Sergio León pertenece a una de las últimas generaciones que aprendió a jugar a fútbol en la calle. Aquellos partidos eran eternos, se jugaba hasta el último aliento o, mejor dicho, hasta cuando había que ir a cenar a casa. Daba igual si se disponía de porterías, la imaginación y dos árboles o los bancos del parque hacían el resto. En la calle se debía ser más listo que ninguno, había que aprovechar ese reglamento flexible en el que todos éramos árbitros y nadie a la vez. Sergio León es un futbolista de calle, por mucho que ahora juegue para miles de personas y haya sustituido el cemento por el césped. Se le nota en su pillería, los defensas rivales no se pueden andar con tonterías cuando León camina a su lado y esto nos recuerda a otros delanteros como Tamudo, Raúl o Villa, siendo estos dos últimos ídolos del propio jugador del Betis.
Resulta curioso que a sus 29 años esta sea la segunda temporada de Sergio León en Primera División, nadie ha creído más en sus posibilidades de triunfar al máximo nivel que él mismo. El futbolista del Betis es de esos que se han criado en campos de Segunda División B y Segunda: no hay mejor (ni más dura) forma de curtirse. Los campos de tierra han dado paso a los de césped artificial y después al natural, todo ha ido cambiando con el paso de los años. Tras dejar la cantera del Betis comenzó su aventura en el Reus, en 2013 anotó 18 goles en uno de los grupos más complicados de Segunda B. Si repasamos la lista de máximos goleadores de aquel año, podemos encontrar a Gerard Moreno y Roger Martí. Ahora los tres, contando también a León, son titulares en Primera. Tan solo han pasado cinco años y en Segunda B había clásicos como Tenerife, Leganés, Oviedo, Alavés, Eibar, Nastic, Albacete o Cádiz. Aquella temporada el Reus no subiría a Segunda, terminó decimocuarto, pero León ya comenzaba a hacerse un nombre.
Sus 18 goles con el Reus hicieron que el Elche firmara al delantero andaluz. De nuevo continuaría en el grupo 3 de Segunda B, sus 12 goles hicieron que el filial ilicitano se mantuviera en la zona alta de la tabla. El primer equipo del Elche no le dio aún la oportunidad de jugar con ellos, y por eso salió cedido a la Llagostera en 2015 y así hizo su primera aparición en Segunda. Fue una temporada histórica para el club catalán, terminó en novena posición tras haber ascendido a la categoría de plata. Al siguiente curso el Elche cuenta con León y este no decepciona: 22 goles en liga y máximo goleador de la categoría. Ahí es cuando todo cambia, si en el Reus llamó la atención para subir un peldaño, en el Elche había llamado a la puerta de varios clubes de Primera. Tras criase, futbolísticamente hablando, entre Cataluña, Alicante y Andalucía, la oportunidad de triunfar al máximo nivel llegó en Navarra. Su debut fue ante la Real Sociedad en el Sadar, aunque aquel no fue precisamente el día con el que tanto había soñado.
“Después del partido me llevé tres días en la cama, no podía ni moverme. Pero por mis cojones que jugaba. No toqué ni un balón, solo uno y se la eché al contrario”, reconocía Sergio León a los compañeros de Estadio Deportivo. Su temporada con Osasuna no fue mala, anotó diez goles pero no pudo evitar un año desastroso del club navarro. A final de temporada se cerró el círculo de vuelta al Betis. A estas alturas del año lleva ya 11 tantos, sin hacer demasiado ruido es el máximo goleador del equipo pese a no haber sido un fijo en el once. Hay un dato que aún asombra más, ha anotado esos 11 goles habiendo disparo a puerta tan solo 40 veces. La efectividad del número siete es tremenda, casi siempre que anota el Betis gana. Cuando jugaba en el Reus le hizo la promesa a su padre, ya fallecido, que jugaría en Primera, y tan solo cinco años después se ha convertido en uno de los delanteros mejor valorados de la competición. Estamos convencidos de que cuando Sergio León juega en el Benito Villamarín, todavía se imagina jugando en las calles de Palma del Río.