“Llévame al centro comercial el martes, hoy tenemos merienda en lo del tío Juan, vamos a cenar este sábado y hagamos un sendero el domingo”. A ver cómo te las ibas a ingeniar para decir que no a todos esos planes si no tuvieras el fútbol como excusa. La cosa se está poniendo cada vez más complicada y organizar el calendario es toda una odisea. Los buenos futboleros tienen el almanaque con más cruces que una quiniela y la agenda casi tan apretada como la de tu peluquero el día 23 de diciembre. Antes de aceptar cualquier plan, deben comprobar bien que no les coincida con el Barça-Getafe de la tercera jornada o con ese Chelsea-Liverpool que se jugaba entre semana.
Nunca has sido profesional, pero el fútbol siempre ha estructurado tu semana. Entrenamientos, pachangas con los colegas y acudir al estadio para ver a tu equipo. “In that order”, como diría Gareth Bale. El esférico condiciona tu día a día, haciendo las funciones de inhibidor de malestares cuando la cosa sale bien, y chafándote un prometedor lunes por no haber querido entrar en la portería el domingo por la noche. Eres dependiente de un deporte que, seguramente, te genere más problemas de los que te quita. Pero te da igual. Seguirás llegando de trabajar a las 19h, tirarás los zapatos de seguridad, te quitarás el mono, te pondrás la bolsa en el hombro y saldrás pitando para llegar a tiempo al entrenamiento de las 20h. Y cuando vuelvas a casa, te ducharás con prisa porque tienes que ver el Osasuna–Sevilla.
El esférico condiciona tu día a día, haciendo las funciones de inhibidor de malestares cuando la cosa sale bien, y chafándote un prometedor lunes por no haber querido entrar en la portería el domingo por la noche
Así somos los locos del fútbol. Coleccionistas y generadores de disgustos que, solo a veces, merecen la pena. Sobre todo, cuando tu equipo gana y tú has sido el mejor del partido. Mohamed Buya, delantero del Mälmo FF y de la selección de Sierra Leona, no acudió a su boda porque tenía que incorporarse a los entrenamientos con el club sueco. “Lo primero es lo primero”, debió pensar. Para que su mujer no se viera sola en el altar y el enlace matrimonial pudiera realizarse, decidió convencer a su hermano para que lo sustituyera y fuera él quien se casara. Al final va a ser verdad eso de que “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”.
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Fotografía de Getty Images.