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We the North

La rivalidad entre el Arsenal y el Tottenham es una de las más asentadas en la élite del fútbol inglés. Así arrancó la historia del derbi del norte de Londres

En 2019, cuando los Toronto Raptors caminaban firmes hacia el anillo de campeones de la NBA, un lema, estampado en su pecho y en su orgullo, les acompañó hacia la hazaña. We the North. La reivindicación de su pueblo, de su tierra, en una competición donde Canadá nunca había conseguido imponerse a sus vecinos sureños de Estados Unidos, ni cuando los Huskies vivían en el mismo Toronto ni en aquella época en la que los Grizzlies eran de Vancouver.

En el norte de Londres pasa un poco lo mismo. Pero en este caso la disputa no tiene nada que ver con el sur, sino que la confrontación se ciñe en ver cuál es el equipo que manda en el septentrión de la capital británica. Si Arsenal o Tottenham. Si los ‘Gunners’ o los ‘Spurs’. Aunque esto no fue siempre así.

Su rivalidad arrancó en 1913. Los dos clubes ya contaban con más de dos décadas de historia a sus espaldas, pero muy lejos unos de otros. El Tottenham nació en el norte. El Arsenal, en el sur. Pero diversos problemas económicos, coqueteando incluso con la desaparición, llevaron a los de rojo y blanco a cambiar Woolwich por Highbury. Ahí, en ese momento, despertó la hostilidad. Y los entonces inquilinos de White Hart Lane no se lo tomaron muy bien. Fue algo así como: ‘¿Quién eres tú? ¿Y qué se te ha perdido por mi barrio?’. Porque a nadie le gusta que le invadan su espacio vital, su zona de confort, su tierra, por donde campar a su libre albedrío. Y al Tottenham, parece ser, tampoco.

Por si eso no era suficiente, siete años después del traslado del Arsenal, la relación entre ambos se deterioró un poco más, si cabe, ante la decisión de la Football League de ampliar la First Division con dos equipos más mediante una votación. De 20 a 22. Aquello salvó al Chelsea, decimonoveno la temporada anterior, de bajar a los infiernos. El Tottenham, farolillo rojo aquel curso, no tuvo la misma suerte. En teoría se jugaba el puesto con el Barnsley, que había acabado tercero en la Second Division, pero más equipos se sumaron al carro y pidieron entrar en la quiniela por un lugar en la máxima categoría. El Arsenal, quinto en la Second Division, entre ellos. Como dicen, si cuela, cuela. Y coló.

 

Con más de cien años de historia. Con traspasos dolorosos. Con mofas. Con polémicos descensos. Con sospechosos ascensos. Con gestos de hermandad. Resumiendo, todo lo que debe ser un derbi.

 

Tottenham, Arsenal, Barnsley, Wolverhampton, Nottingham Forest, Birmingham y Hull City, en la terna. El destino de todos ellos, sometido a votación. Y fue el Arsenal el que se llevó el gato al agua en una decisión que siempre levantó sospechas ante una supuesta ‘mano negra’ ideada por el entonces presidente ‘gunner’ Sir Henry Norris. La resolución escoció en el barrio de Tottenham, que se veía en la categoría de plata después de que su vecino consiguiera en los despachos un privilegio que no conquistó sobre el césped. Así, un nuevo encontronazo entre ambos, dinamitó aún más una rivalidad edulcorada cuando, en un gesto de honradez, tras la Segunda Guerra Mundial, los ‘Spurs’ cedieron White Hart Lane al Arsenal para jugar sus partidos como local debido a que Highbury fue bombardeado durante el conflicto bélico. Eso, sumado a que el Tottenham vivió más tiempo en segunda que en primera hasta 1950, rebajó una tensión que a partir de la segunda mitad del pasado siglo volvería a solidificarse, conviviendo Arsenal y Tottenham siempre en la misma categoría, a excepción del curso 77-78, cuando los ‘Spurs’ viajaron de nuevo al infierno, en una visita express que solo duraría un año.

El Derbi del Norte de Londres, pues, es uno de los más asentados en la élite del fútbol inglés. Con más de cien años de historia. Con traspasos dolorosos como el de Sol Campbell. Con mofas como el Saint Totteringham’s Day. Con recuerdos imborrables, como aquella semifinal de FA Cup del 91, con victoria ‘spur’ para birlarle un doblete a sus archienemigos. Con polémicos descensos. Con sospechosos ascensos. Con gestos de hermandad. Resumiendo, todo lo que debe ser un derbi. Una lucha constante, histórica, deportiva, sana, en la que reivindicar quién manda en el norte de la ciudad, quién es realmente el dominador del North London.

 


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Fotografía de Getty Images.