Holanda es, como ya conocen muchos de los amantes de este bello deporte, una fábrica creadora de talentos puros, futbolistas con grandes proyecciones que aspiran a ser, en un futuro, estrellas mundiales. Dos ejemplos recientes son Frenkie de Jong y Matthijs de Ligt. Centrocampista y central fueron los dos baluartes de un Ajax que el curso pasado en la Champions se convirtió en un auténtico matagigantes. Tras estas dos figuras, muchos equipos se han seguido fijando en la Eredivisie como fuente de jóvenes talentos y, para su sorpresa, han encontrado varios jugadores especiales. Aunque hay uno en concreto que está despuntando con fuerza. Un delantero que tiene todas las papeletas para convertirse, tirando por lo bajo, en un ariete de élite. Hablamos de Myron Boadu.
Nacido en Amsterdam el 14 de enero de 2001, este joven delantero no ha tenido especial suerte en el mundo del fútbol. Fichó por el juvenil de AZ Alkmaar en 2013 y fue escalando por las categorías inferiores del equipo holandés hasta llegar al primer equipo. Pero antes de entrar en detalles sobre la calidad que atesora este jugador, primero hay que conocer los acontecimientos que pudieron sencillamente cortar su progresión. El primer obstáculo que tuvo que superar el joven Boadu fue en el Europeo sub-17 de 2017 celebrado en Croacia. Debutaría en un partido de primera fase contra Ucrania que Holanda acabaría ganando. Pero esa victoria tuvo un sabor agridulce. Uno de sus jugadores, el propio Myron Boadu, se había marchado, allá por el minuto 60, cojeando. No parecía nada grave, quizás unas molestias que se solucionarían con reposo. Sin embargo, las alarmas saltaron cuando los médicos confirmaron que el delantero se había roto el menisco. Su recuperación y la posterior rehabilitación serían lentas. El holandés, con ascendencia ghanesa, no quería forzar su reincorporación a los terrenos de juego ya que hacerlo podría reportarle más problemas en el futuro. Por lo que se lo tomó con calma y reapareció en mayo de 2018. Un año más tarde de su gravísima lesión, Boadu volvía a sentir lo que era correr por un campo de fútbol, sentir el aliento de los aficionados, empujándole a seguir, a correr, a luchar. Era la última jornada de liga pero tenía muchas ganas de demostrar de qué estaba hecho.
Una nueva temporada comenzaba y Boadu estaba dispuesto a hacerse un hueco en el once inicial del AZ. Marcaría tres goles en cuatro jornadas permitiendo que su equipo se colocara en la parte alta de la tabla. Sin embargo, otra desgracia, otro infortunio, otra vez Boadu volvería a tener que sentir ese amargo cosquilleo que te recorre el cuerpo al recaer en una nueva lesión. Un jugador con una gran proyección lo único que desea, aparte de convertirse en una estrella mundial, es que las lesiones le permitan seguir creciendo, que no le molesten mucho durante ese largo y tedioso camino que debe seguir para alcanzar el reconocimiento. Boadu, que ya sabía lo que era perderse una temporada por un problema físico, volvería a conocer ese agrio sabor de perderse, otra vez, una gran parte de la temporada. El 16 de septiembre de 2018, en un enfrentamiento entre el AZ Alkmaar y el Feyenoord, se rompería su tobillo en un choque contra un defensa rival. ¿Su periodo de lesión? Siete meses fuera de los terrenos de juego. Volvería, como en una especie de broma macabra, para jugar contra el propio Feyenoord, aunque esta vez fuera de casa. Jugaría cuatro partidos más pero sin marcar otro gol. Muchos en estas circunstancias se plantearían este camino que han elegido, si de verdad merece la pena sufrir tantos momentos desagradables por unos cuantos partidos al año. Por suerte, Boadu no se mostró dubitativo a la hora de afrontar su siguiente campaña con el AZ Alkmaar. Esta actitud también se debe a la confianza plena que tuvo el club que, a pesar de los graves percances que estaba sufriendo su jugador, decidió renovarle hasta 2020. Es por eso que Myron Boadu ha querido agradecer esa confianza a base de goles.
En esta presente edición de la Eredivisie, Boadu ha jugado 18 de los 19 partidos de liga, marcando once goles que le convierten en el segundo máximo goleador de la categoría, compartiendo la posición con tres jugadores más. Además de sus goles, ha repartido cinco asistencias a sus compañeros, siendo el segundo máximo asistente de su equipo. El AZ Alkmaar también disputa la Europa League en la que Boadu ha sido la figura más importante para que el equipo superase la fase grupos con cuatro goles en cinco partidos. Ahora afrontan los dieciseisavos de final con ilusión, con la confianza de poder superar al LASK Linz austríaco y seguir avanzando en el cuadro. Es cierto que se encuentra lejos de las primeras posiciones de máximo goleador de la competición internacional pero es suficiente para un equipo modesto como es este club que ha tenido sus momentos de gloria, como por ejemplo la conquista de la liga en 2009.
El descubrimiento de esta joya en bruto no se ha producido en estos meses. Allá por 2016 el mismísimo Arsène Wenger se fijó en Boadu para incorporarlo a la academia del Arsenal con el fin de que se adaptase al fútbol británico, antes de dar el salto al primer equipo. El fichaje nunca se concretaría pero el que fuese técnico del equipo ‘gunner’ ya se había dado cuenta de las prometedoras condiciones de ese chico. A pesar de sus lesiones, Myron Boadu es un jugador rápido, con una buena zancada y que es capaz de zafarse de los defensas rivales con facilidad, añadiendo además su gran habilidad para anotar goles o dar asistencias a sus compañeros. Ha debutado, con tan solo 18 años, con la selección holandesa absoluta en un partido de clasificación para la Eurocopa contra Estonia, en el que también marcó un gol. Boadu ha tenido que caer en el bache más profundo de su vida para saber que las cosas no siempre son fáciles. Pero cuando has tocado fondo, solo te queda subir.