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Xumetra: “Sigo jugando por amor al fútbol”

El extremo catalán, ex de Girona, Elche, Levante o Zaragoza, continúa jugando a sus casi 38 años: ahora en Tercera RFEF y en L'Escala, al lado de casa

xumetra

Descuelga el teléfono el martes por la mañana, ni 12 horas después de que el Girona haya enhebrado la cuarta victoria, en Granada, para certificar su mejor inicio de temporada y enrocarse en posiciones de Liga de Campeones. “Cuando yo llegué [2006] el Girona estaba en Tercera. No era ni el mejor equipo de la provincia, porque el Figueres todavía estaba en Segunda B. Era un equipo prácticamente amateur. Montilivi se caía a trozos: era todo de hormigón, viejo. Apenas cobrábamos. Íbamos a entrenar a pueblos como Jafre [de apenas 400 habitantes] o Vilablareix [de 3.000], arranca Jordi Xumetra. Enlazaron dos ascensos, a Segunda B en 2007 y a Segunda en 2008, y abrieron la puerta al feliz presente: el club no ha abandonado el fútbol profesional desde entonces y hoy vive el mejor momento de su historia, bajo la batuta de Míchel Sánchez. Pero para celebrar goles con aroma a Champions League antes se han tenido que celebrar goles con olor de barro, como los que gritaron Xumetra y tantos otros en días más grises.

Sonríe, consciente de que una pequeña parte del éxito del Girona también les pertenece: “No al nivel de lo que han hecho otros jugadores o otra gente, pero sí nos sentimos un poco parte de esto”, asiente con cierta timidez. “El club se ha profesionalizado. Es mucho más grande. Después de la entrada del grupo City ha dado uno, dos o diez pasos más adelante a nivel estructural y a todos los niveles”. “Veo mucho al Girona, no solo por el sentimiento que tengo como gerundense, sino porque creo que han encontrado la clave en el entrenador, Míchel, y da gusto ver cómo juegan, tanto en ataque como en defensa. Se divierten dentro del campo y divierten a la gente”, remarca Xumetra. Vistió 118 veces de rojiblanco, antes de militar en el Elche, el Levante, con el que jugó 56 partidos en Primera, el Zaragoza, el Olot, el Costa Brava y, de nuevo, el Olot, hasta este verano. Son casi 500 encuentros entre Primera, Segunda (212), Segunda B y Primera RFEF, Segunda RFEF, playoffs de ascenso a Primera y a Segunda y la Copa.

 

“Cuando yo llegué, el Girona estaba en Tercera. No era ni el mejor equipo de la provincia. Era un equipo prácticamente amateur. Montilivi se caía a trozos”

 

Descuelga el teléfono el martes por la mañana porque este curso no entrena por las mañanas. Es la primera vez en muchos años: tantos que ni siquiera puede contarlos. Xumetra, 37 años, 38 el 24 de octubre, continúa jugando. Ahora a 20 minutos de L’Estartit, su pueblo: en L’Escala, debutante en Tercera RFEF. “Más cerca de casa”, sonríe. Más cerca de los inicios, de la casilla número 1: “Recuerdo muchas tardes jugando al fútbol delante del ayuntamiento, en la plaça de la Vila de Torroella. Ahora está prohibido jugar en esa plaza, pero nosotros jugábamos ahí. Recuerdo romper muchas ventanas, algún jarrón de algún balcón y algún tiesto de la plaza y cabrear a muchas abuelas. A la gente de la plaza no le hacía mucha gracia que jugáramos ahí. Pero era lo típico. También saltábamos la valla del campo de fútbol”.

Les regañaron mil veces, pero la pasión siempre pudo más. “Ahora los niños quedan con los amigos para mirar el TikTok. Nosotros quedábamos para ir a jugar al fútbol, ya fuera en la plaza o en el campo. Todo esto ahora se está perdiendo, ya sea por las prohibiciones de los ayuntamientos de jugar en las plazas o por la vida en general. Antes se hacía muchísima más vida en la calle. Y antes que nosotros aún más. Todo esto se está perdiendo y está limitando mucho a los niños porque solo pueden jugar al fútbol en un campo de fútbol. No hay tanta libertad ni tanta imaginación como antes, ni en la vida en general ni en el fútbol, y eso se ve en los jugadores que suben”, argumenta. Él en en el campo vestía el ‘8’ por Hristo Stoichkov, su ídolo junto a Ronaldo y a otros futbolistas de banda habilidosos como Marc Overmars o Luis Figo.

 

“Este verano estuve dos meses parado y mi cuerpo me decía que me faltaba algo. Las sensaciones que te genera el ser futbolista no las tienes en ningún otro trabajo”

 

Del Torroella pasó al Peralada, del Peralada al Figueres y del Figueres al Barça, donde coincidió con Leo Messi en el juvenil A: “Tenía dos años menos, pero era pasarle el balón y se iba de tres y hacía gol. Aunque le pasaras la pelota alta y mal y estuviera rodeado de cuatro jugadores, él la bajaba, se iba de todos y hacía gol. Era otro nivel. En ese momento ya pensabas que era muy bueno y que seguramente llegaría a Primera División, pero era imposible prever que se convertiría en el mejor jugador del mundo y de la historia”. La ambición de Xumetra, “mi tope”, era llegar a Segunda A: lo consiguió y superó el listón. Mira atrás con orgullo y satisfacción. Mira adelante con la certeza de que queda poco, “ya vas viendo que se te va acabando, ya lo tienes asumido”, pero sin atreverse a decir si es su último año o el penúltimo. Su equipo es colista en el grupo catalán de Tercera tras caer ante el Reus (4-0) y ante el Tona (2-0), pero la pasión, de nuevo la pasión, puede más que todo. El domingo jugará ante el Girona B.

“Este verano estuve dos meses parado y, al final, mi cuerpo me decía que me faltaba alguna cosa. Cuesta dejarlo porque es una cosa que has hecho casi toda la vida. Es lo que he hecho siempre, de niño y ahora. Sería una pena dejarlo y arrepentirme dentro de medio año o de un año”. Habla de la adrenalina de hacer un gol, de dar un pase definitivo, de buscar las cosquillas a los defensas, al portero, de ser pícaro en el área, en los desmarques, de competir. De sentimientos y de emociones: “Las sensaciones que te genera el ser futbolista no las tienes en la vida cotidiana, en ningún otro trabajo”. Continúa jugando no por el miedo a lo que vendrá, porque ya ha cubierto el vacío antes de que se genere, sino por su amor al fútbol: “Lo que me hace tirar, seguir, es la parte emocional. La parte de niño. El amor”.

 


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Fotografías de Derar el Koumssi Alloucha.