Este escritor (Barcelona, 11 de enero de 1943) soñaba en su niñez con ser explorador, capitán de barco y torero, pero estudió derecho antes de convertirse al club de los desarraigados. Londres y Nueva York fueron parte del peregrinaje de un hombre inquieto, fabulador, retratista de la trastienda, militante de la ironía como contrapunto saludable a la fatalidad. Conversador espléndido, aborrece la idea del fútbol como metáfora de la vida y siente fascinación por personajes de su Barça como Kubala y Cruyff. Cuando disfruta de la cháchara sonríe y se le achinan los ojos pues siempre sintió el fútbol como una fiesta.
“Yo ahora estoy incómodo con este Barça, porque me he pasado media vida sufriendo. Soy de la tradición sufridora. Esto cambió con Cruyff. Johan hizo una cosa importante, que fue darle al fútbol el sentido metafórico que tiene desde entonces. El fútbol como símbolo de casi todo, uno de los males de nuestro tiempo. Podía haber sido presidente de la Generalitat si se lo hubiera propuesto y además era bastante poco angelical. Todo el mundo sabía que era un hombre de negocios y los hombres de negocios no salen en los cuentos infantiles. Eso lo humanizaba y le daba otra dimensión. Los otros eran jugadores de colección de cromo”.
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“Messi es un personaje muy catalán. Ha ido a caer al sitio indicado. Son estos personajes extraordinarios pero que dan ganas de abrazarlos y bañarlos. Un poco como Copito de Nieve. Estos tipos que los catalanes enseguida queremos adoptar. En cambio en Argentina, que es un país muy mítico, tienen otros mitos como Maradona, Gardel, el Che y Evita. Personajes trágicos pero de gran ambición. Ahí no tiene nada que hacer. El lugar de Leo es en todos los pesebres de Catalunya”.
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“En el Barcelona tenemos al mayor conjunto de extraordinarios jugadores que dan pena, pero esto nos encanta. Es este buenismo y el desvalimiento que tanto nos gusta. Son como personajes de Dickens. Aquí lo que queremos es querer a nuestros personajes, a nuestras estatuas, al caganer… esta cosa tan catalana y, claro, Messi es el paradigma. Este elemento de Alicia en el País de las Maravillas que tiene Catalunya”.
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“Mantengo muy mala relación con la idea del Barcelona como algo más que un club, que quiere decir que es el símbolo de Catalunya. Cuando ha sido aceptado y ya nadie lo discute, el resultado es que Catalunya no es más que un club. Y claro eso yo creo que hay que evitarlo. No me gusta escribir de fútbol y no tengo pensado hacerlo precisamente por eso. Parece que exista la moda de que todos los intelectuales tengan que escribir de fútbol”.
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“Antes se consideraba al fútbol un espectáculo embrutecedor. También eso es discutible. El deporte ha estado presente en la antigua Grecia, en Babilonia… No me parece el fútbol una cosa banal, simplemente digo que nuestra filosofía de vida no debe pasar por el fútbol. No debe ser nuestra Biblia, ni Punto Pelota debe ser el sustituto de los diálogos de Platón”.
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“Siento y practico la afición al fútbol como un motivo para pasarlo bien. La mayoría lo usa para insultar, agredir y poder finalmente estar tan triste y desesperado como le gustaría estar”.
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“No pondría el fútbol en la misma liga del arte. Es cierto que uno se entretiene y se distrae, pero hay más cosas. Parece que el fútbol está cogiendo la exclusiva. El día que no hay fútbol, uno se queda en casa en un estado de estupor. ‘¿Pero es posible? ¿Qué hago ahora con las horas y con mis sentimientos?’ No se le ocurre que puede dedicar el tiempo. ¡Qué sé yo! A su familia por ejemplo. Hay demasiada gente que está viviendo su vida a través del fútbol”.
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“Las mujeres odiaban el fútbol porque era el rival más fuerte de la vida familiar. Al nal el fútbol ha ganado y las mujeres se han incorporado. ‘¡Si no puedes ganar al enemigo, únete a él!’, pensaron. Ahora están ahí en las tertulias, practicando. Habría que preguntarles si de verdad o sólo para tener un lugar en el mundo”.
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“Si eres del Barça, en todas partes conectas con la población local en los sitios más remotos y a un nivel sorprendente. Uno llega, dice que es de Barcelona y ya hay tertulia. En mitad de la selva o en un iglú. Y eso crea una cierta cordialidad“.
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“El deporte más literario es el boxeo porque es el más dramático. Hay un individuo solo contra otro, historias que siempre acaban mal, gánsters… Las buenas historias son de perdedores. En el fútbol no hay buena literatura. Hay muy buenos libros de comentarios del juego. El fútbol es un relato en sí mismo que viaja mal a otras estructuras narrativas”.
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“El penalti es mi momento preferido, el de mayor dramatismo, porque hay dos personas enfrentadas. A los aficionados no le gusta. A mí me encanta. Me gusta ese espectáculo, no tiene nada que ver con el fútbol, podrían hacer un pulso”.
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“Existe el fútbol que se ve por televisión y el que se ve en el campo. El relato televisivo es una interpretación que nos cuentan grandes artistas anónimos, que son los que nos están transmitiendo un cuento vagamente basado en hechos reales”.
Esta entrevista forma parte del #Panenka03, un número que todavía puedes conseguir aquí.