Confesaba Ernesto Sábato que siempre tuvo miedo del futuro porque en él, entre otras cosas, estaba su muerte. Fina previsión. Aunque en realidad el autor de Sobre héroes y tumbas estaba alertándonos sobre el peligro de dar constantemente saltos hacia adelante en el tiempo; al final lo más lógico es que acabemos aterrizando en el lugar equivocado.
El fútbol, aun así, es temerario por naturaleza, y se presta a este tipo de viajes premonitorios. Nos encanta fabricar al nuevo Cristiano Ronaldo, imaginar al próximo campeón de la Champions, pronosticar qué entrenadores marcarán la enésima revolución en el juego. Estamos cómodos pasando a la siguiente hoja del calendario, mirando siempre un poco más allá, como si detrás solo tuviéramos un pasado salvaje y fangoso al que no conviniera hacer mucho caso, no fuera a despertarse de nuevo.
”El único elemento que puede sustituir la dependencia del pasado”, decía John Dos Passos, “es la dependencia del futuro”.
Sin embargo, esa propensión a adelantarnos a los hechos nos lleva muchas veces a perder la referencia del presente. Recreándonos en lo que ocurrirá, dejamos de prestarle atención a lo que ya está ocurriendo, que en muchas ocasiones, paradójicamente, es bastante parecido a lo que en nuestra cabeza se supone que tiene que suceder dentro de una, dos o más décadas. Ahí, en ese punto, es cuando el futuro nos pilla a contrapié y nos clava el punto, confirmándonos que ya pasó.
¿De verdad, con todo lo que estamos viendo ahí fuera, donde incluso el más surrealista de los acontecimientos ya ha encontrado su espacio en la realidad, debería sorprendernos que Mario Balotelli celebre un gol grabando un ‘story’ para su Instagram?
A la misma hora que en la terraza de un bar de Madrid un obrero le comenta a su compañero de desayuno que ellos no, pero que quizá sus nietos sí verán circular coches por el cielo, en el descampado de una zona industrial de Los Ángeles un ingeniero de una empresa asociada a la NASA pulsa un botón rojo para hacer despegar el que en unos meses será el primer taxi volador de la historia.