Un 20 de noviembre de 2004, cuando aún estábamos maravillados y fascinados por la tremenda gesta de aquella Grecia campeona de la Eurocopa, nacía en Yaundé, capital de Camerún, el que es, en estos momentos, uno de los jugadores con mayor proyección de toda Alemania. Poco se sabe de sus primeros pasos en el país africano pero se conoce ya al detalle toda su trayectoria en Europa. Youssoufa Moukoko tiene 15 años y muchos ya le llaman el ‘Messi africano’.
A los diez años, llegó a su primer club en Alemania, el St. Pauli. Un club que, aparte de jugar al fútbol, tiene una especial relación con las luchas sociales. Por aquel entonces militaba en la segunda división alemana y Moukoko llegó al equipo con la ilusión de arrasar, de comerse el mundo, de demostrar que, a sus diez años, estaba listo para un nuevo reto. El entrenador sub-14, gratamente sorprendido por las actuaciones del joven en los entrenamientos, comentó: “Nunca había visto nada parecido”. Palabras que hoy recuerda con añoro el exdirector de la entidad Thomas Meggle en una entrevista para Goal.
Rápidamente ascendió a la plantilla sub-15 y comenzaron, de forma indiscriminada, las acusaciones sobre su edad. Su físico y su desarrollo en el campo invitaban a desconfiar que aquel joven jugador tuviese la edad que aparecía en sus papeles. La incertidumbre se intensificó aún más cuando su padre solicitó el registro de su hijo al consulado alemán en Yaundé, que más tarde sería desmentido por la propia organización gubernamental. Es 2016 y el St. Pauli, club modesto comparado con los grandes transatlánticos de Europa, es incapaz de retener a esta joya emergente. Su siguiente paso sería Dortmund, famoso por entrenar, desarrollar y mejorar a jóvenes talentos hasta convertirse en estrellas mundiales. Reus, Götze, Hummels y Jadon Sancho, entre otros, son recientes ejemplos del modelo de este histórico club.
Puede que en unos diez años tengamos a otro Freddy Adu; puede que haga honor a su apodo, el ‘Messi africano’, y se convierta en una bestia como el astro argentino; o puede que sea un jugador más
En la temporada 2017-18 llegaría a vestir la camiseta del Borussia sub-17 en 25 ocasiones y anotaría la friolera de 37 goles. La máquina goleadora comenzaba a engrasarse en tierras germanas. Sin embargo, las dudas, el escepticismo que le rodeaba, seguía más vivo que nunca; ni los entrenadores rivales ni los jugadores a los que se enfrentaba cada semana se creían que aquel chico tuviese 13 años. Él, pese a las críticas, seguía a lo suyo. La siguiente campaña se convertiría en un reto para Youssoufa Moukoko, ya que el delantero había dejado el listón muy alto y solo cabía esperar más goles, mejores actuaciones, mejores registros. 46 tantos en los 25 encuentros disputados. Aquel niño venido de Yaundé se había convertido en una auténtica apisonadora, el terror de cualquier defensa, en especial para el portero, pero una bendición caída del cielo para todo aquel entrenador que le tuviese en sus filas. El Dortmund decidió subirle un escalón más, ponerle las cosas un poco más difíciles y ascenderle a la plantilla sub-19. Las expectativas eran altas; la caída, si fracasaba, muy dolorosa. Pero los nervios intactos. “No espero que la gente piense que marcaré 46 goles nuevamente en el sub-19”, explicó el propio Moukoko para Ruhr Nachrichten.
En lo que llevamos de competición, se han disputado 17 encuentros y el joven punta ha marcado en 29 ocasiones convirtiéndose en el máximo goleador del equipo y de la competición. Insatisfecho con eso, también es el máximo asistente de la plantilla con ocho pases de gol. Con estos números, muchos se preguntan cómo es posible que Moukoko siga aún en categorías inferiores del equipo alemán mientras su compañero Giovanni Reyna debutaba con el primer equipo en octavos de final de la DFB Pokal. Aunque el resultado no fuese el esperado, su increíble golazo acaparó las portadas de los medios de comunicación mientras que Moukoko sigue en el sub-19 jugando cada semana como si fuera su campo de juegos al disfrute de él y de los que amamos este deporte.
Su despunte meteórico le valió para firmar un patrocinio de un millón de euros con Nike cuando apenas tenía 14 años. A pesar de la repercusión mediática que este acuerdo supone, Youssoufa Moukoko sigue acudiendo a la escuela, perdiéndose en algunas ocasiones concentraciones de su equipo por los estudios. Leyendo estas líneas puede que te venga a la mente otro niño prodigio, otra ‘estrella en auge’ que Nike quiso echarle el guante (y lo hizo) pero que acabó siendo un auténtico desastre. Un año antes de que nuestro protagonista naciera, cruzando el Atlántico, en el país de las oportunidades, un joven Freddy Adu tenía la oportunidad de convertirse en el máximo exponente del deporte rey en su amado Estados Unidos. Una responsabilidad tan pesada que acabó por asfixiarle y enterrarle en el olvido. Moukoko no tiene, en este sentido, un precedente muy positivo pero, como se dice siempre, cada persona es un mundo. Puede que en unos diez años tengamos a otro Freddy Adu; puede que haga honor a su apodo, el ‘Messi africano’, y se convierta en una bestia como el astro argentino; o puede que sea un jugador más. Lo que está claro es que tiene un camino por recorrer y el destino será el que finalmente dictamine sentencia.
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Fotografía de Getty Images.