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Mánchester la roja

En 2018, Ferguson sufrió un derrame cerebral que a punto estuvo de costarle la vida. Uno de sus mayores temores fue que pudiese afectarle a sus recuerdos

Uno llega a Old Trafford y lo primero que ve es un reloj parado. Múnich, las 15:04 de un 6 de febrero de 1958. La tribuna sur de la casa del Manchester United se llama Sir Bobby Charlton stand en honor al más conocido superviviente de aquella catástrofe aérea. El frontal del estadio anuncia una nueva línea de ropa del equipo red, esta vez black: las señales del púlsar que el diseñador Peter Saville inmortalizó para la portada del Unknown pleasures de Joy Division. Lo que pensaría Ian Curtis, fan del City, no lo sabemos. Es curioso que la única fotografía suya que tenemos sea una vistiendo los colores del United, un regalo de su familia materna. Curtis quiso vivir cerca de Manie Road, la casa blue, pero fue en Old Trafford donde se forjó el cántico Giggs will tear you apart. Si el llamado ‘Teatro de los Sueños’ suena y huele a Historia, no es solo por lo que ha ocurrido sobre su césped. El lugar donde se forjaron leyendas, como reconoce Alex Ferguson en el recomendable documental Never give in: Charlton, Denis Law y sus legendarios números 7. George Best, Bryan Robson, Éric Cantona, David Beckham y Cristiano Ronaldo, cinco décadas resumidas en un dorsal. Cuando Ferguson llegó allí, en noviembre del 86, New Order acababa de publicar el día anterior el single Bizarre love triangle y los Smiths eran un grupo virtualmente separado que quince días atrás había hecho uno de sus últimos conciertos, el que después sería publicado como disco en Rank. Happy Mondays estaban a punto de debutar y a la Haçienda todavía le quedan noches de amor cristalizado. El paro no acababa de bajar del 11%. Los clubes ingleses cumplían su segunda temporada de prohibición europea.

Lo que se encontró Ferguson ese día fue a un United penúltimo. Se dice pronto. Un equipo que no ganaba la liga desde que la reina tenía apenas 40 años. Con McGrath, Whiteside y Robson bebidos, deprimidos o las dos cosas a la vez. Tardó años en imponer su disciplina, pero comienza ahí la leyenda en Mánchester de Fergie. El hijo del barrio de Govan y de un trabajador socialista del puerto de Glasgow que también dobló el lomo en el muelle. Que incluso lideró la huelga de aprendices. Ferguson, en el documental, cuenta que a los jugadores “les hablaba de los mineros, de los trabajadores del astillero, de los soldadores y les preguntaba qué hacía su abuelo o su padre”. Esa inspiración llevó en parte a que la segunda generación de los conocidos como Fergie’s fledglings (algo así como los ‘Polluelos’), los Scholes, Butt, Beckham, Giggs o los hermanos Neville, lograsen la más alucinante remontada en la última final de Champions del siglo. Más la Premier y la FA Cup, un triplete único en el fútbol inglés. En mayo de 2018, Ferguson sufrió un derrame cerebral que a punto estuvo de costarle la vida. Uno de sus mayores temores, durante la recuperación, fue que pudiese afectarle a sus recuerdos.

Como Ferguson, Mánchester es una ciudad con memoria todavía y que hoy intenta cuidarse. Algunos dicen que es el nuevo Londres. El óxido convive con las hamburguesas de colores. El barrio de Northern Quarter está a la última. Allí puedes -es cierto- tomar una cerveza llamada Madrí a escasos metros de un mural de Ian Curtis adornado con el número de teléfono de atención a la salud mental al que puedes escribir si te sientes “ansioso, solo, preocupado o sobrepasado”. Ese número, el 85258, estuvo también disponible para los trabajadores de primera línea durante la pandemia. “Lo estás haciendo bien teniendo en cuenta las circunstancias”, lanza un cartel a orillas del río Irwell. El laborismo gobierna desde 1973 la ciudad en cuya observación basó Engels su La situación de la clase obrera en Inglaterra. Allí fundó Emmeline Pankhurst la principal organización sufragista. Es verdad que en la Haçienda, hoy apartamentos de lujo, ya no se baila acid house. Que la sudadera con diseño de Joy Division para un equipo que no gana la liga desde hace una década vale cien libras y que el sky blue citizen ha tomado la delantera. Pero hay dos cosas ciertas. Los ladrillos colocados por los de siempre siguen siendo del mismo color. Y en las tiendas de souvenirs se venden objetos con el Manctone, el pantone de colores de la ciudad. El marrón de la salsa gravy. El blanco de las fábricas de algodón. El gris de los adoquines de la serie Coronation Street. Pero el azul es para Blue Monday. ¿Y el red? Bueno, su explicación es literal y llanamente simply.

 


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Fotografía de Imago.