Los petrodólares han transformado el fútbol mundial. Codiciosos, los clubes-estado proliferan y se multiplican como si de la variante Ómicron se tratara, infectando un deporte que ya permanecía achacoso. El PSG es uno de los máximos exponentes de este nuevo modelo de negocio futbolístico. Sin apenas recorrido histórico, el club parisino ha ido monopolizando talento a base de dinero y demostrando en cada ventana de fichajes que no hay nada imposible cuando la cartera es infinita.
A pesar de la metamorfosis que ha sufrido el PSG en la última década, desde la llegada de Valdo Filho en 1991, el conjunto parisino ha tenido la peculiaridad de edificar muchos de sus proyectos deportivos en torno a un futbolista brasileño de talla mundial. El último, Neymar, que todavía sigue siendo el fichaje más caro de la historia del fútbol y al que ya casi ni se le ve el pelo por las galas de premios como el Balón de Oro. En el reciente acto de France Football celebrado en París el pasado 17 de octubre, además de Benzema, Alexia, Gavi o Lewandowski, hubo un protagonista inesperado que, como Neymar, también es brasileño y también lideró un día al PSG.
EL HERMANO PEQUEÑO DE SÓCRATES
Tengo que reconocer que, por un momento, llegué a preguntarme ¿qué cojones hacía Chayanne en una gala del Balón de Oro? Con aspecto de haber protagonizado una de esas novelas románticas interminables que ponen en televisión después del almuerzo. Así apareció en el escenario Raí. Con solo tres letras, su nombre podría representar perfectamente las siglas de un partido político. Fue uno de los mejores jugadores de la década de los 90, estrella del PSG, de la selección brasileña y, por si fuera poco, hermano de Sócrates.
Para quien no lo conozca, como yo –ya me he documentado–, Raí era un futbolista espigado, con el porte distinguido de un secretario de la banca y la plasticidad de movimientos de un bailarín de danza clásica. Era un experto escapando de las zonas más concurridas del campo. Su capacidad para dominar el balón con casi cualquier parte del cuerpo lo convertían en alguien difícil de frenar. Poseía un excelente golpeo, infalible desde los once metros y en los lanzamientos de falta directa. Todo eso lo llevó a debutar con Botafogo a sus 19 años y a fichar por Sao Paulo tres años después. Con el conjunto tricolor paulista hizo historia al conquistar la primera Copa Libertadores, algo que les dio acceso a disputar la Copa Intercontinental de 1992.
Aquel torneo se jugó en Tokio y en la final se enfrentaron al famoso ‘Dream Team’ de Cruyff, que había ganado su primera Copa de Europa ante la Sampdoria. Los azulgranas se adelantaron en el marcador por medio de Stoichkov, pero dos chispazos de Raí, el último de falta directa, le dieron la vuelta al encuentro y el primer título Intercontinental a Sao Paulo. El nombre del hermano pequeño de Sócrates comenzó a sonar por los despachos de los mejores clubes de Europa. El PSG fue el más avispado de todos y acabó fichándolo en 1993. Además de convertirse rápidamente en capitán y guía del equipo, dejó una huella imborrable en París, tras ganar una Copa de la UEFA, dos ligas y una Copa de Francia.
Su condición de líder se hacía latente también en la selección brasileña, con la que ganó el Mundial de Estados Unidos en 1994. Comenzó aquel torneo como capitán, aunque lo acabó en el banquillo. La ‘Canarinha’ llevaba 24 años sin conseguir un Mundial, demasiados, por lo que el ganar pasó a ser una obligación por encima incluso del ‘joga bonito’. El equipo dirigido por Carlos Alberto se volvió más defensivo y, en esas lindes, Raí perdió su espacio. Acabaron ganando la final por penaltis frente a Italia. Un partido que muchos recuerdan como la peor final de la historia de los Mundiales.
DE LAS FAVELAS Y DE BOLSONARO
Raí estaba presente en la última gala del Balón de Oro porque allí se iba a hacer entrega a Sadio Mané de un premio que lleva el nombre de su hermano. Según France Football, ese galardón se le otorga al jugador o jugadora que haya llevado a cabo la acción solidaria o de conciencia social más destacada del último año. El mítico jugador brasileño aprovechó la ocasión que le brindaba el escenario para transmitir un mensaje cargado de contenido político. No podía ser menos cuando tu hermano mayor es Sócrates. “Mi país tendrá que tomar una decisión muy importante a finales de mes por un mundo mejor. Todos sabemos muy bien de qué lado estaría Sócrates, y todos estaríamos detrás de él. Es importante para Brasil y para todo el mundo”, expresó el exfutbolista mientras formaba con sus dedos la letra L, en referencia a Lula da Silva, líder del Partido de los Trabajadores de Brasil.
Aunque todo se decidirá el próximo domingo 30 de octubre, Lula ganó la primera vuelta de las elecciones con cinco puntos de ventaja sobre Jair Bolsonaro, a pesar del apoyo que recibe este último de la gran mayoría de futbolistas brasileños. Juninho Pernambucano, declarado abiertamente de izquierdas, suele hablar con la misma contundencia con la que golpeaba el balón parado. El exfutbolista del Lyon dijo en la #Panenka101 que “si nuestra democracia estuviera consolidada, Bolsonaro nunca habría sido elegido”. Después, en El País, afirmó revolverse cuando ve a un jugador o exjugador de derechas. “Venimos de abajo, somos el pueblo. ¿Cómo vamos a ponernos de ese lado? ¿Cómo podéis apoyar a Bolsonaro?”.
Esta es la realidad. Futbolistas criados en las favelas que “después de ganar dinero, han pasado de oprimidos a opresores”, como declaró Juninho a Panenka. Romario, Cafú, Rivaldo, Ronaldinho, Alves, Felipe Melo, Thiago Silva, Lucas Moura o Neymar, es larga la lista de estrellas brasileñas que han decidido dar la mano a Bolsonaro. Todos ellos comparten orígenes humildes y algunos incluso han sido criados en familias pobres, de las que el actual presidente de Brasil ha llegado a decir que “solo sirven para votar. Quien no tiene condiciones para tener hijos no debe tenerlos”.
Además de los mencionados Raí y Juninho, no son tantos, al menos no tan conocidos, los futbolistas que muestran su apoyo públicamente a Lula da Silva. Paulinho, joven extremo de 22 años del Bayer Leverkusen, ha respaldado al candidato del Partido de los Trabajadores a través de sus redes sociales. También lo ha hecho Igor Juliao, lateral derecho del Vizela, de la liga portuguesa. Asimismo, el exseleccionador y exentrenador del Real Madrid, Vanderlei Luxemburgo, ha llegado a tachar a Bolsonaro de “sociópata”. Walter Casagrande, que junto a Sócrates lideró la revolución ‘Democracia Corinthiana’ en plena dictadura en los años 80, también ha apoyado a Lula y ha cargado contra Bolsonaro: “Estamos viviendo un caos. Su gobierno está destruyendo el país”.
SI SÓCRATES LEVANTARA LA CABEZA
Así está el panorama a pocos días de conocer al nuevo presidente del país. Los futbolistas brasileños también juegan en estas elecciones y la gran mayoría de ellos ha dejado claro que prefieren patear con la derecha, aunque eso suponga disparar contra sus orígenes. Sócrates de Souza dijo que lo mejor que le dio el fútbol fue “la oportunidad de conocer a los seres humanos. Conocí a personas que sufrieron muchísimo y también conocí el otro lado de la sociedad, los que lo tienen todo. Pude ver las dos caras de la sociedad en la que vivimos”. A diferencia de la mayoría de estrellas del fútbol brasileño, él siempre supo de dónde venía.
Desclasados e incongruentes que hoy se apegan a Bolsonaro. Como Daniel Alves, criado en las favelas de Juazeiro y al que un día tiraron un plátano en un partido frente al Villarreal en el Madrigal, en un acto racista criticado por todos. O como Neymar, que hace poco defendía a Vinicius y expresaba que “el racismo y la intolerancia son inaceptables”. También Ronaldinho, hablando en rueda de prensa de acabar con este tipo de actos ocurridos en su etapa en el fútbol mexicano. Romario declaró que las sanciones impuestas por la FIFA en casos de racismo son “leves y de esa forma nada va a cambiar”, pero actualmente él es senador por el partido de Bolsonaro.
Aunque ambos compartan haber liderado un día al PSG, entre Raí y Neymar hay un abismo. 27 años de diferencia. Cuando uno se retiró del fútbol, el otro todavía no había llegado a debutar como profesional. Uno se pasea por los casinos y se fotografía con Bolsonaro, otro se matriculó en Ciencias Políticas y formó la fundación Gol de Letra, con el objetivo de atender a niños desfavorecidos de Brasil y permitirles el acceso a la educación y el deporte. Probablemente, el actual ’10’ del PSG pueda volver algún día al podio del Balón, pero no creo que lo veamos nunca recibiendo un premio Sócrates. O sí. Vete a saber. Donald Trump estuvo nominado al premio Nobel de la Paz.
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