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Meikayla Moore y la peor hazaña posible

Meikayla Moore, defensa neozelandesa del Liverpool, se convirtió en la primera futbolista en marcar un hat-trick a Estados Unidos... en propia puerta

Meikayla Moore es la protagonista de esta historia. Una de esas en las que la protagonista ni sabe, ni entiende, ni espera la que se le viene encima. Un día que comienza como cualquier día de partido. Con un desayuno saludable tras un sueño reparador. Agarrar la mochila con las pertenencias y, junto a las compañeras de la selección, tomar el camino al campo de fútbol. En el marco de la historia, la segunda jornada de la She Believes Cup. Sobre el verde, la poderosa Estados Unidos frente a Nueva Zelanda. Perder puede entrar dentro de los planes ante la vigente campeona del Mundo. Moore, como defensa, es consciente de ello.

Pero qué caprichosa es la vida. O la crueldad. O una mezcla amarga de ambas que se ceba con la zaguera nacida en Christchurch. A los cuatro minutos de partido, Sophia Smith lanza un centro desde la izquierda al corazón del área. Uno de esos servicios que se cuelan entre defensa y guardameta y que, en líneas generales, suelen ser un quebradero de cabeza. Aparecen las dudas. ¿Saldrá la guardameta? ¿Despejará la defensa? En el primer palo, y sin observar qué rematadoras llegaban en primera línea, Moore trató de despejar con la diestra. Primer infortunio. El esférico golpeaba la espinilla de la actual futbolista del Liverpool y superaba a Erin Nayler.

Moore se echaba las manos a las rodillas en ese tan simbólico gesto de decaimiento. Los ánimos de sus compañeras parecían recomponer a la joven central de 25 años. Pero el segundo golpe fue encajado tan solo un minuto después del primero. Era el 5′ de partido. Una internada en tres cuartos de campo de Ashley Hatch. Levanta la cabeza para encontrar el desmarque de su delantera. Un centro llovido al corazón del área y Margaret Purce, que gana el salto a su marcadora, trata de conectar un testarazo. La conexión entre la cabeza de Purce y el esférico es nefasta. Apenas roza el balón. De entrada, el error de la ariete estadounidense podía entenderse como una buena noticia para el cuadro oceánico. Salvo que el destino juegue en tu contra.

Porque el error de la delantera provocó que el balón impactase directamente en la cara de Moore, que sin entender como se había llegado a esa situación, observaba como la pelota se colaba en el fondo de la red defendida por Nayler. Portera y defensa se miraron durante apenas unos segundos. Tan solo atinaron a levantar tímidamente las manos en un gesto de incomprensión. Era el segundo gol en propia meta que anotaba la futbolista formada en clubes neozelandeses como el Burwood AFC, el Avon United o el Coastal Spirit. Con ese panorama, no sería de extrañar que cualquiera hubiese solicitado el cambio a su técnico. Una mirada al banquillo haciendo rotar ambos dedos índices. El clásico “no es mi día”. Los ánimos abatidos.

No solo se hace historia en lo positivo. Cualquiera, Moore incluida, sueña en grande. Levantar un Mundial. Quizás marcar el gol decisivo. O evitar la derrota de tu selección salvando un esférico bajo palos. Pero, por evidentes razones, también se debe ser protagonista de las peores hazañas. Y el destino de la neozelandesa ya estaba escrito desde primera hora de la mañana. Purce, de nuevo protagonista, arrancó por el carril diestro y se internó hasta el interior del área. Sacó un centro a ras de césped. Un golpeo duro, seco. Un servicio que de nuevo encontró a Moore. La infortunada defensora trató de despejar con la zurda, pero erró al medir los tiempos. En vez de conectar el balón controlado con el interior del pie, este encontró su exterior y puso de nuevo rumbo a la meta de Nayler.

 

Le había anotado un hat-trick a Estados Unidos. Tres tantos contra la mejor selección del mundo. Si ya es complicado anotar tres goles, hacerlo en propia portería es algo prácticamente irrepetible

 

Las manos ya no se echaron a la rodilla, sino que alcanzaron los tobillos. Sola y abatida regresaba a su posición. En apenas 35 minutos había logrado una hazaña con la que muchos sueñan. Le había anotado un hat-trick a Estados Unidos. Más aún. Se trataba de una tripleta perfecta. Un gol con la diestra, el otro con la cabeza y el último con la zurda. Tres tantos contra la mejor selección del mundo. Si ya es complicado anotar tres goles, hacerlo en propia portería es algo prácticamente irrepetible. Un hito único del que no se recuerda otro precedente en la historia. Una hazaña cruel, sin lugar a dudas. Pero hazaña en cualquier caso.

Meikayla miró el área técnica y vio como su dorsal se iluminaba en la tablilla del cuarto árbitro. Apenas habían transcurrido 40 minutos de partido. Ni siquiera habían esperado al descanso para efectuar la permuta. Moore, con la mirada perdida, chocó sus manos con Rebekah Scott casi por inercia y se sentó en el banquillo. Sus ojos se inundaron de lágrimas. Poco o nada se podía hacer ya para recuperar los ánimos de la futbolista. Y este no era el primer varapalo que sufría con su selección.

Tras una buena temporada en las filas del Duisburg alemán, en 2019 la jugadora fue seleccionada como parte de la plantilla que debería competir en el Mundial de Francia. Sin embargo, la semana previa al estreno de su combinado en el certamen de selecciones, su tendón de Aquiles se quebró a la par que su sueño de disputar una Copa del Mundo. Quince meses después y tras una tediosa recuperación, la resiliente futbolista regresó a las canchas para firmar por el Liverpool. Con el alta médica también llegó su regreso a la selección. La suerte no ha sido su gran aliada, tal y como se pudo comprobar el pasado domingo.

El partido acabó con 5-0 en el marcador. En la segunda mitad, Hatch primero y Pugh después acabarían por redondear el electrónico y sentenciar un duelo que Moore recordará para siempre. Primero, con dolor. Con incomprensión. Con cientos de preguntas sobre cómo puede haber ocurrido todo lo que ha ocurrido. Preguntas sobre la suerte o lo caprichoso del destino. Pero luego el dolor dejará paso a la aceptación y con ello, a buen seguro y en un tiempo, al humor. Al humor negro. A las bromas y comentarios jocosos. Ante tal situación no queda otra que reírse. Para muchos, el humor sana. Y es que, ¿quién más puede presumir de haber anotado un hat-trick perfecto a Estados Unidos?

 


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Fotografía de Getty Images.