’.
Y por supuesto, no olvides que un escuadrazo es parecido a ver un pez con manos o un tigre con alas. Seguramente flipes al principio, pero poco a poco te darás cuenta que la mejor opción siempre será inmortalizar el momento en tu memoria, porque probablemente no volverás a ver un tanto de semejantes características en mucho tiempo, y eso hace sumamente especial a cada uno de ellos.