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Nunca es tarde para Amahl Pellegrino

A pocos les suena su nombre. Casi nadie conoce su historia. Pero el noruego es el segundo máximo goleador del viejo continente solo por detrás de Haaland

Hay un delantero noruego que es un killer del área, y no se llama Haaland. Su nombre es Amahl Pellegrino y forma parte del Bodø/Glimt de la Eliteserien. Un tipo que a los 19 años jugaba en la cuarta división de su país, y a los 32, es el segundo clasificado en la pugna por la Bota de Oro 22-23. Un guerrero de la vida. Si hubiese nacido en la antigüedad, sería originario de Esparta. Cuando un niño dice con tono ilusionaste y rostro repleto de felicidad lo que quiere ser de mayor, los padres suelen obviarlo. Ya encontrará otra cosa, piensan. Pero Pellegrino tenía el fútbol entre ceja y ceja. Sus progenitores cambiaron la fauna salvaje de Tanzania y el Kilimanjaro por los fiordos noruegos, en busca de mejorar su calidad de vida.

Pellegrino nació en Dremmen (Noruega) en 1990 y su infancia no fue nada fácil. No todos los muchachos de 12 años están capacitados para cuidar de sus tres hermanos mientras su madre trabaja de sol a sol para mantenerlos. ¿Y su padre? No estaba, había decidido abandonarlos. Su amor por la pelota era irrebatible. Su gran problema, el dinero. Su familia no podía hacer frente al coste económico de jugar en un club. Pero si algo bueno tiene el fútbol es que te basta con un cuero pelado y dos sudaderas sobre el suelo. Aunque mejor buscar dos árboles. Quitarse el jersey en Noruega no es una gran idea. Así lo hizo con sus hermanos.

Comenzó en el equipo de su escuela a los nueve años. Iba tarde porque todos sus compañeros ya llevaban años jugando. A cambio, ‘Pelle’ -así le llaman en su país- debía llevar a cabo tareas en la escuela por no poder afrontar los pagos. Ordenar la biblioteca, quitar chicles de los pupitres… Nada de eso fue más fuerte que la esperanza de Pellegrino, que sólo pensaba en darle patadas a la pelota. Bueno, en eso y en hacer gamberradas. Posee un récord en su antigua escuela. Y no es por ningún mérito logrado sobre un terreno de juego. Es el de hacer saltar la alarma de incendios durante un día en el colegio de Strømsø.

Los comentarios de la gente para alejarlo del césped no ayudaron. Demasiado delgado, soltaban algunos. Eso no hizo más que incrementar la rabia del joven, que veía cartulinas día sí y día también. La certeza de que iba a recibir una amarilla, como mínimo, y no poder o querer remediarlo. Hasta que apareció Ronny. Un entrenador que lo citó un día después de una de sus demostraciones de fuerza excesiva. Pellegrino esperaba una expulsión del equipo, pero se llevó una sorpresa al ver que lo que Ronny quería era todo lo contrario: llevarlo por el buen sendero. Había talento en esas botas, en esa figura de pensamientos anárquicos y espontáneos.

 

A los 19 años jugaba en la cuarta división de Noruega, y a los 32 es el segundo clasificado en la pugna por la Bota de Oro 22-23

 

Las mujeres de su vida también jugaron un papel de extrema importancia en su desarrollo. Primero su madre, que cargó con el peso de una familia durante casi dos décadas. Luego  apareció Helle. Encargada de llevar a ‘Pelle’ a los campos con su vehículo. Fue su segunda madre. O el padre que se marchó. A la figura de Helle le ha dedicado un capítulo en el libro que publicó en enero de este mismo año. Un escrito que reivindica el clasismo del fútbol noruego. Dirigido para hijos de entrenadores y familias de clase media/alta. “Se está perdiendo mucho talento en Noruega”, explicó el futbolista en una entrevista para KK. De haber nacido 15 años más tarde, Noruega no habría contemplado los 27 goles de Pellegrino la temporada pasada  -25 en liga y dos en copa- para proclamarse máximo artillero de la competición doméstica.

Las cosas han cambiado mucho para los Pellegrino. Amahl ya no es ese tipo flaco que no sirve para el fútbol. Alcanzó el profesionalismo en 2012 con el Bærum SK en segunda. Sus buenas actuaciones le abrieron las puertas de la máxima categoría. Aunque el Mjøndalen acabaría bajando (2015), la carrera de Pellegrino no la podía frenar ni Mjölnir (el martillo de Thor). En sus dos siguientes campañas anotó 28 goles. Y el Bifrost de primera se volvió a abrir. Incluso Arabia Saudí se hizo con sus servicios durante algunos meses, hasta que el torneo doméstico noruego diese el pistoletazo de salida en abril. A sus 32 años, el sueño de debutar con la selección nórdica sigue intacto. Pero a la mala suerte de coincidir con un magnate del gol como Haaland, ahora se suma la irrupción de Sorloth, otra piedra más que sortear.

Aparte de vivir con su mujer y sus dos hijos, sus tres hermanos y su madre también están presentes en la vivienda. Pellegrino está cerca del Valhalla futbolístico, pero no olvida sus raíces. Así que cuando vean que un tal Amahl Pellegrino ocupa la segunda posición en los rankings de la Bota de Oro, y nadie lo conozca, ustedes ya pueden contar su historia.

 


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Fotografía de Getty Images.