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Saint-Etienne: recuerdos verdes

Da la sensación de que el gran Saint-Etienne ha caído en el más profundo olvido. Pero sus títulos, futbolistas y sobre todo legado bien merecen ser recordados

Al igual que les ocurre a muchos clubes, el paso del tiempo ha logrado una pérdida de perspectiva sobre la grandeza del Saint-Etienne. Si nos hicieran redactar los tres clubes más grandes de Francia en un papel en blanco, tengo serias dudas de que muchos fueran a escribir su nombre. Supongo que en esa lista sí estarían PSG, Olympique de Lyon y Olympique de Marsella. Pero como rara vez existe lo absoluto, unos cuantos románticos subrayarían en verde al St.Etienne. Cuando un equipo lleva muchos años sin ganar su campeonato nacional da la sensación de que ya no le corresponde ninguna corona. El paso del tiempo lo engulle todo. Incluso a aquellos que tienen sus vitrinas plagadas de trofeos. “Sí, tendréis 10 ligas francesas. Pero, ¿quién coño sois ahora?”. Más o menos algo así le sucede al club de Loira. Sus aficionados podrían responder que son el club con mayores éxitos en la historia de Francia, y que su pasado está repleto de recuerdos maravillosos. Ahora bien, que le expliquen eso a un joven que ve grande al PSG y que observa en el St.Etienne un club mediano. De todas formas, en la memoria de los viejos aficionados nada ni nadie les harán olvidar que hace no mucho eran los reyes de Francia.

La temporada 1980-1981 fue la última en la que el St.Etienne levantó la Ligue 1. El décimo campeonato, la cifra redonda, y desde entonces una estrella sobre su escudo. Les verts fueron el club hegemónico durante las décadas de los sesenta y setenta. No solamente en liga, sino también conseguían numerosos dobletes con la Copa de Francia. Anduvieron cerca de plasmar esa superioridad nacional en el ámbito europeo, cayeron en la final de la Copa de Europa de 1976 ante el Bayern. La apisonadora bávara no era el rival idóneo cuando se tiene la intención de tocar el cielo. Los Maier, Beckenbauer, Rummenigge o Müller impidieron cualquier opción de gloria. Tan solo perdieron por 1-0, pero quizá aquella derrota fue un punto de inflexión para los Revelli, Larqué, Santini o Rocheteaue. En el verano previo a la temporada del décimo título liguero se despedía Rocheteau. El ángel verde decía adiós. Todo un mazazo teniendo en cuenta que se marchaba a París para vestir la camiseta del PSG. Los aficionados del St.Etienne tan solo pudieron disfrutar una temporada de la dupla Rocheteau-Platini. Ambos sumaron 27 goles en liga y aunque parezca increíble no levantaron ningún trofeo. En ese momento nos situamos, en el relevo generacional y sobre todo en su liderazgo. Veamos ahora cómo se construyó aquel último St.Etienne campeón.

El mito y la leyenda que nace

HerbinLas llaves del club eran del carismático Robert Herbin. Defendió la camiseta de les verts entre 1957 y 1972, rondó los 500 partidos vestido de verde. Todo un mito. Conquistó cinco títulos de liga como jugador, a los que debemos añadir otras tres copas de Francia. Tenía un aspecto curioso, parecía cualquier cosa menos entrenador de fútbol. Bajo ese pelo afro pelirrojo se escondía un notable técnico. Y así fue. Nada más retirarse en 1972, con tan solo 33 años, fue nombrado entrenador del St.Etienne. Una situación que resulta impensable hoy en día. Quien fuera miembro del primer gran equipo ahora dirigiría a una gran generación de futbolistas franceses. Logró cuatro Ligue 1 y otras tres copas de Francia. Un palmarés alucinante, tan solo le faltó la Copa de Europa de 1976. Si el club hubiera mantenido a Rocheteau y futbolistas como Platini hubieran seguido bajo sus órdenes, no sabremos jamás el límite que poseía aquella magnífica generación. Herbin era un personaje peculiar, la siguiente anécdota lo reafirma. En el último encuentro de la temporada 74-75 ante el Troyes, ya como entrenador, decidió participar como jugador. La cosa no quedó ahí, anotó un gol a sus 36 años siendo el único técnico francés en hacer un gol en la época moderna.

Hasta esa temporada el líder del equipo era Rocheteau, pero el ángel verde cogió las maletas rumbo a París. A sus 25 años de edad Michel Platini asumió el liderazgo del St.Etienne. Evidentemente no estaba solo. A su lado había futbolistas de una gran talla, pero él era el factor diferencial. Se estaba incubando el mejor futbolista del mundo. Ya sabía lo que era hacer buenas temporadas y conquistar algún trofeo en el Nancy, pero el St. Etienne era un club distinto. Un equipo ganador que necesitaba una nueva estrella. La 79/80 fue su primera temporada y anotó 16 goles, pero en la del título subió sus prestaciones hasta los 20 tantos. Perdió en la final dos copas de Francia y le faltó un pequeño escalón para lograr un título continental. Se quedó en cuartos de final de la Copa de la UEFA de 1981 apeado por el posterior campeón Ipswich Town. Tras tres temporadas exitosas abandonó su país natal para recalar en la Juventus. Su trayectoria, títulos y balones de oro son historia. ¡Ay si se hubieran mantenido Rocheteau (25 años), Platini (25), Rep (28), Battiston (23), Santini (28) y Larios (23)!

Un generación única

RepNinguna estrella puede brillar sin ayuda, da igual que se apellide Pelé, Cruyff, Platini, Maradona o Messi. Hemos mencionado que Herbin tenía una magnífica generación de futbolistas, estaba sustentada bajo cuatro pilares. De aquellos finalistas de la Copa de Europa aún seguía Santini, pero otras figuras como Bathenay, Hervé Revelli o Larqué habían abandonado el club. El gran Johnny Rep llegó al St.Etienne la misma temporada que Platini. El jugador de ataque holandés había ganado todo con el Ajax, y no le habían ido mal las cosas en el Valencia y Bastia. En aquella época era un futbolista quizá con más nombre del que tenía Platini. Otro de los pilares era el mediocentro Jean-François Larios, el futbolista de ascendencia argelina era una maravilla. Era canterano del propio club de Loira y estuvo allí prácticamente diez años, además de ser pieza clave en la selección francesa. Larios tuvo un affaire con la mujer de Platini, y en cuanto Le Roi se enteró su carrera cayó en el declive. Aquella situación le perjudicó en la selección francesa. En 1983 su fichaje por el Atlético de Madrid estaba hecho, pero el cupo de futbolistas extranjero impidió finalmente su llegada. Tras aquel suceso se fue a jugar a Canadá y siguió dando vueltas.

La llegada de Patrick Battiston para reforzar la defensa fue fundamental. El St.Etienne tenía grandes jugadores en faceta ofensiva, pero ansiaban un capo atrás. Battiston llegó la misma temporada del título procedente del Metz. Para atesorar tan solo 23 años en sus piernas ya había muchos partidos y experiencia. Al igual que Platini, estuvo tres temporadas defendiendo la camiseta verde. Años después triunfó en Burdeos y protagonizó una de las imágenes más famosas de los Mundiales ante el portero alemán Harald Schumacher. El nexo entre una gloriosa generación y otra era Jacques Santini. Era uno de los que ya sabía lo que era pasear la Ligue 1 por la pequeña ciudad minera. Santini fue titular en la final de Glasgow ante el Bayern y a sus 28 años volvía a tener la oportunidad de pertenecer a un nuevo St.Etienne campeón. Con más de 300 encuentros a sus espaldas se despidió con una nueva Ligue 1, para hacer un total de cinco campeonatos ligueros. Al término de la temporada se fue al Montpellier con los deberes hechos.

Se terminó el sueño

Los siguientes años al título fueron dramáticos. En la 81-82 no pudieron revalidar el trofeo liguero, quedaron segundos a tan solo un punto del Mónaco. Las grandes estrellas fueron buscando nuevos destinos: Platini (Juventus), Battiston (Girondins), Larios (Atlético de Madrid) y Rep (PEC Zwolle). Para suplir a Le Roi  llegó otro buen jugador como era Bernard Genghini. Pero no funcionó el ex Sochaux, una temporada estuvo tan solo. Un escándalo financiero salpicó al St.Etienne y aquí falleció su época dorada. El presidente Roger Rocher fue detenido ya que realizaba pagos ilegales a varios jugadores. El técnico Robert Herbin se marchó al Lyon, la leyenda se iba a entrenar al eterno rival. Tras una pésima 83-84 descienden a Ligue 2. Al menos estuvieron tan solo un par de temporadas en el infierno, lograron volver a estar en la máxima categoría del fútbol francés gracias a Roger Milla. Así es como se escribe la historia. Uno ya puede ser el club más grande de Francia, rozar la gloria europea y caer sin ningún tipo de freno.