El de David Villa no ha sido el único retorno sonado de esta jornada de selecciones. En unas circunstancias similares, Robin van Persie, actual delantero del Fenerbahçe, también ha reaparecido en un convocatoria de Holanda tras dos años de ausencia, aunque en su caso, más que por una explosión imprevista de rendimiento, el regreso se ha debido al criterio personal de su entrenador y a la falta de munición del combinado tulipán, que se jugará ante Francia y Bulgaria no quedarse descolgado de la cabeza de un grupo en el que de momento los holandeses figuran terceros, por debajo de suecos y franceses, fuera de los puestos clasificatorios.
Van Persie, que suma 101 partidos y 50 goles con la ‘Orange’, sí, pero también 34 primaveras y 16 campañas a sus espaldas, acude a la llamada de su equipo nacional como solución de emergencia. Dick Advocaat, que recogió a la selección en mayo (es la tercera vez que asume el cargo en su carrera) después de un mal arranque en el camino hacia el Mundial, ha decidido recurrir a su baraja de confianza para jugarse el todo o nada en la partida, aunque nadie sabe si sus cartas están marcadas o sencillamente desgastadas. El reto, desde luego, es arriesgado. Holanda ya no estuvo en la última Euro, y un segundo fiasco hundiría al país en la más absoluta melancolía.
Además de van Persie, Wesley Sneijder y Arjen Robben, sus cómplices predilectos en el pasado, ambos con carnet de treinteañeros desde hace tiempo, también siguen desempeñando un papel capital en la selección. No han podido completar la pretemporada al 100% con sus clubes (Sneijder se incorporó al Niza a mediados de agosto, Robben volvió de las vacaciones con problemas físicos), pero su ausencia en las listas, a día de hoy, se antoja inimaginable, pues Advocaat insiste en que el peso de sus planes descanse sobre los mismos hombros que guiaron al equipo hacia su último hito remarcable, la final de la Copa del Mundo de 2010. Esa estrategia secular y continuista, desplegada de espaldas al futuro, se justifica en parte por la falta de alternativas. Pese a que el fútbol neerlandés es una de las mejores escuelas del mundo, con decenas de chicos talentosos trepando por sus enredaderas cada curso, todavía no hay ninguno de una generación reciente que haya cuajado en la élite, con lo que los roles no pueden replantearse.
Holanda, mientras tanto, sigue aferrada a los de siempre, como si tras ellos augurara el vacío. Ver a Robben, Sneijder y van Persie vestidos de naranja y juntos sobre el tapete, es regresar a un pasado correoso, maleable, que de tan flexible alcanza nuestros días y se solapa con el presente. Sus compatriotas sufren el mismo extraño jet lag que persigue a Bill Murray en Atrapado en el tiempo: ante sus ojos, la realidad no se descompone en sorpresas, sino en recuerdos. Llegados a este punto, es imposible no recordar la frase más célebre del film.
-¿Quieres vomitar aquí o en el auto?
-Creo que en ambos.