Vila das Aves es una pequeña localidad situada al norte de Portugal. Apenas llega a los 8.500 habitantes y se nutre, principalmente, de la industria textil. A priori, no puede parecer un contexto idóneo para la proliferación y el desarrollo de un club de fútbol, pero lo cierto es que el CD Aves, fundado en 1930, logró hacerse con una Taça de Portugal en 2018 tras vencer en la final al Sporting Clube. A partir de ahí, lamentablemente y casi en sintonía con la situación económica en la zona, la entidad lusa comenzó un declive que culminó con su desaparición en el año 2020. En el ámbito industrial, los empresarios locales trataron de reactivar la actividad de la zona para atraer a jóvenes y comenzar un periodo de proliferación. En el futbolístico, se trabajó del mismo modo para tratar de reanimar la ilusión por el esférico, esa que sembró un club con 90 años de historia y que se marchitó de golpe.
El primer intento no salió del todo bien. Se pretendió refundar al Aves bajo el nombre del Clube Desportivo Aves 1930, con la intención de preservar su historia y sus símbolos, pero no llegó a tener el empaque de su extinto antecesor. Hoy en día el club sigue vivo, pero más enfocado hacia el fútbol sala y el baloncesto. Además, tuvo un papel fundamental para dar paso a los posteriores éxitos de una ‘nueva’ institución. Fue en 2023 cuando, desde Lisboa, llegó un proyecto más potente y con el objetivo de asentarse en la élite del fútbol portugués. La União Desportiva Vilafranquense, militante de Segunda División, pasó por un proceso de ruptura con la sociedad anónima deportiva que la gestionaba, y ésta miró hacia Santo Tirso para iniciar una nueva aventura. El Clube Desportivo Aves 1930 recibió a este equipo y llegaron a un acuerdo para ceder sus instalaciones al denominado AVS Futebol.
A pesar de su corta edad, la entidad ya se encuentra en el primer nivel futbolístico de Portugal tras haber ascendido en su primer año de vida a la Primeira Liga, y se ha reforzado con jugadores experimentados en Europa, como Guillermo Ochoa o Lucas Piazón, con quien charlamos en Panenka. El brasileño se encontraba sin club y encontró en Vila das Aves un contexto idóneo para resurgir como futbolista. “Yo vivía cerca del club, me acerqué a hablar con el director y decidí que sería un buen lugar para volver a jugar, es lo único que quería, volver a jugar. Me costó adaptarme porque venía sin jugar desde hace tiempo, pero después de jugar cuatro o cinco partidos ya me empecé a encontrar bien físicamente y estoy muy cómodo aquí”, relata Piazón.
“Vestir la camiseta del Málaga fue tremendamente especial para mí, porque realmente fue mi primera experiencia como profesional, en la que pude jugar más partidos”
El futbolista comenzó su carrera profesional en el São Paulo, donde llamó la atención de varios clubes europeos. Finalmente, fue el Chelsea quien, en la temporada 2011-12, se hizo con sus servicios con una apuesta económica importante. Sin embargo, nunca llegó a encajar en los planes de los ‘Blues‘ y encadenó siete cesiones. Algo que inevitablemente lastra la progresión de un jugador de su potencial. Quiso salir antes, tener más protagonismo dentro de su propia historia, pero las circunstancias no lo permitieron. “Creo que la situación pudo haberse organizado mejor. El Chelsea me dejaba ir a otros equipos, pero quería recuperar la inversión que había hecho por mí. Me dejaban salir cedido, pero renovando un año más de contrato, por ejemplo. Nunca tuvimos la opción de rescindir el contrato y firmar definitivamente por un club. Estuvimos siempre en este juego, y no creo que fuera positivo para mi carrera. Creo que si hubiera podido salir unos años antes del Chelsea podría haber jugado a buen nivel en alguna de las mejores ligas de Europa. Pero he de decir que tampoco me arrepiento de nada. Mi historia fue así, estoy feliz, estoy jugando y espero seguir así muchos años más”, confiesa el centrocampista brasileño.
Con todo, cada experiencia le sumó y de cada una se lleva un buen recuerdo. La primera de ellas fue muy especial. En su única vivencia en España, vistió la camiseta del Málaga. “Fue tremendamente especial para mí, porque realmente fue mi primera experiencia como profesional, en la que pude jugar más partidos. Tuvimos muy buenos jugadores, estuve sólo la mitad de la temporada, pero jugamos en Champions League y en liga a muy buen nivel. Es una etapa que recuerdo con muchísimo cariño”, afirma.
A este préstamo le siguió otro al Vitesse, después pasó por el Eintracht de Frankfurt, volvió a Inglaterra para jugar una temporada en el Reading y, por fin, tuvo una etapa de gozo y continuidad en Londres, pero en un equipo vecino del Chelsea, el Fulham. Estuvo dos temporadas en el Craven Cottage, donde, a pesar de una lesión, fue una pieza importante para lograr el ascenso bajo las órdenes de Slaviša Jokanović. “Me encantaba jugar allí. Estuve dos años seguidos, el segundo año tuve una lesión fea, pero fue el año que ascendimos a la Premier. Si hubiera podido elegir un sitio en el que jugar hubiera sido en el Fulham, tenía muchos amigos y me sentía muy bien, pero no pude quedarme. No llegaron a un acuerdo con el Chelsea y el Fulham”, dice.
Abandonó definitivamente el Chelsea casi diez años después de su llegada, habiendo disputado sólo tres partidos oficiales con el conjunto de Stamford Bridge. Pero no se arrepiente de nada
Y volvió a rodar el carrusel de cesiones. Del Chievo al Rio Ave para abandonar definitivamente el Chelsea casi diez años después de su llegada, habiendo disputado sólo tres partidos oficiales con el conjunto de Stamford Bridge. En la temporada 2020-21, llegó libre al Braga y después regresó a Brasil para jugar una campaña en el Botafogo. Ese fue el itinerario de viaje hasta Vila das Aves, cada destino modificó su forma de ser y de entender el fútbol. El Lucas Piazón actual nada tiene que ver con aquel ‘eterno cedido’ del Chelsea. “He firmado aquí un año y quiero hacerlo bien, volver a jugar y terminar bien la temporada ayudando al equipo a lograr el objetivo. Ahora que tengo 30 años me siento muy diferente, evidentemente, de cuando tenía 20. Cuando somos jóvenes somos un poco más egoístas, ahora ya no es así, la madurez hace que pienses más en el club y en el grupo. Juego en una posición un poco diferente, antes me ponían en el medio y no me gustaba, me enfadaba, quería jugar siempre en la banda izquierda. Ahora disfruto por el medio, puedo tener más el balón y juego más para el equipo”, sentencia Piazón.
Piazón al fin encontró su sitio. Igual que lo encontró el AVS. Igual que tratan de encontrarlo las personas que forman parte del municipio de Santo Tirso y hacen que salga adelante. El nombre de la localidad no se escogió por casualidad. Es una tierra acostumbrada a remontar el vuelo.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA
Fotografías cedidas por AVS Futebol SAD.