El pasado fin de semana comenzó la Liga. El día 3 se jugó el partido inaugural en Chennai, que enfrentaba a los locales con el Atlético de Calcuta, mi exequipo. Nosotros debutamos al día siguiente, el domingo 4. Nos enfrentábamos a Delhi Dynamos, uno de los candidatos al título a priori. Es muy difícil prever cómo se sucederán las cosas aquí, y el fútbol, que ya de por si lo es, aquí toma todavía más ese carácter imprevisible. Factores como un calendario muy apretado –cosa que implica lesiones frecuentes-, los estados del terreno de juego, el clima y el nivel de los jugadores también añaden leña a ese carácter. En Delhi, el entrenador-jugador es Roberto Carlos. Mítico. No está en su mejor momento de forma, pero contra nosotros, al ver el marcador contrario durante el descanso, se quitó el chándal y jugó toda la segunda parte. En Delhi hay también jugadores de la talla de Malouda y Riise, además de Toni Doblas. El partido acabó 2 a 0, primera victoria en casa y tres puntos que nos vinieron muy bien para la confianza que da un comienzo bueno.
Para los que no hemos tocado la élite máxima de este deporte, es realmente un placer y un orgullo enfrentarse a jugadores con tanta leyenda como los que hay en esta competición. Uno pierde de vista esas sensaciones en el momento que está en el campo o en el vestuario. Pero una vez fuera, jugar contra Anelka, Mutu,Malouda, Riise y compañía provoca el cosquilleo típico de las cosas que emocionan. O compartir vestuario con Lucio, Leo Moura o el mismo Zico. Aunque éste último, nuestro entrenador, ya no juega, estoy seguro de que si se pusiera a ello, algún detalle de calidad dejaría escapar. En los 40 días que llevamos juntos aún no le he visto tirar a portería en los entrenamientos un balón que no acabara entre los tres palos.
Para los que no hemos tocado la élite máxima de este deporte, es realmente un placer y un orgullo enfrentarse a jugadores con tanta leyenda como los que hay en esta competición
El segundo partido lo jugamos el miércoles 7, o sea, tres días después del debut. Esta vez recibíamos de nuevo en Fatorda al Atlético de Calcuta, cuyo jugador franquicia es el portugués Hélder Postiga, y que cuenta con una lista de jugadores españoles de mucho talento, igual que el año pasado, ya que que el Atlético de Madrid es copropietario del equipo. Empezamos perdiendo 0-1 en el minuto 13, pero después de mucho remar y de un buen partido conseguimos empatar y llevarnos un punto que nos deja en buena posición en la tabla. Aunque aun es muy pronto y ayer domingo 11 jugamos contra Chennai para completar una semana de 3 partidos de locales para comenzar con 4 puntos de 9 posibles.
He revivido momentos muy especiales en este inicio de la ISL. No es lo mismo recordar que revivir. Y todos, absolutamente todos, merecen la pena. Incluidas las cosas que te sacan de juicio, porque una vez las pasas y después las repasas, te hacen realmente replantearte si lo que tenemos por normal debería llevar ese adjetivo. Revivir los momentos previos al partido, con tantas esperas tan típicas que no quiero repetirme, o el público estando absolutamente entregado al show (para los 7 partidos que disputaremos de local ya están todas las entradas vendidas desde antes de empezar). Luego está el tema de los árbitros, que es realmente destacable. El que no lo sufre en el campo, como es mi caso por ejemplo viendo los partidos de los rivales, se tiene que reír porque es de chiste. Pero sufrir un arbitraje en esta liga, y cuando digo sufrir me quedo cortísimo, es una experiencia casi destructiva. En el segundo partido contra ATK, nos quedamos los 20 últimos minutos con un hombre más por expulsión. Zico decidió hacer dos cambios. La norma dice que siempre tiene que haber 5 jugadores indios en el campo, y como nuestro portero es brasileño, Zico decidió sustituir al portero titular por el portero indio para meter otro jugador foráneo en el campo, y así poder meter a Luca por otro indio. Pero todo este lío no es nada. El cuarto árbitro se equivocó a la hora de sacar los dorsales que indican quien entra y quien sale, no una sino dos veces. Así que a la segunda que le recriminaron el error, se enfadó, dejó el cartel y dijo que ya no se hacían los cambios. Nueve minutos de reloj estuvo el partido parado por la torpeza-arrogancia de la máxima autoridad en un estadio que es el cuarto árbitro.
Pero luego lo cuentas o lo escribes para una revista y celebras que haya ocurrido. Filosofía. ¡Y más salsa! Y muy picante, que estamos donde estamos.
Hoy hemos ido al registro de la policía… pero eso, que tampoco tiene desperdicio, me lo guardo para siguientes entregas.