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René Higuita: una oda a la improvisación

Cualquier meta hubiera podido recular y blocar el balón sin dificultades. En cambio, Higuita decidió inventarse un movimiento genial. Ya nadie olvidaría ese instante

higuita

El 12 de junio de 1986, en plena cúspide de su carrera, Queen dio un concierto que pasaría a la historia. No porque en él se tocaran los grandes éxitos de la banda, ni porque congregara a más de 70.000 espectadores, ni siquiera por ser el último celebrado en Wembley. Aquella fecha pasó realmente a la posteridad porque su carismático líder, Freddie Mercury, se sacó de la manga una improvisación icónica, jugando con los tonos de su voz e invitando al público a repetir cada sonido. De haberse limitado a cantar todas sus canciones, a hacer bien su trabajo, el concierto habría resultado demasiado convencional para un tipo con su estrella. Y es que un artista se convierte en genio cuando se sale del guion establecido, cuando sorprende al mundo.

Nueve años más tarde, otro artista excéntrico y con bigote también pasaría a la historia en el mismo escenario y con idéntica actitud. Colombia, la selección de Valderrama, Asprilla y compañía, visitaba Londres para disputar un amistoso ante Inglaterra. El elegido mejor portero sudamericano del siglo XX, René Higuita, era de pasar más tiempo fuera del área que bajo palos. El joven Jamie Redknapp lo sabía y en una de esas trató de sorprenderle con un tiro desde la larga distancia. Cualquier meta hubiera podido recular y blocar el balón sin dificultades. En cambio, Higuita decidió inventarse un movimiento genial: un salto hacia adelante, como quien se tira de cabeza a la piscina, con el que dejar pasar el balón por encima de su cabeza y, en el último instante, despejar el esférico con los talones, dibujando un escorzo inverosímil y hermoso. Se levantó con una sonrisa irreverente, alzando los brazos al cielo, celebrando la inmortalidad del momento. El duelo acabaría en empate a cero pero ya nadie olvidaría dónde estaba aquel día.

 

Higuita se levantó con una sonrisa irreverente, alzando los brazos al cielo, celebrando la inmortalidad del momento. El duelo acabaría en empate a cero pero ya nadie olvidaría dónde estaba aquel día

 

Repitió aquel gesto técnico bautizado como ‘escorpión’ hasta tres veces en su carrera, una acción que luce en la memoria como una de las mejores jugadas de la historia del fútbol. Freddie y René, dos genios que eligieron Wembley para pasar a la eternidad.

 


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Fotografía de Getty Images.