Medía cerca de dos metros, poseía un gran juego de espaldas, lanzaba las faltas con maestría y fue uno de los grandes delanteros a comienzos de siglo. Todo ello sazonado con un carisma imponente. Así era, en pocas palabras, Pierre van Hooijdonk, una maravilla de jugador. Los primeros años de siglo Europa estaba invadida por temibles delanteros: Batistuta, Henry, Ronaldo, Eto’o, etc. Posiblemente una de las generaciones más letales, si no la que más, en la historia del fútbol. Entre tanta estrella se atrevía a colarse van Hooijdonk, y eso que el delantero, nacido en la pequeña localidad de Steenbergen, no llegó a vestir la camiseta de ningún club con máximas aspiraciones. Al menos dejó una larga trayectoria en varios de los clubes más molones, teniendo en común todos ellos una fiel afición. No todo van a ser prestigiosos trofeos, van Hooijdonk fue adorado a base de goles y liderazgo.
Un inicio demoledor
¿Cómo no iba a perforar redes un tipo llamado: Petrus Ferdinandus Johannes van Hooijdonk? Tan solo por llevar ese nombre te convalidan los primeros cincuenta goles. Inicio su carrera en el modesto Roosendaal, se ganó un hueco en el once debido a la lesión de un compañero. Entonces empezó a hacer goles, 27 tantos en su segunda temporada. Una barbaridad. Estas cifras no pasaron desapercibidas y fue el NAC quien fichó al espigado nueve. Años atrás, en plena juventud, el club de Breda rechazó a van Hooijdonk en una pruebas y tiempo después pagaría por sus servicios. Cuando fue rechazado jugaba en el medio, tiempo después ya era delantero. Se volvió a salir en el NAC, cada temporada firmó una media de más de veinte goles. Incluso en la 93/94 estableció un récord en la Eredivisie al sumar once partidos seguidos haciendo gol. Aquí es donde llegó su primera convocatoria con la selección nacional. Fue tal su explosión en los Países Bajos que el Celtic se lo llevó a Escocia en invierno de 1995.
Las porterías británicas no se resisten
Casualidad o no, van Hooijdonk y Henrik Larsson jamás coincidieron en el mismo equipo. Esto es extraño teniendo en cuenta que vivieron la misma época y que son considerados ídolos en Celtic y Feyenoord. El delantero sueco llegó al Celtic el mismo año que el holandés abandonó el club. Imaginad por un momento a esos dos colosos en el mismo área. Algo más de dos temporadas vistió la camiseta verde y blanca, tiempo suficiente para ser máximo goleador de la Scottish Premier League con 26 goles. Seis años llevaba el Celtic sin ganar un título, con la llegada del ariete holandés logró levantar una Copa. Pese a ser uno de los grandes ídolos de la afición su salida del club no fue todo lo bonita que se esperaba, incluso varios partidos los pasó en el banquillo. Dejó grandes números y actuaciones en Glasgow, un credencial que le hizo firmar por otro histórico: Nottingham Forest.
Llegó al doble campeón de Europa como un salvavidas, la situación del Forest era realmente delicada en 1997. Necesitaban de sus goles para salvar la categoría, y aunque van Hooijdonk era muy bueno no pudo hacer milagros. El Forest descendió a Championship. Pese al cartel que ya tenía el nueve, decidió quedarse para ayudar al equipo en el sueño por volver a ascender. Le salió bien la jugada, tan solo una temporada estuvo el histórico club en segunda división. 29 goles anotó van Hooijdonk aquella temporada, fue la más goleadora en toda su carrera deportiva. Pese a estar en la segunda división inglesa, su exitosa campaña fue el billete para el Mundial de Francia 98. Tras la cita mundialista volvió a tener problemas con el club, al igual que le había ocurrido en el Celtic. Varios futbolistas de calidad fueron vendidos y ante esa situación, el neerlandés pidió también cambiar de destino. Fue tal el cabreo de van Hooijdonk que se fue a entrenar con el NAC hasta que se solucionara su situación con el Forest. El clásico caso de rebeldía. Al cabo de unos cuantos partidos comenzó a entrar en las rotaciones, logró algún gol pero la relación con los compañeros no era buena. Al término de la temporada volvió a descender el Nottingham Forest.
Sin estabilidad alguna
Van Hooijdonk regresó a los Países Bajos para fichar por el Vitesse. Tan solo jugó allí una temporada, tiempo de sobra para firmar 25 tantos en 29 partidos, se le caían los goles. Una vez más volvió al escaparate europeo tras los problemas que mantuvo en el Forest, y fue todo un grande el que se lo llevó a Portugal: el Benfica. Su paso por Lisboa fue también breve, una única campaña, aunque continuó haciendo goles con frecuencia. El club lisboeta cambió de presidente y este no tenía especial devoción por el delantero, así pues decidió ponerlo en el mercado pese a haber realizado un buen año. Van Hooijdonk estaba harto de dar vueltas, se pasaba demasiado tiempo cambiando de equipo y buscó estabilidad en su país natal. Así es como el Benfica lo traspasó al Feyenoord, allí escribiría una de las páginas más gloriosas en la historia reciente de Rotterdam.
Todo un Dios en Feyenoord y Fenerbahçe
Pese a ser uno de los delanteros más prolíficos de su generación, van Hooijdonk nunca había jugado para ninguno de los tres clubes más importantes de los Países Bajos. Algo extraño teniendo en cuenta su calidad y sus constantes convocatorias con la selección nacional, se había pasado más tiempo jugando lejos de su país natal. Es en 2001 cuando llegó por fin su oportunidad y no la desaprovechó. Su primera temporada fue todo un espectáculo: máximo goleador de la Eredivisie y Copa de la UEFA, mejor futbolista neerlandés del año y llevó el último gran éxito europeo a Rotterdam: la Copa de la UEFA. Dos goles anotó en la final ante el Borussia Dortmund de Lehmann, Rosicky, Koller o Amoroso. Si ya había sido leyenda en el Celtic, imaginad lo que suponía para los aficionados del Feyenoord. En su siguiente temporada volvió a salirse: 28 goles en 28 partidos. Para tristeza de sus seguidores poco duró la delantera: van Persie, Jon Dahl Tomasson y van Hooijdonk. Nuevas diferencias con los directivos del club hicieron que se marchara al Fenerbahçe. Es aquí, en Turquía, donde consigue su único título liguero. 24 goles sumó esa campaña y una vez más tuvo a la afición en su bolsillo, aún hoy le muestran mensajes de cariño. Su larga trayectoria se fue apagando, pasó las dos últimas temporadas en el NAC y Feyenoord a modo de despedida. Así decía adiós un goleador que quizá pudo alcanzar mayores éxitos deportivos pero que su carrera le llevó por otro lado. No logró demasiados títulos, pero sí el reconocimiento de los hinchas en cada uno de sus equipos.
Hombre secundario en la selección nacional
No es una mala cifra los 46 partidos que jugó van Hooijdonk con la selección neerlandesa, ya les gustaría a muchos llegar a ese número. Respecto al nivel de protagonismo que tuvo la perspectiva es bien distinta, en aquella época había delanteros de gran nivel y la mayoría disponían de más minutos. Compartió vestuario con van Nistelrooy, Kluivert, Hasselbaink, Bergkamp o Makaay. Una camada de jugadores ofensivos de gran nivel, todos ellos siendo fundamentales en los mejores clubes europeos del momento. Competir con ellos eran realmente difícil, y muy meritorio acudir citado a Mundiales y Eurocopas. Quizá sí podía ser tan goleador, incluso más, que muchos de ellos, pero en cuanto a recursos técnicos le era más complicado competir. A van Hooijdonk le complicó las cosas el cambiar tanto de equipo y sobre todo no haber sido pieza de un mejor escaparate.