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Valentía, coraje y nobleza

La supervivencia de una escuadra que vive uno de los mejores momentos de su historia no es gracias a Martín Presa, sino a pesar de Martín Presa

—Papá, ¿por qué no hay nadie en esos asientos?

Todavía estaba buscando las palabras adecuadas para explicarle a mi hija de seis años la razón por las que no había ni un solo espectador tras la portería de Stole Dimitrievski cuando todo el estadio comenzó a cantar al unísono “Presa vete ya”.

La siguiente pregunta, a bocajarro: “Papá, ¿quién es Presa y por qué quieren que se vaya?”. Entonces, le expliqué que Martín Presa era el presidente del equipo y los aficionados no querían que siguiera al mando.

Era la primera vez que Irya venía conmigo al estadio y la ocasión lo merecía: el Rayo Vallecano disputaba uno de los partidos más importantes de su historia. Era el que le enfrentaba con el Real Mallorca en los cuartos de final de la Copa de Rey. En caso de victoria, el cuadro de la franja tendría la oportunidad de alcanzar las semifinales del torneo por segunda vez en su historia. La antesala de la final. Había que remontarse cuatro décadas atrás para encontrar la única ocasión en la que los vallecanos se colaban en la penúltima ronda.

El cuadro dirigido por Andoni Iraola está siendo protagonista de una temporada de las que no se recuerdan en la Avenida de la Albufera. De vuelta a Primera División el pasado verano, el cuadro madrileño ha convertido su estadio en un auténtico fortín, ofrece un fútbol vistoso y sobrio que le convierte en un rival tremendamente complicado e incluso tiene a tiro de piedra los puestos europeos. Sin embargo, lo que deberían ser días de vino y rosas no son tal. Porque no siempre hay que sentarse frente a la ventana para ver cómo llueve.

Me hubiera gustado explicarle a mi hija la razón por la que los que se situaban detrás de la portería no pudieron sentarse en sus asientos hasta que habían transcurrido varios minutos y tuvieron que ver el partido sin camiseta en pleno febrero. También, que los gritos de los aficionados se debían a la falta total de conexión que existe entre las partes debido a varios comportamientos que ha tenido el máximo mandatario desde su desembarco en el sillón presidencial.

 

El Rayo Vallecano es el Rayo Vallecano por su gente. Una masa social que mira al palco estupefacta cuando su presidente lleva a representantes políticos cuya ideología nada tiene en común con el sentimiento del barrio

 

El último, contratar a un técnico que en una conversación de WhatsApp apuntó que no era mala idea violar a una mujer para fomentar el espíritu grupal. Se trata de Carlos Santiso, nuevo entrenador del equipo femenino. Ese mismo equipo que logró el título en 2011 cuando él aterrizaba en la presidencia y ahora es colista en la clasificación, tiene un pie en Segunda después de haber estado a punto de desaparecer, disputa los partidos sin médico y despidió a la jugadora más importante de su historia -la guardameta Alicia Gómez- con un simple tweet cuando esta decidió retirarse.

También sentí un nudo en el estómago cuando tuve que explicarle por qué los baños estaban en una situación catastrófica y daba la impresión de que un Demogorgon podría salir de la pared si nos descuidábamos. En ese momento, el penalti transformado por Óscar Trejo para hacer el 1-0 y la explosión de alegría que hizo temblar el estadio me dieron un poco de tregua. Duró poco, porque al girar la cabeza para ver cuánto tiempo faltaba para el descanso ninguno de los videomarcadores estaba encendido.

Si hay que encontrar una explicación a la situación deportiva del equipo, lo primero que viene a la mente es una frase tópica y repetida: “El Rayo es un milagro”. Pero es la verdad. La supervivencia de una escuadra que ha estado sobre la lona y ahora vive uno de los mejores momentos de su historia no es gracias a Martín Presa, sino a pesar de Martín Presa. El Rayo Vallecano es el Rayo Vallecano por su gente. Una masa social que mira al palco estupefacta cuando su presidente lleva a representantes políticos cuya ideología nada tiene en común con el sentimiento del barrio y no se ve afectado en lo más mínimo cuando todo un fondo grita en su contra en la presentación de Radamel Falcao en vez de celebrar su fichaje estrella. 

Y en medio del caos, los futbolistas. Jugadores que junto al técnico Andoni Iraola sí han comprendido a la perfección lo que significa Vallecas y el Rayo. La comunión entre el equipo y los aficionados es total. Mientras se echa gasolina desde las altas esferas, los jugadores devuelven la ilusión a unos seguidores que siguen acudiendo en masa al estadio pese a todo lo sucedido con los abonos el pasado verano y la imposibilidad de comprar las entradas de forma online. Es esa misma afición que acompañó masivamente a los suyos en Segunda División, en Segunda División B y haría lo mismo aunque el equipo fuera refundado.

Cuando acabó el partido, tuve una mezcla de sentimientos. Por un lado, la alegría después de haber visto como el equipo se clasificaba para las semifinales. Por otro, la duda sobre cómo habría digerido mi hija aquel clima de tensión en una noche que debía ser una fiesta para un equipo poco acostumbrado a estas alegrías. Por eso, cuando vi su cara mientras cantaba La vida pirata me salió una sonrisa. Ella también había comprendido lo que es el Rayo Vallecano. Ojalá con otros pasara lo mismo. 

 


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Fotografía de Imago.