UD MONTSERRATINA 2-0 CF GELIDA VETERANS
Cuando pierdes el primer partido de la temporada quieres creer que el motivo ha sido porque aún estabais con la mente de vacaciones. El segundo es porque, aunque hayáis añadido un día extra de entreno dedicado exclusivamente al físico (vagos que somos, los martes dedicados a correr tan solo duraron tres semanas), todavía no habéis cogido el tono adecuado. El tercero, porque os ha faltado intensidad. El cuarto, porque, pese a que lo habéis intentado una ocasión tras otra, no habéis tenido suerte de cara a gol. En el quinto, y sin que sirva de precedente, os tenéis que rendir ante la evidencia y admitir que el equipo contrario ha sido superior. En el sexto habéis tenido muchas bajas. El séptimo ha sido por culpa de ese árbitro con cara de ornitorrinco con dolor de muelas. El octavo, por ese delantero rival que había llegado a jugar en 2ª B y de tan bueno ha penetrado vuestras líneas defensivas con la misma facilidad que un actor porno rasgaría un himen virginal. El noveno… En el noveno empezáis a recurrir a explicaciones paranormales, supersticiones, hechicerías y fetichismos.
Sin encontrar razonamiento lógico alguno a nuestro nuevo desastre, el sábado, en el vestuario de la Montserratina, justo acabar el partido, Alfons se comprometió a finiquitar su rito prepartido habitual y no conjurarse nunca más a Arteche: “a ver si así ganamos de una vez”, dijo. Siguiendo su ejemplo, Javito, nuestro portero, dobló la apuesta asegurando que no saldría los viernes por la noche. Se sumó Curro, que prometió que limpiaría el lavabo del piso (bueno, eso lo hace para que la mujer le deje venir a la cena de Navidad del equipo). Ferrer, en casa cuidando a su hija, que vendría a jugar; Moha, a entrenar, y Juanma, que los jueves no alargaría hasta la media noche el tercer tiempo de los entrenamientos.
Manu dejará los Fantasmikos, Boris, los bocadillos de butifarra; David, el orujo, y Pere, la Fanta Naranja doble y sin hielo. Contrariamente, Óscar perjuró que si vencemos se zampará una de esas tostadas de jamón ibérico y queso brie fundido que tanto detesta. Jordi Gay cambiará sus lustrosas botas Munich por un modelo Joma descatalogado que guarda en algún rincón del armario y Harris variará su código de vestimenta: adiós, pañuelo palestino; hola, americana y corbata. Moi no se dejará las espinilleras, Rafinha no me lanzará más retos (cada semana me suelta dos o tres palabras clave que tengo que filtrar en el artículo), Uri aprenderá a bailar, Paco volverá a hacer la cobra y Jonathan no tendrá un hijo más en los próximos nueve meses. Y lo más increíble e inverosímil de todo, Jordi Torres, el Iniesta de las terres de l’Ebre, no dirá nunca más “què passa, xeic”, sino “què passa, noi”.
¿Y yo? Mis compañeros me han pedido que esta semana no escriba la crónica del partido, a ver si así conseguimos variar el rumbo de nuestro destino. Con la sensación de estar viviendo constantemente en el Día de la marmota, no saben el favor que me han hecho librándome de tener que narrar una jornada más que este pasado sábado contra la Montserratina saltamos al campo, dominamos durante los primeros 25 minutos, nos metieron el primero, nos hundimos, nos marcaron el segundo y fin de la historia. No pasa nada, si todos cumplimos con nuestra palabra el próximo partido lo ganamos… ¡por Arteche!