Es imposible que el fútbol y la política vivan separados: son parte de una misma realidad y sus caminos se cruzan continuamente. Pretender que la política y el fútbol vivan realidades paralelas, sin ni siquiera rozarse, es sencillamente imposible; tanto como vivir en un bloque de pisos y no cruzarse nunca con un vecino.
La mezcla es inevitable. Por eso muchos futbolistas se metieron en política una vez retirados, como George Weah, Bebeto, Romário, Kaladze, entre muchos otros. Pero lo que resulta bastante más llamativo es que un jugador en activo se moje, que se posicione abiertamente, como Kylian Mbappé en contra del discurso de la extrema derecha que inunda peligrosamente el mapa electoral de Francia (y de buena parte de Europa).
En realidad, las declaraciones de Mbappé, y las de compañeros de selección como Ousmane Dembélé, son una excepción. El miedo y la prudencia suelen atenazar al jugador cuando se le invita a hablar de cuestiones sociales o políticas. En general, el futbolista cree que sus palabras, sean cuales sean, le perjudicarán. Mejor no tomar partido, piensan casi todos.
Sin embargo, también ha habido futbolistas conscientes de que su repercusión pública les convertía en líderes de opinión. Y la aprovecharon para mojarse sin complejos cuando estaban en activo:
Cristiano Lucarelli
Nacido en Livorno, la cuna del comunismo italiano, nunca ocultó sus simpatías por la izquierda. Cuajó una carrera con ciertos altibajos, siempre acompañado por sus ideas políticas, que de hecho llegaron a condicionar su trayectoria. Hijo de un trabajador del puerto livornés, cuando marcó su primer gol con la sub-21 italiana, Lucarelli mostró una camiseta del ‘Che’ Guevara que levantó una enorme polémica en su país. Tras jugar un año en el Valencia -sin demasiado éxito, aunque alimentó su palmarés con una Copa-, Lucarelli regresó a Italia para jugar en el Torino, aunque su mente siempre estuvo en el Livorno. Bajó de categoría, de la Serie A a la B, para jugar con el equipo de su ciudad (lo hizo con el dorsal 99, año de fundación de las Brigadas Autónomas Livornesas, grupo de seguidores del club) y llegó a renunciar a medio millón de euros para jugar en primera con su equipo. “Otros futbolistas se compran yates o Ferraris. Yo me compré la camiseta del Livorno”, dijo.
Ricardo Quaresma
Jugador de larga -y errática- trayectoria, el portugués se posicionó públicamente en 2020, cuando plantó cara a André Ventura, el líder del partido de ultraderecha Chega, que había desembarcado en el parlamento portugués unos meses antes. “Es triste que haya alguien que intente triunfar en la vida poniendo a la gente en contra de los demás. La selección nacional es de todos los colores, pero el populismo racista de Ventura sólo sirve para enfrentar a los hombres en su ambición de poder”, dijo el futbolista. Casi de rebote, Ricardo citó a Artur Quaresma, futbolista que varias décadas antes se había opuesto a la dictadura de Salazar. “No es pariente mío, pero es una inspiración porque estuvo del lado correcto de la historia”, abundó Ricardo.
Paolo Di Canio
“Soy fascista, pero no racista. Hago el saludo romano para saludar a mis aficionados y a los que comparten mis ideas”. La imagen de un jugador de la Lazio, Paolo Di Canio, celebrando un gol con el saludo fascista impresionó a toda Europa en el mes de enero de 2006. Hijo de un albañil que trabajaba en las entrañas del estadio Olímpico de Roma, Di Canio formó parte en su juventud de ‘Irrudicibili’, el grupo ultra de la Lazio, de ideología ultraderechista. Admirador de Mussolini, lleva tatuado el lema DUX, en referencia al líder fascista italiano, un tatuaje que le costó el puesto como comentarista de Sky Sports.
Paul Breitner
¿Un jugador de ideología maoísta en el Real Madrid presidido por Santiago Bernabéu? Podría ser el inicio de un chiste, pero fue real. Paul Breitner llegó al club blanco en 1974, como flamante campeón del mundo; pero lo más sorprendente no fue su abundante cabellera, sino que se presentaba en el vestuario con un libro bajo el brazo, y no un libro cualquiera, sino el Libro Rojo de Mao Zedong. En 1975, el derecho a la huelga aún no estaba regulado en España, pero Breitner donó medio millón de pesetas a unos obreros de la fábrica Standard que habían pedido ayuda a los jugadores del Real Madrid. Los directivos del club le recordaron que en España la huelga era ilegal, pero Breitner no se arrugó. “Con mi dinero hago lo que quiero”.
Neymar
Cuando Brasil debatía entre Lula y Bolsonaro, algunos jugadores lo tuvieron claro. Fue el caso de Neymar, que se fotografió varias veces con el líder ultraderechista. “Son futbolistas que después de ganar dinero, han pasado de oprimidos a opresores”, dijo en su día Juninho Pernambucano a Panenka, en alusión, por ejemplo, a Neymar, que sigue siendo el fichaje más caro de la historia del fútbol. “Lo que me movió a exponerme”, justificó Neymar, “son los valores que Bolsonaro promueve, la familia y la libertad”. Antes del Mundial de Catar, Neymar participó en un streaming y fue aún más contundente: “Sería maravilloso que Bolsonaro fuera reelegido y que Brasil fuese campeón del mundo”. Pero Lula ganó las elecciones en segunda ronda y Brasil cayó eliminada en cuartos de final ante Croacia.
Oleguer Presas
En 2007, cuando ya era jugador del primer equipo del Barça, Oleguer Presas publicó un artículo en el diario Berria. En el texto, criticaba los “puntos negros” del Estado de derecho español y lamentaba que se hubiera usado políticamente la huelga de hambre del etarra Iñaki de Juana Chaos (al que no defendía abiertamente, en contra de algunas interpretaciones). Oleguer, que siempre se posicionó a favor de movimientos antisistema, desató una auténtica tormenta política. Joan Laporta se vio obligado a darle un toque de atención y Oleguer vio rescindido de manera fulminante su contrato con la firma deportiva Kelme. Mientras estaba en activo, Oleguer siempre se declaró anticapitalista e independentista (su voto era para la CUP). Su primer y único gol con el Barça se lo dedicó a David, un chico de Sabadell que había sido detenido por la policía por colocar pegatinas antifascistas en las calles de la ciudad.
Salva Ballesta
“Le tengo más respeto a una caca de perro”, respondió Salva Ballesta cuando en su momento le preguntaron precisamente por el posicionamiento político de Oleguer. Hijo de militar, el delantero que pasó por Racing de Santander, Atlético, Levante, Valencia y Málaga, entre otros equipos, nunca ocultó sus ideas políticas. Cuando ETA aún mantenía su actividad terrorista, Ballesta se mostró partidario de la contundencia policial (“dadles 72 horas a los que hay que dárselas y verás cómo con esto acaban rápido”) y siempre defendió con vehemencia a las fuerzas armadas y policiales. Siempre aseguró que nunca jugaría en una selección autonómica y llegó a declarar que le gustaría conocer a Antonio Tejero, el militar golpista del 23-F.
Sócrates
De Sócrates, prematuramente fallecido a los 57 años, se recuerda su estampa elegante, su gran golpeo de balón y su compromiso político. Médico de formación, hijo de un funcionario público amante de la filosofía y la literatura, Sócrates militó en el Partido de los Trabajadores y fue uno de los futbolistas que con más vehemencia se opuso a la dictadura militar brasileña. Fue uno de los impulsores de la Democracia Corinthiana, el régimen de autogestión que varios futbolistas propusieron en el Corinthians. Todo, desde la táctica de los partidos hasta los hoteles de concentración, pasando por los fichajes, se decidía por votación entre todos los miembros del equipo. En 1983, instó al voto popular desde su camiseta del Corinthians (‘Dia 15, vote’, rezaba el lema) y ese mismo año, en el campeonato paulista, saltó al césped portando una pancarta que rezaba ‘ganar o perder, pero siempre en democracia’. Sócrates llamó Fidel a uno de sus hijos, por el líder cubano Fidel Castro.
Pepe Reina
Reina acaba de dejar el Villarreal, pero no el fútbol. En 2020, en plena pandemia, publicó un mensaje en las redes sociales con un apoyo implícito a una manifestación convocada por Vox. “Parece que ha salido gentecilla a la calle, ¿no?”. Se formó tal revuelo que el portero, entonces en las filas del Aston Villa, tuvo que emitir un comunicado. “Siento profundamente que defender las libertades y garantías de convivencia en un marco constitucional pueda ser interpretado como forma de fascismo. También siento no conseguir para algunos ser algo más ‘coherente’, pero tengo la conciencia y las ideas muy claras”. Reina ha expresado en varias ocasiones, sobre todo en las redes sociales, su desacuerdo con las políticas del gobierno del PSOE. “Si fueran otros estaban con tanques en las calles”, llegó a decir.
Borja Iglesias
Si hay un futbolista capaz de comprometerse sin miedo a la reacción de la gente, es Borja Iglesias. “No os enfadéis, que lo ha dicho Kylian, no yo”, colgó en las redes después de que Mbappé llamase a movilizarse contra la extrema derecha. La ironía venía a cuento porque Borja ya está acostumbrado a recibir miles de insultos y amenazas en las redes: el suyo es un posicionamiento más social que político, como cuando se pintó las uñas de negro para apoyar el movimiento ‘Black Lives Matter’. También ha participado en campañas en contra de la homofobia: “En 2022 la cifra de agresiones contra la orientación sexual se ha incrementado un 70%. A mí no me agreden por ser heterosexual. Por eso, más que nunca, #muchoorgullo”.
En vísperas de las elecciones generales del 23 de julio de 2023, Iglesias escribió: “Ojalá seamos conscientes de la importancia que tiene el día de hoy para el futuro. Para cuidar nuestros derechos humanos y seguir creciendo. Os animo a votar, votemos a favor del progreso”.
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Fotografías de Getty Images.