El mundo del fútbol ha sido testigo en numerosas ocasiones de profesionales que lo han echado todo a perder por algún tipo de adicción. Aunque con menos repercusión mediática, también sucede a veces lo contrario. Jugadores que no han optado al éxito profesional por culpa de las adicciones han visto en el fútbol una vía a la que aferrarse para salir de una situación adversa.
Un ejemplo de esta segunda realidad lo leemos en #Panenka17. David Duke, que tenía problemas con el alcohol y llegó a vivir en la calle, encontró en el balompié la manera de enderezar su vida. Gracias a la Homeless World Cup, red que organiza cada año una competición futbolística donde personas con riesgo de exclusión social representan a su país, pudo relacionarse con otra gente con sus mismos problemas. Ahora, dedica su vida a la organización que fundó en 2009, Street Soccer Scotland (SSS), y de esta manera ayuda a miles de personas a cambiar el rumbo de sus vidas.
David Duke no es, no ha sido, ni será futbolista profesional pero su experiencia hace pensar en Wilder Medina, jugador de la primera división colombiana. El año pasado fue expulsado del Deportes Tolima por dar positivo en cocaína y marihuana reiteradamente. El escándalo tuvo eco en todo el país, llegando a recibir un trato denigratorio. Pero cuando parecía que la droga le iba a quitar todo lo que había conseguido, el balón ha acabado por ganar la batalla. Al menos momentáneamente.
El jugador colombiano tuvo una adolescencia salpicada por pandillas, drogas y delincuencia. Medina se movió por barrios donde hacerse pandillero era la manera de relacionarse con otros chicos de su edad. Y a la vez que encañonaba armas y consumía drogas, jugaba a fútbol. Su habilidad en el área y su olfato goleador lo llevaron a equipos de renombre de su país natal. En un intento de enderezar su vida jugó en Huila, Envigado y Patriotas. Hasta que llegó a Deportes Tolima, donde consiguió sus mayores éxitos pero también fue protagonista del gran escándalo por consumo de drogas.
El verano pasado parecía que Medina había tocado fondo. Pero dentro de él aun habitaba una pequeña esperanza por redimir esa situación. Cuando parecía que se precipitaba al olvido, se encontró dos colchones que suavizaron la caída. Uno, Independiente Santa Fe; el otro, el calor de la afición. Medina tuvo la suerte de ser adoptado por Santa Fe y, en concreto, por su presidente, César Pastrana. El redentor del chico, sancionado un año por la Federación, se aseguró de que a la vez que firmaba un nuevo contrato, el jugador iniciaría un proceso de rehabilitación.
[quote] Cuando parecía que se precipitaba al olvido, se encontró dos colchones que suavizaron la caída. Uno, Independiente Santa Fe; el otro, el calor de la afición [/quote]La mejoría de Medina es indiscutible. Su aumento de peso y los registros goleadores dan cuenta de ello – ocho goles en ocho jornadas de la Liga Postobón – . Su equipo está en lo alto de la tabla y la afición ya ha empezado a reclamarle para la selección. Aunque de momento Pekerman, seleccionador colombiano, no puede incluirlo en su agenda por las dos sanciones que le fueron impuestas.A sus 32 años asegura que ha vuelto a nacer. Medina sabe que todo esto se lo debe a quienes confiaron en él cuando peor se encontraba. Y se lo está agradeciendo con goles. Lejos quedan las escenas en las que sus excompañeros de equipo lo encontraban borracho o drogado en las calles de Ibagué, ciudad de su anterior club. Ahora ha encontrado una nueva forma de relacionarse con su alrededor. Un escenario donde la ‘adicción’ al gol sí está permitida.