Decía el periodista Axel Torres que “en un mundo que solo elogia lo sublime es difícil comprender la gloria pequeña del que siempre pierde y un día empata”. El afamado presentador televisivo escribió esta frase en un artículo sobre la selección de fútbol de las Islas Feroe en el año 2011. Aunque se puede utilizar para hablar de cualquier equipo modesto. Incluso aunque estos se encuentren en nuestras antípodas.
Oceanía es el continente más pequeño de la tierra. Está formado por catorce países y diecisiete dependencias (países que dependen de otros gobiernos). El país de mayor extensión en Oceanía es Australia. Sin embargo, en términos futbolísticos, los aussies no son miembros de la Confederación de Fútbol de Oceanía (OFC). El bajo nivel de los clubes y selecciones de este continente motivó que hace unos años la Federación de Australia se incorporara a la Confederación Asiática de Fútbol en busca de poder desarrollar su fútbol ante rivales de mayor entidad. Indudablemente aquello fue un golpe para la OFC. Aunque lejos de lamentarse, los directivos de la Confederación se pusieron manos a la obra para conseguir mejorar las prestaciones de sus afiliados.
Por ahora no se puede decir que los resultados hayan sido negativos ya que el Auckland City, representante del continente en el Mundialito, llegó a ser tercero en la edición de 2014
Una de las primeras medidas de la OFC fue la de incorporar una fase previa en su sistema clasificatorio para el Campeonato del Mundo de selecciones. Una ronda en la que participarían los equipos nacionales de las cuatro peores confederaciones afiliadas: Samoa, Tonga, Samoa Americana y las Islas Cook. El objetivo era conseguir que estas selecciones pudieran ir mejorando y fueran capaces de plantar cara a los grandes equipos de Oceanía. Uno de ellos participaría en la Copa de las Naciones de la OFC, que sirve ronda clasificatoria para el Mundial. Ante semejante premio, el torneo clasificatorio que disputan las cuatro federaciones más débiles de la zona se ha convertido en un auténtico fenómeno y los partidos se viven con verdadera pasión. Además, esta ronda de grupos se disputa en una sede única y se concentra en apenas diez días. Diez días en los que los que las selecciones más modestas del planeta se sienten tan importantes como los equipos más laureados.
Pero estas medidas no solo se han limitado a los partidos de selecciones. La Confederación oceánica también ha buscado aumentar la competitividad de sus clubes en la Champions League de Oceanía y que estos puedan ser más competitivos cuando afrontan grandes citas como el Mundial de Clubes de la FIFA. Y por ahora no se puede decir que los resultados hayan sido negativos ya que el Auckland City, representante del continente en el Mundialito, llegó a ser tercero en la edición de 2014.
Para conseguir que el campeón oceánico sea más competitivo en el Mundialito, la OFC decidió impulsar el fútbol de sus asociados invirtiendo en infraestructuras, apostando por el fútbol base y facilitando que todos los clubes pudieran jugar. Este era uno de los puntos más importantes en un continente como Oceanía. Debido a su situación geográfica, resultaba muy costoso para los clubes poder viajar a otros países, especialmente a los representantes de los clubes más humildes del continente. Por eso las fases previas se disputan en una sede única y en el plazo de siete días.
En este 2017 esta fase previa se ha jugado en Tonga y reunió a los campeones de las Islas Cook (Puaikura FC), Samoa (Lupe o le Soaga), Tonga (Veitongo FC) y Samoa Americana (Utulei Youth). Un torneo apasionante que este año contaba con un premio extra: dos plazas en la fase de grupos de la Liga de Campeones de la OFC. Hasta la fecha, la Champions League de Oceanía la disputaban 15 equipos, once de los cuales se clasificaban directamente para la fase de grupos y cuatro jugaban la ronda preliminar y solo uno lograba la clasificación. Pero la Confederación amplió el número de participantes en la presente edición, aumentando el número a 18. Esto hacía que 14 equipos se clasificaran para la fase de grupos y permitía que dos de los participantes en la ronda preliminar obtuvieran el billete para competir ante los clubes más grandes del continente.
En esos países es muy complicado jugar a fútbol. No es un deporte mayoritario como en España. No hay tantas infraestructuras como en España. Y los jugadores tienen otros trabajos
La medida fue bien acogida por los clubes participantes, quienes disputaron un vibrante torneo en el que se pudieron ver algunos jugadores interesantes como Maro Bonsu Maro (Puaikura FC), Paulo Bourne (Utulei Youth), Suivai Ataga (Lupe o le Soaga) o Lafaele Moala (Veitongo). También a nivel táctico se vieron mejoras. El fútbol oceánico, y particularmente en estos países donde todo es amateur, es muy anárquico, más incluso que el africano, sin embargo en este torneo preliminar se vieron notables mejoras en el apartado táctico respecto a pasadas ediciones. Evidentemente todo esto hay que entenderlo en el contexto oceánico y en su fútbol. Tal y como se puede ver en los vídeos que la organización ha subido a youtube estos clubes no son muy diferentes de los equipos de fútbol aficionado que cada fin de semana juegan en las ligas locales en España. Pero todo hay que valorarlo según su contexto. En esos países es muy complicado jugar a fútbol. No es un deporte mayoritario como en España. No hay tantas infraestructuras como en España. Y los jugadores tienen otros trabajos, muchos de ellos relacionado con la pesca, que dificulta mucho que puedan jugar con regularidad.
A pesar de ello el fútbol en este recóndito lugar del planeta tiene su espacio. Y tiene tanta pasión como pueda haber en los mejores estadios del mundo. Así se pudo ver durante el torneo preliminar de este año, solventado con la clasificación de Puaikura FC y Lupe o la Soaga para la siguiente ronda de la Liga de Campeones de Oceanía. Un gran éxito para estos equipos. Y para la Confederación de Fútbol de Oceanía, que sigue luchando por mejorar su fútbol y lo hace ayudando a crecer a los más modestos del continente.