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El apellido talismán

La família Ñíguez permanecerá para siempre ligada a la historia del Elche CF. Pasado, presente y futuro se unen a la entidad ilicitana a través de seis letras

Podríamos comparar, con algunas dosis de ambiciosa imaginación, el significado que tiene para el Elche CF la familia Ñíguez con algo parecido al fenómeno que unió en su día al Milan con los Maldini o a la selección de fútbol danesa con los Laudrup. Es indudable que hablamos de niveles mediáticas radicalmente desiguales y que mientras las gestas de algunos son conocidas en toda Europa, la de los otros no van más allá del orgullo local de una pequeña ciudad soleada del este de la península ibérica. Pero en todos los casos, el misticismo ha unido para siempre un apellido al recuerdo exitoso de una entidad. Como un fenómeno inexplicable, de repente los lazos sanguíneos alcanzan una trascendencia inusitada.

El presidente Sánchez Riquelme brinda junto a los jugadores por la consecución del, hasta la fecha, último ascenso a Primera División (Elchecf.es)
El presidente Sánchez Riquelme brinda junto a los jugadores por la consecución del, hasta la fecha, último ascenso a Primera División (Elchecf.es)

El Elche ha necesitado 24 años para volver a Primera División. Ha llovido mucho, demasiado, desde entonces. Tras la derrota por 3 a 1 en La Romareda en el epílogo de aquella fría temporada del 89, los ilicitanos bajaron del pedestal e iniciaron un largo periplo por las subdivisiones del fútbol español, mayoritariamente en Segunda, la actual Liga Adelante. 13 temporadas consecutivas llevaba compitiendo el Elche en la categoría de plata. El último ascenso se consiguió en 1988. Y por aquel entonces, un tal José Antonio Ñíguez, conocido como ‘Boria’, figuraba inscrito en el ramillete de delanteros.

Pues bien, tras mucho sufrir lejos del escaparate y tras un puñado de capítulos negros que convirtieron el ansiado retorno en una cuestión de frustrante análisis para la afición, el club se decidió a firmar en este pasado mercado invernal a Aarón, hijo del recordado ‘Boria’. El desenlace es de sobras conocido. El Elche CF, con Fran Escribá sentado en el banquillo, volverá a pasear su escudo por los campos de Primera el año que viene, después de haber completado una temporada de relumbrón que le mantuvo líder desde la primera jornada y le llevó a registrar la mejor primera vuelta de la historia en la categoría (49 puntos). Y, otra vez, con un Ñíguez entre sus filas.

‘Boria’ nunca será recordado como uno de los jugadores de mayor calidad que han vestido la camiseta del Elche, al igual que sonaría grotesco justificar todo el peso del ascenso actual de la entidad únicamente a los méritos deportivos de Aarón con su nueva camiseta -de hecho, ha contado con muy pocas participaciones-. Pero el efecto que ha producido la saga Ñíguez en el seno ilicitano no se debe a cuestiones de rendimiento o estadísticas forjadas sobre el terreno de juego. Su impacto es una intangible de difícil explicación, pero de solvencia contrastada.

El Elche del 88 y el actual guardan dos cosas en común: celebraron el ascenso y ambos contaban con un Ñíguez en sus filas

El padre, José Antonio, debutó con el primer equipo recién estrenada la década de los 80. Aparentemente poco técnico, se ganó pronto el cariño de la afición y el apodo de ‘Tigre de Matola’ (localidad valenciana de la que era natural) por la eficacia de su juego de espaldas y su enorme capacidad de sacrificio. Un jugador de esos que se hacen de querer con facilidad, y más cuando se alzó como unos de los estandartes del apodado ‘Elche de los Pitufos’, que conseguiría el ascenso tres años más tarde, y en el que contribuyó con 13 dianas. Su estreno en la élite no fue mucho mejor que el de todos sus compañeros; el éxtasis duraría poco, y el club volvería a descender esa misma temporada. Pero ‘Boria’ decidió persistir entre los suyos, al menos hasta lograr resituar la entidad en el lugar que merecía. La gesta se logró, como ya hemos comentado, en el 88. Pero para la vuelta en la máxima categoría, esta vez el emblemático delantero centro ya no estaría presente. Inició nuevas aventuras: primero en Sabadell, más tarde en Figueres y finalmente en Cartagena, siempre compitiendo lejos de los focos de la élite del fútbol español.

Una saga de lo más completa

Aarón vio la luz el mismo curso en que su padre sufría el citado desastre de La Romareda como si todavía fuera un jugador del Elche más, pero desde la distancia. Sus inicios incluso levantaron más expectativas que los de su progenitor. A los once años fue pescado por los ojeadores de Paterna, y poco a poco fue consolidándose como uno de los valores de futuro más esperanzadores del Valencia. Extremo diestro, suficientemente habilidoso para romper también hacia el centro y con mucho desparpajo, debutó con el primer equipo en el 2006, en un partido de Champions League ante el A.S Roma. Su estela, como la de tantos otros jóvenes futbolistas que acaban sucumbiendo ante la exigente presión de las ilusiones generadas, fue apagándose poco a poco. El conjunto ‘che’, ante la manca de minutos disponibles, lo cedió a diversos clubes, hasta que se acabó el contrato y el futbolista firmó en 2011 por el Almería. Resultado final de la carambola: un trotamundos de sólo 24 años que se ha especializado en estancias cortas en ciudades de Segunda (Jerez, Vigo, Huelva y la citada Almería) y que incluso ha comprobado cómo sabe el fútbol internacional en dos ocasiones (experiencias en el Glasgow Rangers escocés y el Iraklis griego). Todo eso antes de renunciar a una oferta este enero del exótico Arsenal de Kiev y establecer finalmente un contrato de cuatro años con el club de sus amores y raíces familiares, el Elche.

“Mis hermanos me envidian por estar hoy yo aquí”, aclaró emocionado el día de su presentación como nuevo jugador ilicitano. Aarón es el mediano de los tres hijos de ‘Boria’, todos ellos futbolistas. El mayor es Jony, mediocentro del Guadalajara, y el más pequeño Saúl, que intenta hacerse un hueco en los esquemas del ‘Cholo’ Simeone desde los filiales del Atlético. Se comenta que la entidad ilicitana ya ha tanteado en alguna ocasión la incorporación de ambos. Pero la directiva prefiere guardar sus cartas debajo de la manga. Quién sabe si en un futuro el Elche deberá volver a recurrir a su apellido talismán para recuperar la felicidad hoy celebrada…