Cada vez que hablo de la importancia de Escocia dentro de los inicios tácticos del fútbol, se da la misma escena. El receptor del mensaje pone cara de asombro, sube una ceja o asume que he cometido un error al decir “Escocia”. No, lo cierto es que no es un error. Escocia fue una nación importantísima en esos primeros pasos del fútbol en el terreno de la pizarra. Un buen amigo, Jesús Zalama, residente y profesor en el país británico, incluso me pidió un resumen breve de las razones por las cuales Escocia se diluyó con el tiempo competitivamente hablando a pesar de esa importancia. Dentro de la evolución del país a nivel futbolístico, lo cierto es que hay pocas etapas que reflejen un nivel notable de Escocia en el campo. Su presencia en la Eurocopa, sin ir más lejos, es muy pobre.
Apenas tres presencias desde su inicio en la década de los 60. Por ello sorprende que, desde que en 1930 la Copa del Mundo echara a andar, ‘The Tartan Army’ haya sido mundialista casi tres veces más, con ocho participaciones desde sus orígenes. Su última presencia se dio en el Mundial de Francia’98, codeándose en la fase de grupos con la finalista, Brasil. Pero si hablamos de éxito, lo cierto es que los años 70 y 80 son el prime destacado del conjunto nacional. Escocia fue parte de todos los Mundiales disputados en esas dos décadas, además de mezclarse también con el inicio de los 90, con el reducto de calidad que fue capaz de llegar a la edición italiana. Su mejor posición, precisamente, fue lograda en 1974, con un 9º puesto que retumba en el vacío dejado en las últimas ediciones desde 1998. Que España se enfrente a Escocia en la lucha para definir su presencia en la Eurocopa de 2024 es la razón perfecta para hablar de esa etapa de los 80 en la que los británicos fueron capaces de sonreír futbolísticamente.
Que España se enfrente a Escocia en la lucha para definir su presencia en la Eurocopa de 2024 es la razón perfecta para hablar de esa etapa de los 80 en la que los británicos fueron capaces de sonreír futbolísticamente
En España, el gran referente escocés fue siempre Steve Archibald, quien causalmente debutó como mundialista con su selección en España’82, llegando incluso a marcar un gol tras su entrada desde el banquillo en el duelo ante Nueva Zelanda. En ese entonces, Archibald tenía 25 años y era parte de la plantilla de un Tottenham Hotspur dirigido por Keith Burkinshaw, que precisamente ese año logró llevarse la FA Cup. Sólo dos años después, solicitado enérgicamente por Terry Venables, Archibald llegaría a España de la mano del FC Barcelona. El objetivo era complejo: tratar de borrar el recuerdo de un mito atascado como Maradona en la Ciudad C0ndal y ser mano derecha de un Venables que también relevaba a un entrenador carismático como Menotti en el equipo ‘culé’. El entrenador inglés, que, curiosamente, compartía con Archibald el haber logrado ganar también la FA Cup con el Tottenham, quería la pieza del escocés para apuntalar un equipo al que él también acababa de llegar y necesitaba adaptarse.
Se podría decir que ambos empezaron con buen pie, en una temporada en la que la primera jornada decretó un Clásico en el Bernabéu. Ese primer Barcelona de Venables logró llevarse el partido con solvencia con un 0-3 en el que Archibald no sólo marcó el segundo tanto, sino que se convirtió en el primer jugador escocés en marcar en el fútbol español. Esa temporada, la 84-85, fue el máximo goleador ‘culé’ y el equipo fue campeón de liga. Hugo Sánchez acabaría siendo el pichichi en una liga conquistada por un inglés con un goleador escocés en un año (1985) en el que ninguno de los convocados por España o Escocia para el duelo de clasificación a la Euro habían nacido aún. Entre ellos, Oliver Burke, jugador escocés del Alavés que marcó hace muy poco en la Liga para convertirse en el segundo futbolista escocés en hacerlo en la competición española, después del citado Archibald.
Solicitado enérgicamente por Terry Venables, Archibald llegaría a España de la mano del FC Barcelona. El objetivo era complejo: tratar de borrar el recuerdo de un mito atascado como Maradona en la Ciudad Condal
En la Eurocopa de 2021 volvía la selección británica tras 25 años sin aparecer en el gran torneo internacional europeo, para caer en primera ronda en el Grupo D, logrando empatar contra Inglaterra (de por sí ya una victoria moral por evitar la victoria de los vecinos) y caer ante Croacia, Inglaterra y la República Checa. Esta nueva generación escocesa dejó el pabellón alto volviendo a una competición internacional desde ese Mundial de 1998, a pesar de que su camino acabó demasiado pronto.
El único goleador de Escocia en esa torneo besó las redes en la derrota ante la Croacia de Dalic. Era Callum McGregor, un muchacho de Glasgow que juega con bastante éxito en uno de los grandes equipos de su ciudad, el Celtic. Steve Clarke, actual seleccionador, cuenta con él para sus próximos duelos, junto a un colectivo que ha crecido en torno a las historias de esos héroes que entre 1974 y 1990 pusieron el nombre de su país en el primer plano internacional. Un país al que el fútbol, además de deberle mucho en sus primeros pasos, unió a España en varios puntos de su historia, de Archibald a Burke.
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Fotografía de Getty Images.