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¿Soñar o vivir?

Acordarse del pasado, celebrar el presente, retar al futuro. Y confeti rojo y blanco por todas partes. Esta es la contracrónica de un día (y un año) que Girona ya no va a olvidar nunca

soñar

De camino a Montilivi, una autocaravana con una pegatina en la parte trasera. “Todo comienza con un sueño”, proclama. Sería bonito que fuera así. Pero pocos caminos empiezan con un sueño. Por lo menos no el del Girona, tantas veces saco de boxeo del destino. Acostumbrado a ceder su comedor para fiestas ajenas y después recoger los vasos del suelo. Lo sabe bien Aday Benítez, leyenda rojiblanca y jornalero del fútbol que sudó sangre hasta llegar al fútbol profesional. Por el camino sufrió un 9-0 con L’Hospitalet en el Camp Nou, la noche de un día en el que, como tantos otros, comenzó trabajando en una peluquería. Hace 25 años el Girona había bajado a Primera Catalana.

Hoy comentarista, la noche del viernes, después del bestial 7-0 al Granada, la enésima gesta de un equipo de museo, de un club sin museo, sonreía en la tribuna de prensa. Mientras el estadio cantaba Camins con Sopa de Cabra, “mai no és massa tard per tornar a començar, per sortir a buscar el teu tresor”, atacaba una bolsa de palomitas. Le dije que qué pasada y qué burrada y entendió que le hablaba del concierto y dijo que sí, que muy guapo. Para lo otro no debía tener palabras. Tampoco las tiene Míchel Sánchez, entrenador y si quisiera alcalde. Ha tenido que repetir las palabras “histórico” e “increíble” tantas veces que ya parecen poco. El Girona ha ganado tanto este curso que al final incluso ha ganado a la RAE.

Después de someter al Barcelona por 4-2, a principios de mes, el técnico madrileño y catalán del Girona dijo que el siguiente paso y el siguiente sueño del club era un título. Quiere un título y el club no tiene ni vitrinas, en una prueba más de un crecimiento brutal y sin precedentes. Tres de los últimos cuatro partidos en Montilivi han acabado con los jugadores vestidos con una camiseta conmemorativa. Se venden a 30€. Pero ni el capitalismo duele en medio de este presente tan bello y tan feliz.

 

“Esto es tan grande que parece irreal”, escribe Àlex Granell. No todo comienza con un sueño. Y es mejor vivir que soñar

 

Tan, tan feliz que parece imposible, para una ciudad habituada a las otras lágrimas. Se hace extraña tanta alegría. Los dos últimos finales de curso en Montilivi, antes del salvaje 7-0 al Granada, fueron contra el Elche y el Rayo Vallecano. “Parece una maldición la historia del Girona. Siempre acaba igual”, contaron los presentadores del telenoticias de TV3 tras la enésima final de play-off perdida. Hoy la historia es otra, después de una temporada descomunal. La mejor de siempre, histórica para el Girona y en LaLiga.

Sin contar al Madrid y al Barça, inesperados rivales esta campaña, solo cinco equipos han hecho más puntos que el Girona (81, con 25 victorias en 38 jornadas): el Atlético en 2014 (90), en 2016 (88), en 1996 (87, 42 jornadas) y en 2021 (86) y el Valencia en 1996 (83, 42 jornadas). Han sido 81 puntos, como el Leicester campeón. Más que el Barça campeón en 1998 (74) y en 1999 (79), el Deportivo de La Coruña campeón en 2000 (69), el Madrid campeón en 2001 (80), en 2003 (78) y en 2007 (76), el Valencia campeón en 2002 (75) y en 2004 (77). Sin contar al Madrid y al Barça solo tres equipos han hecho más goles en una sola Liga: el Athletic 1950-51 (86), el Valencia 1941-42 (85) y el Atlético 1950-51 (84). 24 han corrido a cuenta del debutante Artem Dovbyk. El primer pichichi fuera del Madrid, el Barça y el Atlético desde que lo lograra Dani Güiza en 2008 (Mallorca).

Montilivi ha presenciado 73 goles, 53 propios y 20 ajenos. El viernes fueron siete, en la goleada más bestia del club en el fútbol profesional. En apenas cuatro años el club jugará la Liga de Campeones: un hito sin precedentes en el fútbol español. Y algo merecido: el equipo solo ha estado fuera de las cuatro primeras posiciones en la jornada 1. Después ha sido dos veces cuarto, 15 veces tercero y 15 veces segundo y cinco veces primero, en las jornadas 7, 12, 13, 16, 17. La hinchada tiene los móviles llenos de capturas de pantallas de esas clasificaciones. Y también la plantilla, como confirmó Juanpe Ramírez en Jot Down. “Yo no nací siendo del Girona, pero moriré siendo del Girona”, dijo. Y así tantos.

Porque el crecimiento es gigantesco, como ilustran los miles de personas y sobre todo los miles de niños que inundaron las calles de la ciudad en la celebración de este domingo. Lo dijo Quique Cárcel, director deportivo desde hace una década y arquitecto del equipo, tras su tercera rúa: “Cada vez hay más gente y cada vez hay más niños. Estos niños son el futuro del Girona”. La plaza del ayuntamiento, la Plaça del Vi, quedó pequeña, como ha quedado pequeño Montilivi, más de diez veces con el cartel de ‘sold out‘ en la taquilla. La pareja de un futbolista pintaba caras de los niños que aguardaban la llegada de los jugadores a la plaza, apoyados en vallas. Mientras Danny Blind, tantas veces campeón y padre de un hijo tantas veces campeón, grababa con el móvil y sonreía. La hija del central iba vestida con un vestido de sevillana hecho a partir de dos camisetas del padre. Su abuela le daba galletas, etiquetadas en neerlandés. Pero el padre salió al balcón con un Estrella Damm. Cuando aparecieron por el balcón un coro cantó el himno de la Champions.

 

En dos mayos el Girona ha pasado de ganar al Alcorcón y al Mirandés y empatar con el Burgos a la élite europea. Ha batido al Madrid, al Atlético y al Barça y ha protagonizado un sinfín de momentos históricos

 

El Instagram de Blind podría confirmar la sensación que despertó su fichaje, el primero, que venía a retirarse a la Costa Brava, porque solo tiene dos fotos. Pero se ha erigido en una pieza insustituible para Míchel y en un ídolo más de Montilivi, además de ubicar Girona en los mapas neerlandeses. El 7 de julio escribió un escueto “Som-hi Girona” y este sábado admitió, en un texto más largo, que “venir a Girona fue una decisión basada en mis sensaciones” y que “no sabía qué esperar”. Seguro que lo que ha pasado no. Porque como dijo Cristhian Stuani, eterno capitán, lo logrado era “impensable”. Su socio preferido, Portu, gritó: “Hace unos años dije en este mismo sitio que el Girona sería de Champions y hoy puedo decir que ese sueño se ha hecho realidad. Pero este equipo, este club, esta afición y esta ciudad no tienen techo. Por eso el equipo se seguirá dejando la piel en el campo, para que este sueño tan bonito no acabe nunca”. Míchel reivindicó que el Girona, “inmortal”, ha hecho el mejor fútbol de España y de todo el mundo.

“Europa va a flipar con el Girona y con Girona”, aseguró. Acto seguido cayó una lluvia de confeti rojo y blanco. Los niños lo recogían del suelo para jugar con él. Antes un coro había cantado desde otro balcón el himno de la Liga de Campeones y Aleix García había mostrado la camiseta de la próxima temporada, con el logo de la Champions.

En dos mayos el equipo ha pasado de ganar al Alcorcón y al Mirandés y empatar con el Burgos a la élite europea. Ha batido al Madrid, por 4-2, al Atlético, por 4-3, y al Barça, por 2-4 y por 4-2, y ha protagonizado un sinfín de momentos históricos. Pero cada vez que alguien le pregunta a Míchel por el mejor siempre responde lo mismo. La misma palabra, las mismas cuatro sílabas: Tenerife, sede del duelo de vuelta de la final del play-off de ascenso de hace dos años. El vídeo conmemorativo que mostró el videomarcador de Montilivi tras el 7-0 contra el Granada empezó con Tenerife. El Girona volará a Liverpool, Milán y Múnich desde Tenerife.

Quizás ahí reside la clave del éxito del Girona: en no olvidar el pasado, feliz o triste, ni mientras se vive el mejor presente y se acerca el mejor futuro. En la celebración del domingo dos adolescentes sonreían y hablaban entre sí: uno con el ’16’ de Sávio Moreira, futuro, 40 millones en Transfermarkt tras un año por encima del excelente, y uno con el ‘7’ de Richy Álvarez, pasado, uno de tantos que sostuvieron el orgullo del club en días difíciles y abrieron la puerta al presente. Y Eloi Amagat vestía una camiseta de Àlex Granell.

“Esto es tan grande que parece irreal”, escribe el segundo. No todo comienza con un sueño. Y es mejor vivir que soñar.

 


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Fotografía del Girona FC.