El Malmö de Markus Rosenberg -campeón de las últimas dos ediciones de la Allsvenskan– parte como principal favorito para hacerse con la liga. Pero también habrá que seguir muy de cerca al Helsingborgs tras la llegada a su banquillo del hijo pródigo, Henrik Larsson. En la ciudad sueca más próxima a Dinamarca esperan que, de la mano de su ídolo y vecino más internacional, el equipo vuelva a levantar algún título y que el What a beautiful day de Levellers -canción que se escucha siempre que gana el Helsingborgs- suene más a menudo en el Olympia. Y por qué no, que el equipo regrese a la Champions League, cuando se cumplen prácticamente 15 años de su primera y única participación en la máxima competición continental. Aquel día, y aunque solo fuese por unas horas, Helsingborg tuvo otro héroe: el guardameta Sven Andersson. Una gesta que merece ser recordada.
Nos trasladamos al verano del año 2000. El 9 de agosto se jugó el partido de ida de la última fase previa de la Champions League. Uno de los resultados más sorprendentes se registró en Suecia: el modesto Helsingborgs -entrenado por Age Hareide, casualmente actual técnico del Malmö- se impuso por la mínima al todopoderoso Inter de Milán de Marcello Lippi con un solitario tanto de Michael Hansson. Pese a ello, los italianos seguían siendo favoritos para el partido de vuelta.
El 23 de agosto, en el Giuseppe Meazza se libró la batalla final. El Inter, que contaba en sus filas con futbolistas de la talla de Laurent Blanc, Javier Zanetti, Clarence Seedorf o Álvaro Recoba, recibía al Helsingborgs con la obligación de remontar el 1-0 de la ida para no caer de forma prematura de la máxima competición continental. David contra Goliat.
Los italianos lo intentaron de todas las maneras posibles, pero la pelota no quería entrar. El palo en una ocasión, un despeje de un defensa con la cabeza prácticamente en línea de gol en otra, y la mala puntería lo habían evitado La fortuna parecía aliada con los suecos. Hasta que llegó el fatídico minuto 89. Con 0-0 en el marcador y justo cuando ya casi nadie creía en la remontada, el Inter se encontró con una pena máxima fruto de una ingenua mano de uno de los centrales del Helsingborgs. Los suecos no se lo podían creer… Todo el esfuerzo realizado durante casi 90 minutos se podía ir al garete por una acción en la que la mala suerte jugó un importante papel.
La eliminatoria estaba en las botas de Álvaro Recoba, un especialista a balón parado… y en los guantes de Sven Andersson, un semidesconocido portero sueco que había desarrollado toda su carrera en su país. En cambio, todo el mundo conocía al uruguayo, incluso el propio Andersson: “había escuchado que Recoba era uno de los mejores jugadores del mundo en aquellos tiempos; recuerdo que no empezó el partido y salió en la segunda parte”, explica a Panenka. Aunque no lo suficiente como para saber hacia donde dirigiría el balón ‘El Chino’. “Sabía que era zurdo, pero por aquel entonces no se solía estudiar los lanzamientos de los jugadores. Ahora, en cambio, se analiza habitualmente a los rivales, pero antes no teníamos los mismos medios”, puntualiza el exguardameta.
“Antes no era habitual estudiar los lanzamientos de penalti de los rivales, entre otras cosas, porque no teníamos los mismos medios que hoy en día”, explica el exportero Sven Andersson
El uruguayo armó su pierna zurda y dirigió su disparo hacia el costado izquierdo, por abajo, donde más les duele a los porteros. Un buen lanzamiento. Pero Andersson también tenía algo que decir. Y con una magnífica estirada, desvió el balón a córner con su manopla derecha. Sin duda, una de las paradas de su carrera. El partido concluyó con empate a cero y certificó el pase del Helsingborgs a la fase de grupos de la Champions, completando así uno de los momentos más brillantes del club, tal y como asegura el propio Andersson: “creo que ese partido contra el Inter fue el mejor de la historia del Helsingborgs”. A lo que añade que “el año anterior a ese ya fue especial porque ganamos la liga tras más de 50 años sin hacerlo, pero poder jugar la Champions League fue incluso mejor”.
Con su parada, Andersson se convirtió en el protagonista del día. “Se suele pensar que solo se puede ser un héroe cuando marcas un gol, pero uno también puede serlo evitándolo”, afirma un Andersson que tampoco quiere olvidar el papel de sus compañeros: “en ese momento todos los jugadores nos sentimos héroes, no solo yo, porque hicimos la machada de batir a un gran equipo, lo que supuso un gran logro para nosotros”. Y concluye destacando que “el hecho de poder ganar a un gran equipo como el Inter siempre será recordado como algo grande, por lo que nos sentimos muy orgullosos”.
Tres semanas más tarde, llegó la recompensa. El 13 de septiembre los acordes del himno de la Champions sonaron por vez primera en el Olympia de Helsingborg, haciendo las delicias de los allí presentes. El debut en la máxima competición continental fue ante el que a la postre sería el campeón de esa edición, el Bayern de Múnich. Los alemanes ganaron sin mayores complicaciones, aunque, al menos, los suecos lograron perforar en una ocasión la portería rival defendida por Oliver Kahn. Bjorn Johansen tuvo el honor de marcar el primer gol del Helsingborgs en la Champions.
Las cosas no mejoraron en las siguientes jornadas para los suecos. “Empezamos de forma horrible, perdiendo los tres primeros partidos, jugando bastante mal y encajando bastantes goles”, recuerda un Andersson al que todavía le duele la derrota por 6-1 ante el Rosenborg. El equipo tocó fondo en el país vecino, pero supo reponerse para despedirse dignamente de la competición: “tras este mal inicio, fuimos capaces de ganar al Rosenborg en casa y de empatar los otros dos encuentros ante Bayern y PSG“, explica el exportero. Andersson guarda un gran recuerdo de su visita a Múnich, pues “el Helsingborgs fue el único equipo que salió vivo del estadio del Bayern en toda la Champions“.
“Henrik Larsson es el jugador más importante de la historia del Helsingborgs”, asevera Sven Andersson
Andersson había llegado al Helsingborgs en 1993, con 29 años, y se mantuvo en el equipo hasta 2001. En su primera temporada allí coincidió con un joven delantero que ya apuntaba maneras, un tal Henrik Larsson. Pero solo compartieron vestuario durante algunos meses, ya que en noviembre de ese mismo año, el atacante -ya convertido en el ídolo absoluto de la afición- se marchó al Feyenoord. Pese a haber estado más tiempo en el club y haber protagonizado uno de los momentos más brillantes de su historia, Andersson lo tiene claro: “Henrik Larsson es el jugador más importante de la historia del club; yo puede que también esté en ella, pero siempre en un segundo plano”. Sin embargo, a Sven Andersson nadie le quitará nunca que, al menos por un día, fue el héroe de toda una ciudad. Eso sí, un héroe efímero.
Más de 20 años después, el destino ha querido que se vuelvan a reencontrar en ese mismo vestuario los dos jugadores más importantes de la historia del Helsingborgs: Larsson como entrenador y Andersson como preparador de porteros. En el Olympia aguardan ansiosos que el balón eche a rodar y desean que no pare de sonar What a beautiful day. Como aquel 23 de agosto de 2000 que Sven Andersson jamás olvidará.