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Recuerdos de 1920: el primer duelo entre España e Italia

España e Italia se enfrentaron por primera vez en los Juegos de Amberes, el torneo del estreno histórico de la selección: acabó con nueve futbolistas, pero ganó

La selección española de 1920, en los Juegos Olímpicos de Amberes

“No hay partido con mayor trascendencia, a nivel europeo, que un España-Italia, disparada la rivalidad entre dos selecciones que se conocen al dedillo. Es un clásico y no hay nada que se le pueda equiparar en el fútbol”, afirma la previa publicada en la web de la Federación Española de uno de los últimos duelos entre ambos países. La serie ya ha llegado a las cuatro decenas de capítulos. El primero queda lejos: fue el 2 de septiembre de 1920, en los Juegos Olímpicos de Amberes. Fue apenas el cuarto partido de la historia de la selección española. Quedaban nueve años para el inicio de La Liga, en un fútbol muy lejos de ser profesional, y diez años para la disputa de la primera Copa del Mundo.

José del Olmo escribió en un reportaje del Centro de Investigaciones de Historia y Estadística del Fútbol Español (CIHEFE) que “el fútbol internacional se iba recuperando tras la trágica experiencia de la Primera Guerra Mundial”. El torneo de fútbol de los Juegos contó con la participación de 14 países (Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca, Egipto, España, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Países Bajos, Italia, Luxemburgo, Noruega, Suecia y Yugoslavia), después de las renuncias de Polonia y Suiza. Casi la mitad, seis, tenían entrenadores británicos y casi la mitad, seis, iban a vivir su debut internacional. Como la selección española, creada para la ocasión: “España era otra incógnita. Su aislacionismo le había llevado a mantener sólo contacto con el fútbol francés y centroeuropeo a través de los partidos de club, por lo que nadie sabía hasta dónde podría llegar como selección nacional”. El conjunto español llegó a Bélgica tras un viaje de un día y medio en tren desde la estación de Irún, según contó Javier Giraldo en Sport: “España jugó con camiseta roja y pantalón azul. Y en lugar de escudo lució un león amarillo, símbolo del Ducado de Brabante, ciudad a la que pertenece Amberes, que había sido de dominio español siglos atrás”.

Las favoritas al título eran Bélgica, como país anfitrión, y Reino Unido, como ganador de las ediciones de 1908 y 1912: los Juegos de 1916 se habían suspendido por la guerra. Pero el equipo británico quedó eliminado a manos de Noruega en los octavos de final, el día 28 de agosto. España jugó su primer partido de la historia ante la experimentada selección de Dinamarca, subcampeona en 1908 y 1912, y con dos jugadores ya por encima de las 25 internacionalidades. Pero, para sorpresa general, se impuso por un ajustado 1-0, obra del vasco Patricio Arabolaza (Real Unión Club Irún) al inicio de la segunda parte. Los futbolistas vascos eran, de hecho, mayoría. “Paco Bru, técnico español, seleccionó, en medio de una gran polémica, a 13 vascos, cuatro catalanes y cuatro gallegos”, rememoró José Sirvent en El País en 1984. Los clubes más representados fueron el Athletic Club, el Barcelona y la Real Sociedad. Aquel 28 de agosto Dinamarca se volcó al ataque en busca del empate, pero no encontró el gol. “El dominio danés hacía prever que pronto encontrarán el gol y sin embargo toparon con un excelente Zamora, que fue inquebrantable con intervenciones inverosímiles. Nunca antes se había visto nada igual. Acaparó los aplausos de un público entregado que lo vitoreó al finalizar el partido. Con esta actuación firmó su entrada como leyenda mundial del fútbol”, escribió Del Olmo en CIHEFE.

En cuartos de final se impuso la lógica y España cayó ante Bélgica, en su segundo partido: por 3-1, con un gol de Mariano Arrate (Real Sociedad). Bélgica se proclamaría campeona tras superar a Países Bajos en las semifinales y a Checoslovaquia en una final de mucha tensión, el 2 de septiembre: “Toda Bélgica estaba pendiente de ver cómo su equipo nacional se proclamaba campeón. Esto generó una presión desacostumbrada en cualquier partido de fútbol de la época. Y a esto se añadía la inquina con que el público local había estado persiguiendo al equipo checoslovaco por su afinidad con Alemania”. A la media hora, Bélgica ya ganaba por 2-0, con polémica en los dos tantos y mucha violencia sobre el campo. “Poco después, una internada de Coppée fue cortada por Steiner en falta. Se encararon y tras empujarse mutuamente el delantero belga exageró simulando una agresión, lo que encrespó al público y forzó la expulsión del defensa. Según se marchaba Steiner, el capitán, Káda, después de ver que el árbitro ignoraba sus reclamaciones, decidió acompañarlo voluntariamente y seguidamente le secundó el resto de compañeros. Al ver la retirada de los checoslovacos y en medio de un tremendo desorden que desbordaba a las fuerzas militares, el público invadió el terreno de juego para festejar el triunfo olímpico mientras algunos exaltados rompían el mástil donde ondeaba la bandera checoslovaca. Fue un triste y antideportivo final para una competición olímpica que todavía se resentía de la I Guerra Mundial”, retrató del Olmo.

España había cedido en cuartos de final, pero el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de 1920 se jugó bajo el sistema Bergvall. Era “un sistema de eliminatorias de desarrollo piramidal que en su línea directa darían al ganador de la medalla de oro. A su vez, las medallas de plata y bronce se disputarían entre los equipos eliminados dependiendo en qué fase y con qué rival hubiesen perdido”, con la idea de compensar la crueldad de las finales anticipadas y de dar una segunda oportunidad a los conjuntos eliminados por el campeón. El formato “no convenció a los participantes” y ya no se empleó en los Juegos de 1924 y “cayó en desuso y en el olvido”, pero en Amberes indultó a España.

Al comenzar la segunda parte, Sabino Bilbao se disponía a centrar al área y Beláuste, tan corpulento, rodeado de rivales, gritó: “Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo”. Y la hemeroteca apunta que corrió y remató con tanto ímpetu que entraron en la portería el balón, el portero y tres defensas

NACE LA FURIA

Así, los cuatro equipos eliminados en cuartos de final jugaron entre sí con triunfos por 2-1 de Italia ante Noruega y España ante Suecia. El combinado español remontó con goles de José María Belausteguigoitia (Beláuste, Athletic Club) y Domingo Gómez-Acedo (Athletic Club), en la segunda mitad de un partido, “extremadamente duro”, que se convirtió en “una batalla campal. Las crónicas señalan que finalizaron sobre el campo sólo 15 hombres hábiles para jugar al fútbol. El resto estaban lesionados”. Según destacó Sirvent fue “una auténtica pelea barriobajera” y “un espectáculo deplorable” y el día del nacimiento de la ‘furia española’: al comenzar la segunda parte, Sabino Bilbao (Athletic Club) se disponía a centrar al área y Beláuste, tan corpulento, rodeado de rivales, gritó: “Sabino, a mí el pelotón, que los arrollo”. Y la hemeroteca apunta que corrió y remató con tanto ímpetu que entraron en la portería el balón, el portero y tres defensas.

La selección española también ganó el partido final entre los equipos eliminados en los cuartos de final, contra Italia y con un doblete de Félix Sesúmaga (Barcelona) y con un once formado por Zamora; Vallana, Otero; Artola, Sancho, Sabino; Ramón Gil, Pagaza, Sesúmaga, Pichichi y Silverio. Bru introdujo cinco cambios respecto al duelo ante Suecia, jugado el día antes y tan duro. El técnico, madrileño de 1885, había sido defensa del Barcelona y el Espanyol y era “un hombre singular que llegó a ser incluso forzudo en un circo”, asegura un texto de la FIFA sobre la historia de la primera selección española.

“Italia salió muy fuerte, mostrándose muy superior en el centro del campo hasta chocar con la sólida defensa española. El partido se complicó más para España cuando a los 35 minutos Pagaza se retiró por lesión, pero Sesúmaga abrió el marcador en la primera ocasión clara que tuvo. Durante la segunda parte los italianos siguieron apretando, pero de nuevo Sesúmaga demostró su efectividad e hizo que los transalpinos perdiesen la compostura”, relató Del Olmo. España se quedó con nueve jugadores a falta de diez minutos debido a la expulsión de Zamora por agredir a un contrario: “Molesto por la constante violencia en las cargas de los italianos, fue expulsado tras repeler una brutal entrada de Badini. Silverio se colocó de portero, pero Italia no supo desmontar la férrea defensa española que acabó el partido con nueve hombres”. El atacante de la Real Sociedad, nacido en 1897 y muerto a los 38 años, e internacional una sola vez, esa, contó con la ayuda de Zamora, con permiso arbitral para quedarse al lado de la portería.

El sistema Bergvall fijaba que el ganador de la final entre los cuartofinalistas eliminados debía enfrentarse después al perdedor de la final por el oro, pero Checoslovaquia había sido descalificada por los hechos del partido contra Bélgica y el conjunto español pasó directamente a la final por la plata y el bronce: “Tampoco Holanda tuvo rival, ya que le correspondía enfrentarse con el equipo supuestamente eliminado en octavos de final por el campeón, que, atendiendo al sorteo original, debió ser Polonia, emparejado en su momento con Bélgica, si bien los polacos no se desplazaron a Amberes”. Y en el choque definitivo para repartir las dos medallas restantes, España venció a Países Bajos, eliminada por Bélgica en las semifinales por el oro: por 3-1 con goles de Sesúmaga (2) y de Ramón Moreno (Pichichi, Athletic Club). Escribió Sirvent: “Los jugadores españoles fueron aclamados tanto por el público como por sus rivales. Habían conseguido una medalla de plata en su estreno”. Al llegar a España fueron recibidos por el rey Alfonso XIII en San Sebastián.


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Fotografía de Wikimedia Commons.