No sé si eran las finales de 2017 o las de 2018. Puede que fueran las de 2016. Ni idea. Pero la cosa es que esas madrugadas de Warriors contra Cavaliers me engancharon. Extraño, pues nunca metí un triple. Aunque por algún motivo me empapé de todo aquello durante un tiempo. Quizá fue culpa de Antoni Daimiel y de Guille Giménez. De su manera de narrar los partidos. De todas las frases, chistes, muletillas y demás que fueron coleccionando hasta crear una especie de diccionario baloncestístico en aquellas noches donde dormir era de cobardes. Queríamos que un monstruo llamado LeBron viniera a vernos. Y, por supuesto, teníamos que hablar de Kevin. Yo, obsesivo por defecto, hice mía la frase, esta última, y la utilicé hasta reventar. Como cuando te pides un ‘McDo’ y necesitas comer hasta la última patata pese a que tu cuerpo no aguanta una kilocaloría más. Entraba en cualquier conversación. Si marcaba un golazo en el FIFA, teníamos que hablar de Jorge. Si veía una genialidad de Messi por la tele, teníamos que hablar de Leo. Fuera quien fuera, hiciera lo que hiciera, siempre teníamos que hablar de alguien.
Hoy me ha dado por recuperarlo. Simplemente, porque creo que tengo que hablar de Robert. Y lo hago por culpa de una de mis rutinas. Le llamo rutina por no llamarla obsesión, que queda más feo. Una rutina que me lleva cada lunes a revisar de arriba abajo todo lo que ha sucedido en las grandes ligas europeas. Lo hago como si me importara mucho qué ha pasado en la Eredivisie o en la Primeira Liga, y en realidad creo que no me importa demasiado. Eso sí, la rutina no acaba ahí, también tengo que consultar la lista de máximos goleadores de cada país. Mirar quién está en lo más alto de la tabla, saber cuál es el delantero más temido de cada liga. Y no sé cuántos años llevo haciendo esto los lunes, pero me he dado cuenta de que hay algo que nunca cambia. Porque en Inglaterra van tornándose los Salah, Kane, Vardy y compañía en lo alto. En Portugal cada día aparece uno nuevo, ahora es el turno de Darwin Núñez. En Países Bajos pasa un poco más de lo mismo. En Italia, Immobile siempre está ahí, pero también se han ido colando Quagliarella, Icardi o Cristiano. En Francia, últimamente nadie para a Kylian Mbappé, aunque ha tenido la competencia de Ben Yedder y antes dominaba Cavani. En Alemania, hace mucho, una eternidad, desde antes de que esta rutina pudiera conmigo, que nadie le hace mínima sombra a Robert Lewandowski.
Da igual el año, los demás delanteros de la Bundesliga, el nivel de los porteros, cuán buenos sean los defensores, que él siempre acabará el curso ocupando la primera casilla de máximos anotadores de Alemania
Pueden decir que el fútbol siempre esconde sorpresas, que nada está escrito, que todo puede pasar. Y hay un vacío legal ahí. Solo uno quizá. Puede que haya dos a lo sumo. Dudo que muchos más. Ese fallo en el sistema se llama Robert Lewandowski. Porque da igual el año, los compañeros que tenga alrededor, los demás delanteros que haya en la Bundesliga, el nivel de los porteros de la competición, cuán buenos sean los defensores germanos, que él siempre acabará el curso ocupando la primera casilla de máximos anotadores de la liga alemana. Ya van seis veces que lo consigue, una con el Dortmund y cinco con el Bayern. Y todo apunta, viendo cómo está la tabla, a que en mayo el siete sucederá al seis. Por eso mismo, después de revisar entero el historial de goleadores de Alemania, necesitaba hablar de Robert.
¿Por qué necesitaba hacerlo? Porque solo un tipo en la historia, hasta la fecha, ha llegado a tal número de veces siendo el delantero estrella de la competición. Por supuesto, es Gerd Müller la estrella en cuestión. Y Robert Lewandowski está muy cerca de igualar ese récord, acariciándolo con la punta de los tacos. Un día hablaron de Gerd por ser el primero en llegar a los 40 goles en una sola temporada. Nosotros hablaremos de que vimos a Robert hacer 41 en la 20-21. También hablaron de Gerd al ser el primero en superar la barrera de los 300 en la Bundesliga. Y nosotros hablaremos de Robert por ser el segundo y, quién sabe, si un día por batir los 365 del ‘Torpedo’. Cosas grandes, enormes. Chingonas, que diría el ‘Chicharito’. Porque si ayer hablaban de Gerd como uno de los mejores artilleros que existieron, mañana nosotros tendremos que hablar de Robert por exactamente lo mismo.
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Fotografía de Imago.