El técnico español ‘Fabri’, cesado por tercera vez en siete meses, se ha convertido en un especialista en quemar banquillos. El Granada, con el que logró ascender a Primera División, sigue siendo un oasis en el desierto de un técnico que ya acumula 27 equipos entrenados, con turbulencias y declaraciones altisonantes incluidas.
“Aquí hay jugadores que no tienen la sangre o las pelotas para vestir esta camiseta“. Estas incendiarias declaraciones marcaban las últimas horas de Fabriciano ‘Fabri’ González en el Panathinaikos. Cuando el técnico español espetó estas duras palabras, más de un aficionado griego debió asombrarse de la osadía con la que el preparador lucense se excusaba de una nueva derrota del conjunto heleno. Si el gallego hubiera hecho la misma rueda de prensa en cualquier equipo español, hubiera sido un capítulo más de ‘Fabri’ cargando contra su propio vestuario.
Con éste, ‘Fabri’ ya acumula tres ceses esta temporada. Huesca, Racing de Santander y Panathinaikos en poco más de medio año. Podría parecer que ha sido víctima de la mala racha que atraviesa el equipo griego, pero la realidad es que el Panathinaikos se suma a una larga lista de intentos fallidos en los banquillos. 27 equipos entrenados a lo largo de su carrera le han convertido en un peregrino con fama de maldito.
27 equipos entrenados a lo largo de su carrera le han convertido en un peregrino con fama de maldito
Para quienes lo defienden, ‘Fabri’ es un técnico infravalorado con ideas rectilíneas. Los que no lo conocen piensan que es un provocador. Para algunos, es un entrenador con una gran trayectoria; y para otros, 27 clubes dirigidos son una mala señal. Pero aún así, hay un lugar donde sigue siendo un héroe.
“No sé si somos conscientes de lo que hemos hecho, tardaremos tiempo en darnos cuenta“, proclamaba ‘Fabri’ con lágrimas en los ojos un 18 de junio de 2011, probablemente su fecha más recordada. Ese día fue aclamado en Granada, tras ascender al equipo a Primera División 35 años después. El logro, además, tenía recorrido: en dos temporadas consecutivas había alzado al equipo andaluz de Segunda B a la máxima categoría. Su trabajo se veía recompensado.
Pero la exigencia de Primera le sobrepasó con creces. Los malos resultados del equipo granadino lo catapultaron a la misma suerte que había corrido hasta entonces -y que seguiría corriendo-: otra destitución. “Las fiestas no son compatibles con el deporte de élite“, denunciaba antes de dejar el banquillo rojiblanco. Y remataba: “El grupo no está tan unido como el año pasado, porque la gente que ha venido no se ha integrado totalmente“. Así cerraba una gloriosa etapa en el Granada, apuntando de nuevo a culpables dentro del vestuario. Sin embargo, en Granada seguían queriendo poner su nombre a una calle, y no era para menos: una de las grandes gestas del fútbol español llevará siempre su sello.
Pero él no está acostumbrado al éxito. El día que dejó Granada aún se relamía los labios al pensar en lo que había conseguido, y seguro que no lo ha olvidado, porque es el único mérito destacable en su longeva trayectoria como entrenador. El resto de sus memorias están plagadas de ceses, dimisiones, temporadas inacabadas y dinamita verbal. “Me daba vergüenza ajena estar sentado en este banquillo. Así de claro. Nunca me he sentido identificado con el trabajo. Se me ha caído el alma con esto“, sentenciaba antes de dejar las instalaciones del Racing de Santander, club que brevemente entrenó esta misma temporada.
Incombustible y de frente
Si algo está claro es que ‘Fabri’ es incombustible. Desde su debut como entrenador con el Club Deportivo Lugo -donde también militó como jugador- en el año 1987 hasta abandonar el banquillo del Panathinaikos, ha tenido muchas oportunidades de demostrar que ese intransigente carácter daba sus frutos. No ha sido así –a excepción del espejismo de Granada- pero él nunca ha dejado de intentarlo. “Cada uno es como es y no creo que eso deba ser contraproducente. Yo voy de frente, no hago teatro“, se justifica.
Lo curioso es que, sin ser un amante de los medios, casi siempre ha acabado siendo protagonista. “El que quiera espectáculo que vaya a los toros“, sentenció una vez. Adora su profesión, pero no tolera que nadie se interponga en ella. “El presidente Dmitry Piterman me quitó la libertad para trabajar y eso me hizo que no fuera feliz en este club“, alegó como motivo para dejar el Alavés. “Me siento maltratado“, fue la mecha que encendió antes de salir del Cartagena.
57 años han forjado en él un carácter inflexible, un genio con excesiva sinceridad y sin pelos en la lengua. “No gozo de buena imagen entre mis jugadores en el aspecto humano porque soy muy directo”, recuerda a menudo. No sabemos qué destino le espera a ‘Fabri’ González, el coleccionista de desdichas, pero lejos de plantearse cambiar su forma de ser, sigue perseverando.”El fútbol todavía me debe, pero me voy contento, con la conciencia tranquila“.