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Manchester Derby, la gloria en 90 minutos

El United-City sigue significando lo mismo que hace años, pero en el bando rojo de la ciudad saben que aún queda camino para seguirle el ritmo a sus ruidosos vecinos

Se dice que en Mánchester todo el mundo es capaz de encontrar su sitio, pero hay cosas que solo se pueden vivir de verdad desde dentro. En una ciudad en la que la música siempre fue parte importante de la impronta cultural, en la que el ritmo de Joy Division, Oasis, The Smiths o New Order unía a propios y extraños, el fútbol se abrió paso con la facilidad del cuchillo en la mantequilla para enfrentar a quienes sienten por igual el rojo o el celeste. Da igual las veces que nos lo expliquen o lo que investiguemos, que hay algo que siempre se nos va a escapar entre los dedos. Lo de los derbis es un poco eso. La implicación del espectador neutral ante un derbi suele ser con el fútbol, con la emoción, pero no suele llegar a empatizar del todo con lo que significa el choque cultural entre esos dos movimientos en contraposición, con una fuerza y una motivación semejantes. El ‘Manchester Derby’ es una de las grandes obras de la cultura balompédica. Dos rivales ingleses, enfrentados desde lo social, con momentos cruentos y también amistosos y que hoy, más de 100 años después de su primera combustión, sigue brillando con nitidez en el fútbol europeo. En la Mánchester actual, sin embargo, el fútbol está rotando. Últimamente, se está contando una historia bien distinta a la habitual.

En Old Trafford, el templo de los ‘Diablos Rojos’, llevan tiempo sabiendo que, aunque los derbis se viven siempre con intensidad, los vecinos ruidosos tienen la sartén por el mango. El Manchester City se ha acostumbrado a competir y a teñir la dividida ciudad del antiguo Lancashire de un pálido azul cielo. Si las nubes y la negrura del carbón llevaron a Mánchester a ser una ciudad de la que huir en los 90, los nuevos tiempos parecen querer rejuvenecer a una ciudad que también ha cambiado el infierno por el cielo en lo que a dominio se refiere. Por trazar una línea temporal, desde la marcha de Alex Ferguson del banquillo de los ‘Red Devils’, el United ha logrado cuatro títulos, por 14 de sus vecinos, además de esa final de la Champions League de la temporada 20-21, en la que acabaron cayendo ante el Chelsea de Tuchel. Una diferencia notable que ha empujado a los criticados dueños, los hermanos Glazer, a buscar un reemplazo que no ha terminado de convencer ni mostrar resultados.

Hoy, la responsabilidad la tiene Erik Ten Hag, un neerlandés que convenció en Países Bajos al frente del Ajax, con un proyecto que sin necesidad de grandes figuras mundiales logró impresionar en Europa y que devolvió al primer nivel competitivo al conjunto ‘ajacied’. En Mánchester se encontró con algo distinto. Un club venido a menos, con una plantilla repleta de grandes figuras sin el rendimiento esperado y con varios fuegos que apagar a nivel de vestuario. El más importante, el de un Cristiano Ronaldo que no encajó bien con el antecesor, Ralf Rangnick, ni con el actual entrenador del United. El astro luso ya está en Riyadh, esperando su turno para debutar en la liga saudí, mientras que Ten Hag sigue luchando por llegar a tierra con su United en medio de la tormenta.

A bordo de ese barco, algunas de las piezas más interesantes de los últimos años venidas a menos, como Van de Beek o Sancho. Otras que empiezan a dar que hablar, como Garnacho. Héroes en otros tiempos sumando adeptos a la causa, como Casemiro o Varane. O algunos activos que deben y pueden ser parte del nuevo y competitivo Manchester United que ha dibujado el técnico neerlandés en los últimos tiempos, como Rashford, Malacia o Fred. Incluso algo de talento argentino para apuntalar la defensa. Lisandro Martínez es una de las grandes apuestas de este nuevo United y se las tuvo que ver con el que parece que será el ‘9’ referencia del equipo de Old Trafford, Wout Weghorst. Un delantero centro que con dos goles robó la tranquilidad a la ‘Albiceleste’ en ese duelo de cuartos de final entre Países Bajos y Argentina. El “andá pa’lla bobo” del ‘10’, al parecer, le sirvió al ariete para poner rumbo a Mánchester.

 

El Derby nos devuelve a la histeria natural del rojo contra el azul, de la disputa entre vecinos y del estadio lleno apoyando a los héroes locales. El marcador final no solo indicará hacia dónde van los puntos. Ese marcador decidirá el estado anímico de miles de ciudadanos

 

Ten Hag busca algo más que resultados. Ten Hag busca que el Manchester United pueda volver a soñar con la gloria. Los escasos títulos logrados desde la salida de Ferguson y la deriva en el banquillo indica una enfermedad grave, de curación lenta y de tratamiento complejo, que merece más cuidado que derroche y más confianza que premura. El nuevo proyecto parecía augurar ese proyecto innovador que acercara a los de Old Trafford al duro arte de competir por todo y responder a la exigencia de un club como ese. Un objetivo que merece pensar en un largo plazo más que en resultados inmediatos. Un plan que exige pensar en el camino recorrido a golpe de talonario y los pasos en falso que han colocado al United en el ojo del huracán. Esa misma tormenta que quiere sacarlos del juego y ante la seria amenaza de otros jugadores.

Y a pesar de que la realidad de la parte roja de la ciudad mancuniana sigue flotando en un mar de dudas, el Derby es ese partido en el que todo puede cambiar. De esos que de golpe pueden convertir todas las dudas en certezas. El Derby nos devuelve a la histeria natural del rojo contra el azul, de la disputa entre vecinos y del estadio lleno apoyando a los héroes locales. De la gloria en juego en solo 90 minutos. El marcador final no solo indicará hacia dónde van los puntos. Ese marcador decidirá el estado anímico de miles de ciudadanos de una misma ciudad. Para unos será sonreír, orgullosos, por la batalla ganada. El presente imperará y el futuro solo será un irreversible destino al que llegar cuando sea necesario. Pero los otros, los que pierdan, deberán pensar en ese mismo futuro. Huir de ese presente que es aciago, que es doloroso, para pensar en futuras gestas y mejoras.

Ante un nuevo ‘Manchester Derby’ en Inglaterra, las cosas son muy distintas en las dos orillas. La celeste sonríe con suficiencia, ocupados en una disputa férrea con el Arsenal en un campeonato que no quieren dejar ir. En la roja, el aire que se puede tomar en el duelo ante los vecinos puede suponer un alivio de cara a los retos que vengan. Una oportunidad para acabar de cimentar el trabajo de Ten Hag y sus chicos. Una nueva opción de ser felices al amparo de la historia y de la grandeza de un ídolo en horas bajas. Una nueva oportunidad de ser felices sin esperar más del futuro que verlo llegar.

 


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Fotografía de Getty Images.