Qué bonito debe ser aterrizar en una nueva ciudad y enamorar a todos sus habitantes. Fichar por un nuevo equipo después del ‘confort’ de toda una vida jugando en casa, y ganarte la confianza de tu entrenador y compañeros desde el primer segundo. Tener el cariño de una afición exigente, en la que ni el ‘txuri-urdin’ más negativo se atreve a decir una mala palabra de ti. Y, sobre todo, sabiendo que nadie te ha regalado nada. Inteligencia futbolística al servicio de una personalidad serena. Ha nacido un nuevo fenómeno. La ‘Braismania’ inunda toda la Concha, y las redes sociales adoptan la frase que nació un día en Vigo por parte de sus defensores acérrimos y que ahora se ha convertido en un proverbio de obligado conocimiento: “Brais Méndez xoga para os que saben de fútbol”.
Porque Brais Méndez es un tipo que nunca levanta la voz. Quienes achacaban un elevado precio para un jugador que creían que no valía tanto, lo tildan de ‘ganga’ tan solo dos meses después. La adaptación del mosense a un complejo -por lo exquisito- engranaje como es el de la Real Sociedad de Imanol Alguacil ha sido tan sorprendente como excelsa. Tanto es así que la Inteligencia Artificial de Olocip equipara el impacto de su fichaje al de un ‘don nadie’ en este deporte como Robert Lewandowski.
En este primer tramo de campaña, el Reale Arena ha sacado una virtud del gallego hasta la fecha desconocida: el gol. ¡Y qué virtud! No es lo mismo ser un jugador con gran llegada a posiciones de disparo desde segunda línea que marcar goles, lo más cotizado en el mundo del fútbol. De lo primero, hay montones, de lo segundo, unos pocos elegidos, y Brais Méndez está arrasando con todo. Y es que los datos sientan cátedra: máximo goleador de su equipo y quinto de la Liga sin ser delantero. Si a eso le sumas todo el talento puro traído de casa, cultivado en las playas de Vigo y exportado cerca de la frontera con Francia, sale un futbolista total.
La colosal velocidad de Brais con el balón y su enorme capacidad técnica le facilitan la creación de ocasiones de gol encontrando pases en profundidad a la espalda de los centrales
El primer y mayor sorprendido por su rendimiento es Imanol Alguacil, su entrenador, que lo ha posicionado en el pasillo central, donde se mueve con más libertad que en el Celta, habitualmente desplazado a la banda derecha. “Es un lujazo tenerlo, por lo deportivo y por lo personal”, babea el técnico oriotarra. El sistema ofensivo de la Real, amigo del balón y enemigo del ‘cerrojazo’, le va de perlas al mosense, de 25 años, la edad perfecta para explotar.
En un esquema de partida de 4-4-2 en rombo, donde los movimientos de los centrocampistas son vitales para encontrar al hombre libre de marca, Brais se sitúa en el interior derecho a pierna cambiada, utilizando su zurda para venir hacia dentro, su zona de influencia y peligro. Asimismo, pasando momentáneamente a un 4-3-3 en ataque, cuando el extremo recibe en banda, con Kubo o Barrenetxea, arrastra la marca del lateral contrario, generando un espacio que es atacado por uno de los mediocentros mediante un desmarque de ruptura con el que llega a área contraria y finaliza jugada. De ahí la influencia mayúscula del gallego en esta trabazón, siendo el jugador con más finalizaciones de su equipo.
En transiciones ofensivas, la Real Sociedad es amante del fútbol veloz y el ataque de espacios con gran precisión, aprovechando para contraatacar si surge la oportunidad. Aquí, la colosal velocidad de Brais con el balón y su enorme capacidad técnica facilitan la creación de ocasiones de gol encontrando pases en profundidad a la espalda de los centrales. De otro modo, si la posibilidad de contragolpe no existe, tiene el temple y la paciencia para buscar un pase de seguridad y reiniciar la jugada mediante una acción combinativa. “Un hombre que es un maestro en la paciencia, es un maestro en todo lo demás”, dijo George Savile, escritor del siglo XVII y primer marqués de Halifax, acerca de una de las cualidades más subestimadas de nuestra sociedad.
Un guante en la bota de la que salen centros envenenados que acaban muchas veces en gol, incluso sin la necesidad de conectar con ningún rematador
A las diferentes fases de partido se añade la estrategia a balón parado, de la cual Brais Méndez se ha hecho dueño y señor. Un guante en la bota de la que salen centros envenenados que acaban muchas veces en gol, incluso sin la necesidad de conectar con ningún rematador. La suya es una pierna izquierda de matrícula de honor dentro de un equipo de zurdas privilegiadas. Merino, Silva, Oyarzabal, Kubo o Momo Cho, son solo algunos ejemplos.
De nada serviría todo lo anterior, si su implicación en labores defensivas no estuviera a la altura de su juego. Es el jugador ‘txuri-urdin’ con mayor número de recuperaciones por encuentro y el segundo con más duelos defensivos ganados, solo por detrás de Zubimendi, algo muy valioso para Alguacil. El centrocampista de Mos es un pilar fundamental en la presión alta del conjunto donostiarra, en una temporada en la que su técnico opta por un marcaje uno contra uno durante los 90 minutos.
La ‘Braismanía’ es la nueva moda. Porque, aunque este viaje acabe de comenzar, la Real Sociedad y Brais Méndez ya están unidos por ‘el hilo rojo’. La leyenda japonesa cuenta que aquellos que estén unidos por un hilo rojo invisible tienen como objetivo encontrarse en la vida. Según este mito romántico, los conectados por este filamento están destinados a convertirse en almas gemelas, y vivirán una historia de amor. No importa cuánto tiempo pase o los obstáculos que se encuentren en el camino, el hilo rojo podrá enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse… pero nunca romperse.
SUSCRÍBETE A LA REVISTA PANENKA
Fotografía de Getty Images.