CF GELIDA VETERANS 3-1 EC KUBALAS TERRASSA
El 90% de las canciones de pop hablan de amor y el 85% de éstas, de amores imposibles, rupturas y otros quebraderos del corazón. Así lo certifica una lista que confeccionó la BBC con las composiciones más escuchadas de la historia. Tras un primera posición copada por el Happy Birthday, pieza trampa, pues cada día lo entonan millares de personas alrededor del mundo, aparecen títulos como Yesterday, de los Beatles, Unchained Melody, de los Righteous Brothers, Stand By Me, de Ben E. King, o Every Breath You Take de Police. Melodías todas ellas impregnadas de un mohíno halo nostálgico.
Siempre que he entrevistado a un músico y le he preguntado el porqué de esta tendencia a recrearse en sus desaventuras y traumas sentimentales, la respuesta, más a menos, tiene un común denominador: cuando estás triste necesitas desprenderte de ese sentimiento negruzco y la escritura es uno de los mejores métodos para ello. Contrariamente, cuando te embarga la felicidad, no quieres perder el tiempo expandiendo tu creatividad porque lo único que ansías es exprimir al máximo la vivencia. Dicho de otra manera: ¿quién va a ser el cenutrio que a coger una guitarra cuando puede echarse un buen revolcón?
El sábado nos enfrentábamos al EC Kubalas de Terrassa, uno de esos rivales directos por compartir con espacio vital en la parte baja de la clasificación. Peor aún, es un equipo que nunca se nos ha dado excesivamente bien. Aun así, y pese a que teníamos media plantilla lesionada, de fin de semana o sancionada, tal vez por aquello que cuando has tocado fondo, libre de toda presión, ya solo puedes ir hacia arriba, había ese algo intangible que nos llevaba a estar convencidos de que esta jornada sí, íbamos a sumar nuestra primera victoria de la temporada. Como siempre, empezamos dominando, pero a diferencia de lo habitual hasta ahora, fuimos nosotros los que nos adelantamos en el marcador. El Kubalas llegó dos veces a portería a lo largo de los 90 minutos. Javito sacó una mano espectacular en una de ellas. La otra, pese a que volvió a marcarse dos paradones, cuando le fusilaron por tercera vez consecutiva, el balón entró. 1-1, acabó la primera parte. Keep calm y que salga Paco.
¿Recordáis aquella eliminatoria entre el Barça y el Paris Saint-Germain en la que Leo Messi estaba lesionado y no jugó hasta que las cosas se complicaron? La sola presencia del argentino sobre el césped fue suficiente para que el rival se achicara. Con nosotros sucedió algo parecido. Paco, nuestro delantero franquicia, estaba tocado, pero como éramos justos, vino, teóricamente, para hacer bulto y jugar solo si algún compañero se lesionaba. Nadie se lastimó, pero empatados en el marcador, e imposible de contenerlo en el banquillo, salió de inicio en la segunda mitad. Al minuto ya íbamos 2-1, gol, lógicamente, de Paco. Victoria que acabó certificando Óscar, que ya había metido el primero, con un tremebundo chicharro (de puntera, eso sí, como chutamos los buenos). 3-1.
“Esta semana te lo hemos puesto fácil, a ver qué vas a escribir en el Panenka”, me repetían mis compañeros en el vestuario mientras nos duchábamos, luego en La Cantonada mientras hacíamos el tercer tiempo y hasta hace cinco minutos en el grupo de Whatsapp. Y yo, contra más vueltas le daba menos sabía qué os iba a explicar y menos ganas de escribir tenía. Porque, como con las canciones de pop, las derrotas están para exorcizarlas y las victorias para disfrutarlas.
Como con las canciones de pop, las derrotas están para exorcizarlas y las victorias para disfrutarlas
Creo que fue en un libro de Milan Kundera donde leí algo así como que la felicidad es efímera y por contraste. Es decir, sabes que estás alegre porque antes has experimentado la tristeza. Y por mucho que nos toque los cojones, esa felicidad tiene fecha de caducidad porque en un momento u otro nos la pillaremos con la bragueta o el banco nos cobrará la comisión de la Visa. Tras una excesiva acumulación de malos resultados, este sábado, por contraste, fui feliz. Y aún ahora, lunes a las doce de la noche, puede que por ser la primera victoria, o porque mi existencia carece de emociones fuertes, me sigo sintiendo exageradamente contento. Tanto que, para poder seguir revolcándome en este placentero sentimiento antes de que se difumine, no voy a escribir la entrada de esta semana de mi Diario de un Veterano. Que lo hagan Paul McCartney o Sting, si quieren.