La manía por querer diferenciar a los individuos caracterizándolos con sobrenombres que hacen referencia a defectos, cualidades o parecidos, ha existido toda la vida. Los motes no entienden ni de épocas ni de clases sociales. Desde Jesucristo, que fue el ‘Nazareno’, hasta Juan Carlos I de España, que es el ‘Campechano’. Nadie se libra. ¿A quién no le han reconocido alguna vez como el ‘cabezón’, el ‘gordito’ o el ‘canijo’? Lo difícil sería que te dijeran el ‘Káiser’, emperador en alemán. Y más cuando has nacido en el otro lado del mundo, en el estado mexicano de Michoacán. Para ello, debes poseer unas cualidades que mezclen sobriedad, elegancia y liderazgo. Lo que era Rafa Márquez sobre el terreno de juego.
Actualmente, los directores deportivos de los grandes clubes europeos se tiran de los pelos buscando defensas con capacidad para sacar la pelota limpia desde atrás, pero que a la vez mantengan esa contundencia ordenada que debe tener buen central. No sé cuánto costaría hoy fichar a Rafa Márquez, lo que sí está claro es que se trataba de un jugador atemporal. Un tipo que era capaz de dar pases teledirigidos desde 70 metros y luego ir al cruce con la fuerza de los centrales más aguerridos. Con buena técnica como para jugar en el centro del campo del mejor Barça y clavar golazos de falta directa, pero también con el poderío aéreo de los grandes cabeceadores. En resumidas cuentas, Márquez es el defensa central que hoy todos querrían tener en su equipo.
Inició su carrera como futbolista en Atlas, donde Marcelo Bielsa, como ya hizo en Newell’s, dedicaba todos sus esfuerzos en potenciar la cantera. Durante la etapa del argentino en el club, se probó a más de 10.000 jóvenes
Inició su carrera como futbolista en Atlas, donde Marcelo Bielsa, como ya hizo en Newell’s, dedicaba todos sus esfuerzos en potenciar la cantera. Durante la etapa del argentino en el club, se probó a más de 10.000 jóvenes, de donde salieron futbolistas de la talla de Juan Pablo Rodríguez, Jared Borgetti, Pável Pardo o el propio Rafa Márquez, que debutó en el primer equipo en 1996 con tan solo 17 años. Lo hizo de la mano del técnico Efraín Flores, que aseguró lo siguiente: “Cuando yo lo veo a los 16 años, dije que en el momento que a mí me dieran el equipo, lo haría debutar. Al siguiente torneo me dan al equipo e inmediatamente pensé en él”.
Tres años después del estreno del ‘Káiser’ con la rojinegra y ya con Ricardo La Volpe como técnico, el equipo disfrutó de una de las temporadas más importantes y recordadas de su historia, la de 1999. El entrenador argentino había puesto fe ciega en un bloque de chavales sin apenas experiencia en la élite, que fueron capaces de derribar cualquier pronóstico posible. Liderados desde atrás por un joven Rafa Márquez de tan solo 20 años, mostraron su lado más desacomplejado para realizar un Torneo Verano que todavía hoy sigue grabado a fuego en la memoria de todos los aficionados de Atlas.
Era capaz de dar pases teledirigidos desde 70 metros y luego ir al cruce con la fuerza de los centrales más aguerridos
Aquel equipo tenía una química especial y un estilo de juego atrevido, gracias a unos jugadores que no conocían lo que era el miedo a perder porque eran novatos. Iban con la mochila vacía de responsabilidades y con el único objetivo de disfrutar haciendo lo que más les gustaba. Acabaron el torneo regular sin perder ni un solo partido en casa –cayeron derrotados solo tres veces en el campeonato–, fueron los segundos más goleadores y los menos goleados. Después pasaron a la fase eliminatoria, donde barrieron a Monarcas Morelia en cuartos y a Cruz Azul en semifinales, tras endosarle un 6-0 que aún resuena. Así fue como llegaron por primera vez a una final del Torneo Verano desde que se inventó el nuevo formato de liguilla.
El equipo ya era conocido por todos como los ‘Niños Héroes’. Se enfrentaban a Toluca y realizaron una de las mejores finales de la historia del fútbol mexicano. El 3 de junio de 1999, Atlas disputó la ida en casa, en el Estadio Jalisco. Empezaron perdiendo 0-2, recortaron distancias, pero Toluca volvió a anotar y el encuentro se fue al descanso 1-3. En un segundo tiempo brillante, consiguieron remontar y Rafa Márquez fue el encargado de hacer el tercero con un cabezazo impecable a la salida de un córner. Tan solo tres días después se jugó el duelo decisivo de vuelta, que también fue un partido rocambolesco. Atlas se puso por delante, luego le remontaron 2-1 y acabaron empatando 2-2. A pesar de las intentonas de ambos conjuntos, la final se decidiría en los penaltis. Al joven Márquez no le tembló el pulso para anotar el suyo, pero no fue suficiente y su equipo acabó cayendo 5-4. Ese fue el último partido del ‘Káiser’ con la camiseta de Atlas.