“Escolteu la cançó del soldadet
Que a través d’un ull de bou
Veu que volen uns falciots!
I no és que hi entengui molt, el soldadet,
Però, que volin els falciots,
Deurà voler dir que la terra és a prop.”
Manel, en La cançó del soldadet.
El soldadito de plomo (Den Standhaftige Tinsoldat, en danés) es uno de los relatos más famosos del escritor y poeta danés Hans Christian Andersen. El autor de la bella población danesa de Odense, donde se encuentra su tumba, es uno de los máximos y más reconocidos exponentes del cuento, uno de los géneros más importantes de la literatura. El soldadito de plomo cuenta las peripecias que un pequeño hombre de sólo una pierna vive desde que un niño recibe su regalo de cumpleaños hasta que por error, o malicia, otro niño lo arroja a la chimenea junto a la bailarina de la que se había enamorado. Al día siguiente, sólo son cenizas, pero aún se mantiene un pequeño corazón de plomo, el del soldadito, y una lentejuela, de la bailarina. Esas cenizas, llenas aún de plomo, puede ser que sirvieran para forjar muchos años después los pies de Joakim Maehle, el lateral que ha llevado en volandas a Dinamarca en esta Eurocopa.
Y es que no es para menos, el de la Atalanta ha disputado todos los minutos de su selección en el campeonato y, además, con un excelente rendimiento: dos goles y una asistencia. Su impacto no termina aquí, pese a actuar normalmente en la derecha, el seleccionador Hjulmand decidió colocarlo en el carril izquierdo y pese a no ser su banda hábil, Maehle ha rendido a niveles estratosféricos. Suya es la asistencia en el segundo gol de los escandinavos frente a República Checa con un centro que te lo frimarían los mismísimos Luka Modric o Ricardo Quaresma. Un toque sútil con el exterior de su pie derecho que, tras superar a los centrales checos, pedía a gritos que Dolberg rematara al fondo de la portería. En la Eurocopa donde los jugadores de la ya querida por todos Atalanta están destacando, Maehle es la máxima expresión.
Con unas cabalgadas incisivas y de gran peligro, el de la Atalanta ha sido uno de los principales argumentos ofensivos daneses durante la Euro
Desde cerca
El de Østervrå, una pequeña localidad situada en el municipio de Frederikshavn, al norte del país danés, vivió de cerca el paro cardíaco de Eriksen. La imagen que ha unido a todos los equipos de la Euro y en especial, como es evidente, a la selección danesa que, lejos de lanzar la toalla, parecía decidida a honrar a su compañero de equipo. “El amor después del colapso de Eriksen nos levantó”, recordaba el seleccionador Hjulmand. La unión hace la fuerza, dicen. Palabras que quedan aún más demostradas después de la trayectoria de los daneses que, tras perder los dos primeros partidos de la fase de grupos, remaron a contracorriente, como el soldadito de plomo con su barco de papel, y le endosaron un 1-4 a Rússia para plantarse en octavos y después superar con contundencia a Gales y sufrir, un poco más, con República Checa. Ante Inglaterra, el guión de partido no permitió que su carrilero estelar se sumara con tanta asiduidad al ataque y antepusiera la defensa al ataque, dejando, eso siempre, destellos de su inmensa calidad. Gran parte de la actuación danesa viene de los pies de Maehle, el dueño del lateral zurdo. Con unas cabalgadas incisivas y de gran peligro, el de la Atalanta ha sido uno de los principales argumentos ofensivos daneses. Todo esto sumado a una tranquilidad quirúrgica a la hora de definir o asistir a los compañeros, un seguro de vida. Parece que Maehle, después de llegar en el mercado invernal a Italia, ha absorbido los fundamentos que Gasperini quiere transmitir a los bergamascos y los ha proyectado por toda Europa. Una lección de adaptarse a los contextos y sobresalir.Maehle es la piedra en el zapato que no te deja tranquilo ni un minuto, que si no estás pendiente de ella te acaba haciendo daño. Como se lo ha hecho a todas las selecciones con las que se ha enfrentado en la competición. Maehle es el soldadito de plomo que lanzas con su barco de papel por la alcantarilla, pensando que ya te habías deshecho de él, pero vuelve donde le pertenece. Y su sitio, en una selección tan romántica como Dinamarca, es la libertad para sumarse al ataque sin que nadie lo espere y romper líneas con la tenacidad con la que lo hace. Porque en la Eurocopa de los laterales, Maehle merece un sitio en el olimpo.
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Fotografía de Imago.