Existe una competición regular en la que en cada jornada se disputa: un clásico, un derbi, un duelo entre rivales directos, un partido donde se enfrenten los dos mejores jugadores del campeonato. Y todo ello en el mismo partido. Todos estos alicientes se dan en la Scilly Islands League. Se trata de la competición más pequeña del mundo con solo dos equipos luchando por ganar un campeonato en el que también ha jugado un futbolista español, Ciro Sánchez Baez.
La Scilly Islands League consta de 18 partidos de liga entre dos equipos: el Garrison Gunners y el Woolpack Wanderers. Son solo dos, pero mantienen una rivalidad obligatoriamente sana, ya que constantemente comparten futbolistas. A principio de temporada los dos capitanes se reúnen y se reparten los jugadores, como en el colegio, escogiendo de uno en uno, por turnos, para así hacer equipos más competitivos. Mención aparte merece el estamento arbitral: Paul ha sido su único arbitro principal durante más de diez años en la liga, con la ayuda de linieres que suelen ser algún que otro vecino, o en un caso extremo, los propios suplentes. Los resultados son tan buenos, que en la isla no se ha planteado la llegada del VAR.
San Siro, el Olímpico de Roma, el Campin, Maracaná, el Atanasio Girardot y el Estadio Único de La Plata. Todos estos grandes campos de fútbol tienen algo en común con el humilde Garrison Field: son el feudo de dos clubes de la misma liga. De césped natural, cuidado hasta minutos antes del inicio del partido; con una capacidad para 1.000 espectadores (lo que supondría casi toda la población de la isla); sin más gradas que las laderas de césped de alrededor del terreno de juego; con un barracón de madera vieja que sirve de vestuario; y con unas porterías que tratan de sobrevivir al viento del océano Atlántico. Así es el Garrison Field, un campo cuidado y mantenido por los propios futbolistas.
El lugar
Las Islas Sorlingas es un archipiélago formado por cinco islas pequeñas, situado al sudoeste de Gran Bretaña. St. Mary’s, de 6,29 kilómetros cuadrados, es la más grande de ellas, con Hugh Town, de 1.097 habitantes según el censo del 2011, como principal población. El turismo sustenta gran parte de la economía del lugar, que, con poca urbanización y una mínima acción humana sobre la naturaleza, conserva sus grandes parajes, como playas vírgenes y algún que otro acantilado en el que contemplar la inmensidad del mar.
El gran problema al que se enfrentan las islas es el envejecimiento de su población, algo que aparentemente es inevitable. Los jóvenes, una vez acaban sus estudios obligatorios, deben abandonar la isla si desean seguir formándose. Además, a esto hay que sumarle el elevado coste de vivir en un paraíso natural, lo cual complica la llegada de nuevos habitantes que rejuvenezcan la demografía. “Mientras siga habiendo gente joven en la isla, siempre habrá fútbol”, sentenciaba con esperanza Clive Mumford, periodista de las Islas Sorlingas, en un reportaje de El Día de Después.
Ciro, un valenciano en las Sorlingas
Ciro Sánchez Baez (Gandía, 1979) es el único español que ha competido en la Scilly Islands League. “El marido de la directora del hotel en el que trabajaba era uno de los capitanes. Al ver mi interés en jugar, me dijo: ‘Ven este domingo, juegas con nosotros, y si te gusta, pagas la cuota’. Eran unas 50-60 libras por temporada, las cuales se destinan a comprar balones, pagar al árbitro, comprar la cal que delimita el campo, llevar las equipaciones a la lavandería y más costes de mantenimiento”, cuenta a Panenka Ciro, que llegó a St. Mary’s en 2015 en busca de una nueva vida y disputó dos temporadas en la liga más pequeña del mundo.
Si eres futbolista en las Islas Sorlingas, tienes muchas posibilidades de enfundarte todas las camisetas de los clubes de las Scilly Islands League.“La primera temporada gané la liga con los Garrison Gunners, pero la segunda la perdimos con los Woolpack Wanderers. Para ser honestos, cuando eligen jugadores a veces no son muy equitativos, ya que en ese curso se juntaron cuatro en el mismo equipo que eran muy buenos”, comenta Ciro. En St. Mary’s la rivalidad es completamente sana. “Los únicos piques que hay son involuntarios. Llueve bastante y a veces te puedes resbalar y perder el control de la fuerza al hacer una entrada. Pero nada fuera de lo que es el fútbol. Muchos de ellos se conocen desde la escuela y, siempre, después del partido, se juntan para tomar algo sea cual sea el resultado”, reconoce el exjugador de los dos equipos de las Islas Sorlingas.
“Algunos de los chavales que salen en ese vídeo son con los que yo jugué”, identifica Ciro.
Los dos capitanes se reúnen para confeccionar las plantillas, como es tradición, en el Scillonian Club. Estos no son siempre los mismos, ya que son escogidos al final de la liga a través de una votación en la que se premia el liderazgo. “Los capitanes valoraban mucho que fueras [a jugar] todos los domingos, porque el día que había más jugadores y teníamos hasta suplentes, los que más habían venido durante el curso salían como titulares. Ellos hacían de entrenador”, recuerda el valenciano. Ciro llegó a jugar en distintas posiciones, pero hay una de ellas de la que no se va a olvidar debido a las enormes medidas del Garrison Field: “Cuando me tocaba jugar de interior, acababa reventado de meterme carrerones por la banda”. Los capitanes, a pesar de ser compañeros, y en algunos casos amigos, buscan siempre el máximo rendimiento del equipo. “Si en un partido no era tu día y no ayudabas al equipo, el capitán hacía el cambio. Igual que si tenías un buen partido todo el mundo te felicitaba. Allí entienden que, aunque todos tienen su oportunidad, se debe buscar siempre la victoria”. Sin embargo, una victoria sin competitividad no tiene tanto mérito, es por eso que “en ocasiones, si un club ese día tenía menos jugadores y todo estaba muy desequilibrado, se hacían cambios de un equipo al otro en ese mismo partido, de forma extraordinaria, para que el encuentro fuera lo más competitivo posible”, comparte Ciro.
“La liga está reconocida por la FIFA, pero no está registrada, porque hay muchos aspectos reglamentarios que se saltan, como revisiones, fichas…”, explica el exfutbolista de Gandía. No obstante, que no cumplan todos los requisitos de una liga profesional de alto nivel no significa que el compromiso decaiga. “A pesar de ser conocida por ser muy pequeña, hay mucha seriedad y exigencia. Todos los que juegan madrugan, porque los partidos son los domingos a las 9 de la mañana. Allí, nadie se toma un partido a cachondeo. Por eso me cabrea un poco que se menosprecie la liga”, reivindica Ciro.
En la isla, al solo tener una liga profesional, muchos se quedan con ganas de más fútbol (y más si es la más pequeña del mundo). Es por eso que en el Garrison Field también se celebran otras competiciones: En el Boxing Day, se disputa un partido de jóvenes contra mayores, además de un tradicional partido contra el Dinamo Caugth de Pennance (localidad al sudoeste de Inglaterra) en el que el ganador se lleva la Lyonesse Cup, un trofeo tan pequeño que en su inscripción reza “no es de extrañar perderme”. También se juega el peculiarísimo St Mary FC-Birdwatchers, un all-star de la liga contra los ornitólogos que estacionalmente visitan la isla para estudiar aves.
Valores como la humildad y la solidaridad rigen el fútbol de las Islas Sorlingas. Así lo demuestra el cuidado del Garrison Field ante las inclemencias del clima atlántico. “El césped es natural y, por cuestiones meteorológicas, aparecían agujeros en el campo. Entonces, el árbitro revisaba el terreno de juego acompañado de un jugador que llevaba una pala y una carretilla con tierra. Así se ponía a punto el Garrison Field antes del partido”, rememora Ciro.
El mercado de fichajes en la Scilly Islands League está siempre abierto. “Las incorporaciones son muy irregulares y esporádicas. Muchos trabajan en el mar o en la hostelería y por circunstancias laborales no pueden presentarse al partido. Por eso muchas veces se le daba la equipación alguno de los chavales que venían a vernos”, explica el exfutbolista de la única liga del mundo en la que el espectador espera su oportunidad de saltar al terreno de juego.
Jugar en la liga más pequeña del mundo da para muchas anécdotas, pero Ciro se queda con un recuerdo inolvidable: “Ser el primer español en jugar y marcar en esa la liga, es algo que aún no me creo”. No obstante, el valenciano lo tiene claro a la hora de destacar cuál es la esencia del fútbol de la liga más pequeña del mundo. “Sobre todo, me sorprendió que no hay ningún tipo de discriminación. Seas bueno o malo, alto o bajo, rápido o lento… Al que va al campo con interés de jugar, simplemente se le da la oportunidad”, sentencia.