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Xabi Alonso, la pieza clave del Leverkusen

El tolosarra, hoy entrenador del Bayer Leverkusen, ha sabido imponer su idea dentro para virar el rumbo del conjunto alemán y mirar al futuro con ambición y esperanzas

Xabi Alonso entrenador del Bayer Leverkusen, en la Bundesliga
LEVERKUSEN, GERMANY - NOVEMBER 06: Xabi Alonso, Manager of Bayer 04 Leverkusen, controls a ball during the Bundesliga match between Bayer 04 Leverkusen and 1. FC Union Berlin at BayArena on November 06, 2022 in Leverkusen, Germany. (Photo by Lars Baron/Getty Images)

Hablar de Xabi Alonso como entrenador le convierte a uno en alguien tremendamente viejo. Antes podíamos hablar de su pase en largo, de su percha o de su capacidad para jugar solo o acompañado en el pivote, y no pasaba nada. Pero hacerlo de cómo está consiguiendo que el Bayer Leverkusen parezca una máquina engrasada después de una época cuestionable es muy duro. Era asumible, incluso, que habláramos sobre él como un entrenador de cantera, en su casa, trabajando bien con los cachorros de la Real Sociedad. Era algo que entraba dentro de la lógica de quien no quiere seguir cumpliendo años. Pero referirnos a su capacidad para convertir al equipo de la farmacéutica en uno de los conjuntos más en forma de la Bundesliga es otro cantar.

Y sin embargo hay que hacerlo. El técnico vasco ha conseguido hacer creer a quien ya casi pensaba no poder hacerlo. Su idea ha cuajado en la plantilla y ha hecho virar el rumbo a un Leverkusen lleno de dudas y de piezas que brillaban por separado pero que daban resultados colectivos nada reseñables. La mala racha de Gerardo Seoane al frente del equipo propició que fuera Xabi Alonso el elegido que tomara el mando, pero lo que de verdad supuso un cambio fue su capacidad para convertir lo que a priori era una molestia en una gran ventaja: el parón con motivo del Mundial. De entre sus chicos, irían a la Copa del Mundo un total de cinco futbolistas (Hincapié, Palacios, Diaby, Frimpong y Azmoun). Una nómina razonable para que la maquinaria que Alonso quería poner a punto pudiera seguir trabajando y para que, a su vuelta, los internacionales pudieran adaptarse sin problemas a la nueva realidad. 

En ese espacio de tiempo, el técnico español pudo pulir la que iba a ser su idea de juego. No es que fuera a cambiar drásticamente con lo que habían sido sus primeros partidos como entrenador del equipo alemán, pero sí iba a conseguir que la plantilla entendiera y comprara su propuesta. Hay una nota dominante en Xabi Alonso que no tenía Seoane y es apostar por un dibujo mucho más asentado, con variaciones, claro, pero sin movimientos radicales que desequilibraran la filosofía esencial en la que vive el conjunto germano bajo el mando de Alonso. El equipo ahora funciona, tiene armonía y sabe cuándo y cómo salir a morder de verdad. Las descompensaciones entre defensa y ataque empiezan a ser sólo una bruma en el recuerdo más que un problema a solucionar. 

El viaje al cambio empieza desde atrás. No en la portería, donde el talento del finlandés Hrádecký hace difícil de pugnar por el sitio, sino desde la línea trazada por los defensas a unos metros de la línea de gol. Sólo tres zagueros superan al portero nórdico en partidos jugados (no en minutos) en esta Bundesliga. Tapsoba, Frimpong y Tah son piezas casi sagradas para la idea de un Xabi Alonso que como entrenador ha variado poco su perspectiva en lo que a dibujo se refiere, pasando de la línea de cuatro de su predecesor a la línea de tres que prefiere actualmente para el equipo. Con Tapsoba y Tah junto a Kossounou, uno de los nombres que ha ganado peso con el actual técnico, Hincapié, quien había sido una pieza fundamental para Seoane en el centro de la defensa, pasa a ser lateral y carrilero, combinando en banda con su homólogo en la diestra, Frimpong. Esa línea de cinco activos, en la que hay cuatro centrales, facilita que haya una permuta constante entre la línea de tres y de cinco en situaciones que lo exijan, permitiendo que Hincapié se inmiscuya más o menos en la defensa del área según necesidades.

Pero fijarse en el trabajo de Xabi Alonso es hacerlo casi por obligación de lo que es su entendimiento y búsqueda en el mediocampo. Con la intención siempre de dominar las fases de juego y mantener el equilibrio en la transición, el doble pivote es la elección del entrenador vasco, con Exequiel Palacios como su favorito en la medular, acompañado por un perfil más posicional, Andrich, o uno más expeditivo, como Demirbay. Esa doble pieza sirve de ancla para las dos líneas paralelas de ataque y defensa, que, al contrario que la medular, se mueven continuamente dentro del plan de partido: en defensa, con los citados carrileros, progresando o atándose más en torno a los centrales, y en ataque, con las tres piezas muy móviles como punta de lanza, empezando por Wirtz, delantero centro que hace las veces de enganche. Un jugador del que se podría hablar largo y tendido por las muchas facetas que domina, siendo un recurso gigantesco en el área, pero también funcionando perfectamente como ese ‘10’ que muchas veces facilita la creación de la jugada. Los extremos tienen mucha culpa en esa facilidad para acomodar a Wirtz como enganche o como referencia (con Diaby como pieza fija y con Adli y Hložek disputándose la otra plaza), pues a menudo aparecen en zonas interiores, dejando carril a Frimpong y a Hincapié, pisando área con asiduidad, mientras que son capaces también de abrir el campo y crear oportunidades a la espalda de los centrales o los laterales del rival.

 

El equipo ahora funciona, tiene armonía y sabe cuándo y cómo salir a morder de verdad. Las descompensaciones entre defensa y ataque empiezan a ser sólo una bruma en el recuerdo más que un problema a solucionar

 

Esa rigidez, aunque no sea tal, en el doble pivote personaliza en Palacios al guía y timonel de un barco en el que Xabi Alonso es el capitán absoluto, dejando claras sus intenciones dentro de un equipo fluido y con tendencia a moverse con y sin balón de manera constante. Seoane ya tenía esta idea ofensiva, aunque no fuera capaz de ejecutarla con el mimo y la regularidad exigidos, en parte por ese desequilibrio clave en defensa. El técnico tolosarra no sólo ha sido capaz de implementar su idea estructural dentro de una plantilla hecha para otro, sino que ha sabido recuperar partes claves del ideario para su propio beneficio, alterando aquellas zonas en las que debía aportar cambios para que no se deshiciera el equipo y la idea.

Un equipo de Xabi Alonso es un equipo que quiere el balón. La unión en el mediocampo de los pivotes y el enganche con los jugadores de ataque, eminentemente mediapuntas más que extremos, teje una red de seguridad para el balón que permite que el Bayer pueda disputar el protagonismo a través del esférico a casi cualquier rival a nivel nacional y, posiblemente, a nivel internacional. Es un conjunto compacto que, aunque domina con la posesión, no renuncia a la verticalidad que proponen los extremos, especialmente Diaby, con internadas que exigen la búsqueda de pases largos a la espalda de la defensa rival. Ese entendimiento mixto de la construcción de juego los hace muy poco previsibles, permitiendo al conjunto alemán hacerse fuerte por aquellas zonas que permitan llegar a la portería rival con mayor facilidad y hace que gran parte de sus intenciones ofensivas surjan de balones al espacio, la profundidad de los carrileros por la banda y la gran movilidad en ataque.

Un conjunto joven (con una edad media de 24,5 años) que ha facilitado la mano de Xabi Alonso a través del convencimiento y la creencia en un modelo competitivo que no sólo ha mejorado el equipo para facilitar la estabilidad en la Bundesliga, sino que sigue vivo en Europa, compitiendo a un nivel para nada esperado después de un inicio de temporada desastroso y lleno de dudas. Su llegada ha significado creer a ciencia cierta en una idea que puede seguir madurando en el banquillo de un Bayer Leverkusen que, si bien no compite el título este año, tiene mimbres para poder hacerlo en el futuro con muy pocos cambios, siempre que la fiereza de los mercados de fichajes no desarbole al equipo de la aspirina. Y no sólo sirve esta buena racha para creer en un remodelado Bayer Leverkusen, sino también para entender que en Xabi Alonso ha brotado, durante toda su carrera como futbolista, esa semilla que muchos imaginábamos mientras sus órdenes y jugadas se llevaban a cabo desde el centro del campo. Ecos de ese fútbol que, aunque nos haga parecer viejos, no nos cansaremos de ver evolucionar.

 


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Fotografía de Getty Images.