Lo de que en el fútbol no hay una verdad absoluta, pese a ser uno de los tantísimos tópicos que existen en este deporte, tiene su certeza. Cada uno tiene su idea de juego, su filosofía. Unos creen en un esquema y los otros defienden a capa y espada un modelo totalmente opuesto. Es esta pluralidad la que le da tanta riqueza al deporte rey y lo que nos permite alargar sobremesas hasta horas intempestivas sacando a relucir al entrenador que todos llevamos dentro. Algunos son más flexibles con sus pensamientos y pueden dar giros insospechados si la ocasión invita a ello; otros, no negocian, simplemente actúan con firmeza y con un ideario fijo e inamovible, convencidos de que ese es el único patrón viable para garantizar el éxito mientras ellos estén dirigiendo el grupo. Y este segundo bloque encontramos al actual entrenador del Real Betis, a Quique Setién.
En sus años como futbolista ya se le intuía el gusto por el fútbol de toque, combinación y siempre dispuesto a ir al ataque. El Racing, ‘su’ Racing, le dio la alternativa como entrenador. Empezó el año como director deportivo y al cabo de unos meses se sentó en el banquillo de El Sardinero y culminó su regreso a casa con el retorno a la máxima categoría del fútbol español. Después vinieron nuevas y cortas aventuras como entrenador con el Polideportivo Ejido, la selección de Guinea Ecuatorial -un solo partido ante Camerún– y el Logroñés, hasta que en 2009 el Lugo se cruzó en su camino. En tierras gallegas llegaron sus primeros éxitos en los banquillos. Ascendió al equipo a Segunda División en 2012 y lo mantuvo en la categoría de plata durante los siguientes tres cursos. Abandonó el club en verano de 2015 y en octubre se encontró con su primera oportunidad al frente de un club de Primera División al firmar con la Unión Deportiva Las Palmas.
Aun sin cosechar grandes resultados en sus dos temporadas en las Islas Canarias -undécimo y decimocuarto clasificado en la liga-, Quique Setién y el grupo de futbolistas que manejaba se ganaron el reconocimiento del fútbol español. Más allá de sus cifras, de sus victorias o sus hazañas, Las Palmas demostró ser valiente y atrevida en cada encuentro. Con una gran mayoría de chicos nacidos en las Canarias y con pocos hombres ya consagrados en batallas de primer nivel, se juntó un grupo de futbolistas que ofrecían fútbol y espectáculo a partes iguales. En su segundo año todo se desmoronó con el paso de las jornadas. Broncas, líos, discusiones y un sinfín de problemas rompieron la buena dinámica de los hombres de Quique Setién en el campeonato y cayeron en picado hacia tierra de nadie en la tabla. Entonces, el cántabro decidió volver a la península al terminar el curso.
Su nuevo reto es el Real Betis. Y él no negocia nada en su juego: “A partir de ahora la forma de jugar del Betis es mi forma de jugar. Desde que jugaba siempre he creído que tener el balón es mejor que correr detrás de él”. Entonces, para adecuar al equipo a su manera de entender el fútbol, el club verdiblanco ha llenado el vestuario de caras nuevas que encajan con el estilo que Quique Setién quiere imponer en el Benito Villamarín. Víctor Camarasa y Andrés Guardado serán dos hombres vitales para el cántabro en el centro del campo. Por su fiabilidad en el pase y en el control del juego, están señalados como los conductores del fútbol del Betis este año, otro fichaje como Javi García protegiendo sus espaldas. En las posiciones de ataque también ha habido una revolución. Con la fuga temporal de Rubén Castro a China, Sergio León será el nuevo encargado de marcar los goles béticos y Cristian Tello, Joel Campbell y Ryad Boudebouz acompañarán al exjugador de Osasuna en ataque, junto a los ya presentes Joaquín y Sanabria. Por último, la defensa tmpoco está exenta de incorporaciones. Antonio Barragán en el lateral diestro y Zou Feddal y Jordi Amat en el centro de la zaga serán los nuevos encargados de sacar el balón jugado desde atrás, otra de las incuestionables pautas del cántabro en su librillo: “Nos da mucho más beneficio que el perjuicio que pueda acabar en un gol. Ese riesgo lo asumo yo. Los jugadores deben estar liberados de esos errores. Yo les exijo que hagan eso. Si se equivocan es culpa mía”.
El Benito Villamarín ya ha disfrutado de este nuevo estilo de juego en su primer encuentro liguero en casa. Los primeros tres puntos cosechados ante el Celta de Vigo, después de caer en el Camp Nou en la jornada inicial, y el buen juego que transmitió el conjunto verdiblanco a lo largo del choque gustaron a la afición del Real Betis, que ve como su equipo busca tener una identidad propia sobre el césped. Por el momento, parece que hinchada, plantilla y técnico reman en una misma dirección, convencidos todos ellos de que el gusto por el buen trato del balón pueden devolver al Betis a cotas más altas.