30 de abril de 2018. La ciudad de Liverpool se prepara para el partido más importante de la última década. Tras una contundente victoria ante la Roma en el encuentro de ida (5-2), sólo una mala noche se interpone entre los Reds y su octava final de la Copa de Europa. La sonrisa de un alemán loco se contagia por todo Merseyside. Pero una noticia inesperada sacude Anfield de la noche a la mañana: tras 17 años cosechando éxitos codo con codo, Željko Buvač ‘rompe’ con Jürgen Klopp.
Al contrario que su jefe y amigo, el bosnio siempre fue parco en palabras. Proporcionaba cierto equilibrio al cuerpo técnico liderado por un Klopp desatado desde sus tiempos en el Mainz 05, donde compartieron vestuario y banquillo, y el Borussia Dortmund, donde alzaron sus primeros títulos. Quizás, por eso, la noticia de la marcha de primero pilló a todos por sorpresa. Más aun cuando la final de Kiev estaba tan cerca. Buvač, al igual que Klopp, ya sabía lo que era quedarse con la miel en los labios, rozar con los dedos una ‘Orejona’.
Aunque se trataba de una situación “temporal” por “motivos personales”, como anunciaron desde el club, lo cierto es que ya no habría marcha atrás. “Su relación (personal) había sobrevivido; simplemente, no podían seguir trabajando juntos”, señala el periodista alemán Raphael Honigstein en su libro Klopp Bring the Noise. “El cuerpo técnico había percibido que el taciturno bosnio había pasado de ser monosílabo a ‘cerosílabo’ en los últimos meses”. Y decidió abandonar el barco en el peor momento posible.
Peter Krawietz, especialista en el análisis de rivales de confianza de Klopp desde su etapa en el Signal Iduna Park, tuvo que multiplicarse para llenar el vacío que dejó Buvač a pocas semanas de la final ante el Real Madrid. Y, aunque Sergio Ramos lesionó a Mohamed Salah y Loris Karius tuvo una noche para olvidar, no pocos dudaron en culpar, en parte, al señor Buvač por la decepcionante derrota en Kiev (3-1). Lo que sería temporal pasó a ser permanente. Su espantada in extremis no le sería perdonada en Anfield.
Otra medalla de plata colgaba del cuello de Jürgen Klopp. La sexta en sus seis últimas finales; la tercera al frente del Liverpool, al que se le seguía resistiendo su primer título con el alemán a los mandos. Pero, fiel a su filosofía de vida, ‘Kloppo’ no tardó en recuperarse del golpe y empezar a preparar el siguiente asalto. Necesitaba una nueva mano derecha. Savia nueva, ideas frescas y ese plus de energía del que Buvač, tan callado y reservado, siempre careció. Al décimo día, Pepin Lijnders regresaba a Melwood.
Hacía sólo seis meses que el holandés, de 36 años, había puesto punto final a su etapa como miembro del staff técnico del Liverpool para iniciar su primera aventura en solitario como entrenador del NEC de su país natal. Sin embargo, fracasó en su intento de ascender a la Eredivisie en los playoffs definitivos, lo que supuso su despido y le puso en bandeja a Klopp al hombre que sabía que necesitaba a su lado. Curiosamente, el mismo que, de un modo u otro, provocó su ‘ruptura’ con Željko Buvač.

“Buvač daba la impresión de no estar feliz con la creciente influencia del cuarto asistente. El brillante holandés era muy popular entre los jugadores”, relata Honigstein en su libro al referirse al conflicto abierto con el bosnio. “Se estaba convirtiendo en un problema para Klopp”, añade el periodista de The Athletic en conversación con Panenka. “Tiene don de gentes, energía, habla mucho… Es muy activo, positivo y sonriente”. ¿Les suena? “Era el candidato perfecto para el puesto”.
“Existe un gran respeto por ‘Pep’ en Melwood. Cuando pasas tiempo con él, su conocimiento y pasión por el juego realmente impactan. Los jugadores, además, siempre destacan lo buenas que son sus sesiones de entrenamiento y lo mucho que les gusta trabajar con él. Es una parte vital del éxito de este Liverpool. Es un gran entrenador con grandes dotes comunicativas”, señala, por su parte, James Pearce, probablemente el periodista mejor informado de todo Merseyside en lo relativo al Liverpool de Jürgen Klopp.
Sin duda, estamos hablando de uno de los preparadores con mayor proyección del fútbol europeo actual. A sus 36 años no sólo es el ojito derecho del técnico del líder de la Premier, su media naranja futbolística, sino también un especialista nato en lo que al desarrollo juvenil se refiere. Con apenas 19 años inició su trayectoria profesional en los escalafones inferiores del PSV Eindhoven (2002-2006), dando después el salto al FC Porto (2006-2014), uno de los clubes de referencia en materia de cantera en Europa.
Su buen trabajo en Portugal le llevó hasta Kirkby, centro neurálgico del desarrollo de talento del Liverpool y futuro emplazamiento de la ciudad deportiva del club ‘red’ en detrimento de Melwood en pocos años. Allí comenzó como entrenador del equipo sub-16, donde dirigió, entre otros, a Trent Alexander-Arnold. También fue asistente de los sub-18. Dejó a todos fascinados y, en menos de un año, en 2015, ya formaba parte del equipo de Brendan Rodgers. Aunque la etapa del irlandés en Anfield se cerraría pocos meses después.
“Antes de ser ascendido a segundo entrenador (por Klopp), Lijnders había sido clave en la conexión entre Melwood y la Academia. Trent es un gran ejemplo de ello. Incluso ha hablado en alguna ocasión del gran papel que ‘Pep’ ha jugado en su ascenso a lo más alto, entrenando algunos aspectos concretos de su juego hasta que alguien apagaba las luces (de la ciudad deportiva) y se quedaban a oscuras. Es un gran motivador”, desvela Pearce, de The Athletic. “Tiene mano con los chicos”.

Pero antes de todo eso, de convertirse en segundo entrenador del Liverpool, apareció el NEC neerlandés con una oferta para Lijnders en enero de 2018. Decidió aceptarla. “Fue una sorpresa”, asegura el periodista inglés, aunque “era la oportunidad de volver a su país natal, estar cerca de los suyos y ser la figura principal de un equipo que se jugaba el ascenso”. “Klopp entendió sus razones para irse y le deseó lo mejor; sin resentimientos. Por eso, cuando las cosas no le fueron bien a ‘Pep’ y necesitaba un nuevo ayudante, le ofreció volver tan rápido”, añade Pearce.
Para Honighstein, Lijnders traía consigo “aire fresco” y “nuevas ideas” que no entrarían ni mucho menos en conflicto con las de Krawietz. “Klopp siempre ha tenido dos asistentes”, apostilla James Pearce. “Peter siempre se ha ocupado del análisis en vídeo. Con Buvač fuera (a día de hoy, año y medio después, sigue en paro), necesitaba a alguien que participase activamente en las sesiones de entrenamiento”. El propio Jürgen asegura que “podría escribir un libro sobre él, sobre la gran influencia que ha tenido su optimismo y el fantástico entrenador joven que es”. Y remata: «Era como él cuando era joven, pero ya no soy así».
El pasado 29 de octubre, ‘Kloppo’ demostró lo mucho que confía en el prometedor ‘Pep’ dejándole su lugar ante los medios de comunicación en la previa del encuentro ante el Arsenal en la Copa de la Liga. Sus palabras, su discurso, calaron hondo en una afición que pudo apreciar in situ cuan parecida es su filosofía a la de su jefe. El ‘Baby Liverpool’, repleto de canteranos con los que el propio Lijnders había trabajado, se impuso a los ‘Gunners’ en los penaltis tras un 5-5 trepidante.
“Estos chicos tienen talento, son creativos. Pero, para dar el siguiente paso… ¿pueden defender a esos seis jugadores rivales? Esa actitud es el Liverpool, porque nuestra identidad es la intensidad. Aparece en cada ejercicio”
La compenetración entre los tres y el resto del cuerpo técnico desde entonces roza la perfección. No sólo lo demuestran las imágenes del banquillo tras cada gol del Liverpool, los vídeos que comparte el club en sus redes sociales o la mencionada rueda de prensa; también los trofeos que han conquistado juntos: la Copa de Europa, la Supercopa continental y el Mundial de Clubes. En el horizonte, una Premier League que muchos ven como la que podría ser la primera piedra de una dinastía y un dominio con escasos precedentes.
De un tiempo a esta parte, miles de seguidores reds le ven, incluso, como el futuro entrenador del Liverpool. Pero ese puesto, sin embargo, y salvo sorpresa mayúscula, parece tener nombre y apellido: Steven Gerrard. “Es posible que ‘Pep’ dirija al Liverpool algún día, tiene una larga carrera por delante. Pero, con Klopp renovado hasta 2024 -así como el propio Lijnders-, es una decisión que el club tendrá que tomar dentro de mucho tiempo, y muchas cosas pueden cambiar”, indica James Pearce.
Raphael Honigstein coincide con su compañero, e insiste en que será difícil reemplazar a Klopp. “Los entrenadores, al menos los de la Premier, condensan varios aspectos o requisitos, incluyendo su relación con la prensa y, por supuesto, sus experiencias y logros profesionales. No estoy seguro de si tiene posibilidades. ¡Quizás! El Manchester City quiso hacerlo con Arteta”, recuerda el alemán, cuya conversación con Panenka se produjo antes de que el español ocupase el lugar de Unai Emery en el Emirates Stadium.
En cualquier caso, todos coinciden en que su futuro es brillante. “Es un valorado miembro de confianza del staff del mejor entrenador del mundo. En los próximos años tendrá que decidir si es feliz como número dos o si quiere seguir su propio camino como mánager. Los propietarios del Liverpool le adoran y admiran su trabajo. Seguro que querrán que continúe a bordo, de una forma u otra, cuando Klopp decida hacerse a un lado”, concluye, por su parte, James Pearce.
Tome la decisión que tome, Pepin Lijnders, alma gemela de Jürgen Klopp, aspira a convertirse en el máximo exponente del gegenpressing cuando ese alemán loco que le ha devuelto la sonrisa y el hambre a Anfield decida colgar la pizarra.