Esta entrevista está extraída del #Panenka113 (diciembre de 2021), un número que sigue disponible aquí
¿Cómo fueron tus inicios en Motilla del Palancar?
Me recuerdo con mis amigos, jugué con ellos desde benjamines a fútbol-7 en campos de tierra. Qué te voy a contar, era súperdivertido.
El fútbol de antes.
Eso es [ríe]. Íbamos con un bocadillo al salir de clase, deseábamos que llegaran los entrenamientos. Echo la vista atrás y la verdad es que solo me vienen buenos recuerdos.
Cómo han cambiado las cosas, ya no se ve a los más jóvenes jugar en la calle.
Cuando bajo a mi pueblo me acuerdo de que antes estábamos todo el día en los bancos del centro jugando a fútbol. Ahora, con tanto móvil y PlayStation, cuesta más verlos en la calle.
¿Qué referencias futbolísticas tenías cuando eras pequeño?
Siempre me fijaba en Raúl, en los goles que metía, aunque también en otros delanteros como Fernando Morientes.
Tu estilo de juego se parece más al de Morientes.
Me gustaba porque era un delantero que buscaba el área, tenía muy buen remate de cabeza. Pero era tremendo cómo Raúl ganaba el primer palo o las cucharas que hacía. De niño disfrutaba viéndolos.
¿Siempre jugaste de delantero?
Sí, desde categorías inferiores. Siempre he jugado en la punta de ataque. Alguna vez, dependiendo de cómo iban los partidos, me ponían de extremo o de centrocampista, de lo que me pedían.
Quizá de extremo no, pero en el Eibar sí solías caer a la banda.
Soy un jugador que me puedo amoldar a lo que me pida el entrenador, no hay problema. Yo encantado de poder ayudar al equipo, antes y ahora, donde haga falta.
Nos encontramos en Tajonar, cuna de tantos futbolistas. Navarra es la comunidad que más profesionales saca a nivel nacional por cada 100.000 habitantes. Todo lo contrario que Castilla-La Mancha. ¿Por qué salís tan pocos jugadores? ¿Se debe a que apenas hay equipos en la élite?
Sí, es verdad lo que dices. El Toledo estuvo en su momento en el fútbol profesional pero, a excepción del Albacete, que ahora está en una categoría que, para nada, va acorde con su historia, el fútbol manchego atraviesa una situación complicada. Habría que respaldarlo un poco más. Es verdad que muchos jugadores, al pillarles cerca Madrid o Valencia, optan por emigrar a canteras mucho más fuertes. Ahí están los Trigueros o Tomás Pina, ya no digo un Iniesta, que te lo fichan rápido. Al final salen diez jugadores buenos del Albacete y el Villarreal se los lleva.
“Por mi forma de ser y ver el fútbol, Osasuna fue la mejor opción”
¿Y por qué habéis terminado así?
Porque no hay equipos fuertes consolidados a nivel profesional. Si el Albacete estuviera a caballo entre Primera y Segunda, creo que no pasaría. Si los jóvenes vieran que existe esa posibilidad, la realidad sería muy distinta. Hablamos del Albacete, pero también están los casos del Toledo o el Guadalajara.
A ti te sucedió algo parecido. Despuntaste en las categorías inferiores de Castilla-La Mancha y fue el Real Murcia quien apostó por ti.
En realidad el Albacete también estaba interesado, pero no tanto como el Murcia. Pasé del Quintanar del Rey al Real Murcia.
Hablando de selecciones inferiores, en 2009 jugaste con España el Mundial sub-20. Había una selección increíble: Sergio Asenjo, Cote, Botía, Azpilicueta, Jordi Alba, Dani Parejo, Ander Herrera, etc. ¿Qué recuerdas?
Fue una experiencia muy bonita. El hecho de viajar a Egipto, la convivencia, siendo tan jóvenes. Fue maravilloso. La pena fue caer ante Italia, veníamos de ganarles en la final de los Juegos Mediterráneos en su casa. Para mí fue una experiencia impresionante, me alegra mucho ver las fotos de cuando estaba allí.
Además, metiste un par de goles.
Sí, pero no solo fueron los goles. Fue sobre todo la experiencia de jugar y entrenar con jugadores tan buenos.
Eso te iba a decir, menuda generación de futbolistas.
Para llegar al fútbol profesional debes estar bien, intentar superarte cada año y cumplir con las expectativas que hay puestas en ti cuando eres joven. Dice mucho de aquella generación lo lejos que han llegado algunos. Otros nos hemos mantenido y el resto no ha tenido la misma suerte.
Volvamos a Murcia. Qué manera de explotar en Segunda División, qué manera de romperla.
Es el equipo que me lo dio todo. Me acuerdo mucho de mis inicios allí, fueron los que me dieron la oportunidad de irme a jugar a División de Honor. Hoy en día me siento un aficionado más y les tengo muchísimo cariño.
Casi ascendéis en la campaña 13-14. ¿Qué recuerdas de aquella temporada?
Empezamos con el mismo equipo que, de no ser por el Guadalajara, habría descendido. Veníamos de un año malo. Mantuvimos los mismos jugadores excepto algún retoque. Julio Velázquez dio con la tecla. Estaban los Saúl Berjón, Wellington, Tete, Sergio León hasta diciembre…
Estaba también el mítico Acciari.
¡Acciari es un ganador! [ríe]. Te metía la chispa competitiva que lleva en la sangre, un carácter que realmente hacía grupo. A nivel personal es la mejor temporada que he vivido: marqué goles, el equipo jugaba para mí y todo nos salió bien en la liga. Hasta que llegó el play-off ante el Córdoba. En la ida empatamos a cero y en la vuelta, en casa, Saúl Berjón falló un penalti, y eso que no fallaba prácticamente nunca, y Raúl Bravo nos marcó de cabeza el 1-2 definitivo. Era el destino. Fue una pena, porque meses después vino el descenso administrativo a Segunda B, situación que el club todavía sigue sufriendo. No entiendo los motivos de aquella decisión, aún la está acusando. Ojalá pueda salir cuanto antes de ahí.
No han pasado tantos años de aquel play-off de ascenso. De lo que pudo ser regresar a Primera a la situación actual…
Te metes en un agujero del que es difícil salir. Fíjate lo que les ha costado al Oviedo, al Cádiz o a otros equipos importantes. Es duro para los que somos del Real Murcia, para los que sentimos esa camiseta, ver contra qué equipos juega cada semana, con todo el respeto. Por ciudad, estadio y masa social no hay comparación.
Aquel curso metiste 23 goles, de los cuales 16 fueron para adelantar al Murcia en el marcador.
Julio Velázquez apostó por mí desde el primer momento, la plantilla era mentalmente muy fuerte. Pesos pesados como Acciari o Casto nos hacían verlo así. Salió todo, tenía compañeros buenísimos. Si estoy aquí ahora es también gracias a ellos.
Jugaste 43 partidos aquel año.
Una salvajada. Pero soy un jugador al que le gusta cuidarse, no me gusta perderme nada. Si tengo molestias, antiinflamatorios para sobrellevar el dolor. Me gusta estar en el día a día con el grupo, ya sea pasándolo bien o pasándolo mal.
“Mi familia es obrera, sé perfectamente de dónde vengo y me siento muy orgulloso de que la gente me vea como un delantero currante”
Detrás de todo este cuidado físico habrá un trabajo que no se ve.
Claro. Cuidarte, descansar bien, alimentarte de forma equilibrada. Tener también la cabeza preparada para asumir que habrá momentos buenos y otros malos. Al final, somos futbolistas y pasamos por rachas de todo tipo. En ese aspecto yo soy fuerte y ojalá siga siendo así.
Al término de aquella temporada sonó tu teléfono. Aitor Karanka estaba al otro lado. Del Murcia al Middlesbrough. La aventura no pintaba nada mal.
Tenía ofertas de Primera pero el Murcia necesitaba dinero y la oferta del Middlesbrough era la que más ayudaba al club a sobrevivir. Karanka me mostró el interés que tenía en mí, me hizo ver que era un club grande que hacía poco había jugado la final de la Copa de la UEFA ante el Sevilla y que, por circunstancias, había descendido. No me disgustó la idea. Además, conocía a Aitor de las categorías inferiores de la selección, y para mí fue un auténtico privilegio conocer a esa afición, todo lo que rodea a la entidad. Le agradezco mucho a Aitor que pensara en mí para vivir esa experiencia.
Es cierto que te vas de Segunda a la Championship, pero es algo engañoso. La segunda inglesa, tanto a nivel económico como de masa social, tiene poco de categoría de plata.
Me invitaron primero a conocer las instalaciones del club y pensé: ‘¡Madre mía, dónde estoy!’. Siento orgullo de haber tomado aquella decisión. Tanto mi pareja como yo elegimos bien. Fue cosa de los dos. La afición se portó muy bien conmigo, como el club, el dueño o el propio Karanka.
Metiste diez goles en tu primera temporada.
En total fueron diez en liga, uno en la FA Cup y otro en la EFL Cup. Lo cierto es que las cosas me fueron bastante bien y eso que estaba compitiendo con Patrick Bamford y Jelle Vossen. Era una competencia sana, que hacía crecer al grupo. Cuando decidí venir al Eibar estaba bien, había anotado goles en el arranque de campeonato, pero opté por cambiar de aires.
Desde Motilla del Palancar a Wembley, el día de la final del play-off, con una plaza para la Premier en juego. ¿Uno es capaz de soñar con cosas así?
Recuerdo ver la mitad del campo de rojo del ‘Boro’ y la otra mitad del Norwich. Pensé que era una pasada poder jugar en ese campo. Cuando estás allí no eres consciente. No nos salió el partido que queríamos; en los primeros 15 minutos nos sacaron de la final. Con el paso del tiempo ves lo bonito que fue, aunque después hubo semanas duras dándole vueltas a aquel partido. El fútbol es así, también hay que saber perder e incluso eso nos vino bien para hacernos fuertes y coger energía para el siguiente año.
A mitad de ese segundo año, decides irte en el mercado invernal. El Eibar te ficha, pero la inscripción no se hace por un minuto. ¿Cómo fueron esas horas tensas en las oficinas del ‘Boro’?
Tenía ganas de volver a España. Y el Middlesbrough buscaba un traspaso, porque gracias a mi rendimiento tenía buen valor de mercado. Flipé un poco. Veía a los directivos comer pizza y pollo frito, y yo pensando: ‘¿¡Queréis mandar el transfer, por favor!?’. Fue bastante duro asumir que la operación se haría fuera de plazo. Ellos estaban encantados de cancelar el fichaje para que yo siguiera allí. En cambio, el Eibar me quería ya en enero porque en junio costaría más, y asumieron que estuviera meses sin jugar. Así que me fui a Eibar con mi familia y conocí al grupo desde fuera.
¿Cómo fue el trabajo mental de llegar a un club en el que, sin estar lesionado, no vas a poder jugar?
Fue muy duro. Entrenaba pero no podía ayudar. Medio año así, y luego el verano. De alguna manera perdí la noción de competir.
¿Crees que llegó tarde tu debut en Primera?
No recuerdo la edad que tenía pero creo que se dio en el momento preciso, porque la experiencia en la Championship había sido maravillosa. El primer año en el Eibar fue bastante bueno, nos mantuvimos en Primera con varias jornadas de margen. Fue brutal ponerme en manos de Mendilibar y conocer al resto de compañeros.
José Luis Mendilibar, un técnico que no regala nada, junto a un futbolista al que no le han regalado nada.
Al principio es duro hacerte a él. Mendi te exige muchísimo y te castiga mentalmente. Te prepara para estar al límite. Pero cuando coges su idea, cuando coges lo que realmente quiere de ti y le das lo que él busca, entonces disfrutas cada entrenamiento, cada día y cada partido con él. Haberlo conocido ha sido un regalo porque le tengo mucho cariño.
Se le ve cercano.
Sí, es campechano. Si te tiene que poner hasta arriba de insultos, lo hace [ríe]. Y cuando fallabas alguna ocasión clara o te dormías te hacía dar un par de volteretas. La Liga lo necesita de vuelta, ojalá lo veamos pronto en un banquillo.
¿A nivel futbolístico qué te pedía?
Ser fuerte en las disputas, guardar los balones, abrir a banda y acudir al remate. No es un entrenador que te exija meter goles, él te exige trabajo y si tú estás tranquilo y ayudas a los compañeros, él sabe que los goles van a llegar. En ese aspecto, te liberaba mucho.
Tu última temporada en Eibar fue magnífica a nivel personal, pero aún tendrás la herida abierta por cómo acabó.
Fue duro porque me tocó ser el capitán. Es un club al que quiero y siento mucho, los veo cada partido y sigo hablando con ellos. Sabíamos que después del confinamiento nos iba a costar. Se fueron jugadores importantes y creo que no nos reforzamos lo suficientemente bien para afrontar la temporada 20-21. Nos costó muchísimo. Soy un jugador que marca para ayudar al equipo, por lo que no me hubiera importado haberme quedado con seis o siete goles, como en otras temporadas, y que el equipo no hubiera descendido. Lo más importante siempre es el colectivo.
Desde fuera se hizo raro ver sufrir a un equipo como el Eibar.
Había jugadores que te llevaban el vestuario o los entrenamientos como Charles, Orellana, Escalante, Dani García, Capa, Rubén Peña, Joan Jordán, Lejeune, Iván Ramis, Riesgo… Todos ellos eran capitanes. Al final son jugadores importantes que vas perdiendo y eso te va mermando año a año. Se basaba todo en el grupo, en el grupo que éramos con Mendilibar, pero al final cabía la posibilidad de que un año no nos fuera a dar. Hay que dejar de pensar en que el Eibar es un milagro. Al final tienes una solvencia económica, un estadio que has construido bien, ibas a empezar a construir una ciudad deportiva y había que dejar de pensar en pequeño y pensar en mantener a muchos de esos grandes jugadores de los que te hablaba.
“Soy un tipo que se deja la vida y que siente la camiseta que lleva. Aporto mi trabajo, me lo dejo todo en el campo”
Quizá eso es lo que ha pasado aquí en Osasuna, que se lo han creído.
Eso es, aquí se lo están creyendo. Hay una plantilla fuerte, de mucho nivel, competencia, cuerpo técnico, masa social, ciudad, estadio… Osasuna está para luchar por cosas importantes cada año, sin volverse loco, pero puede hacer grandes.
Los últimos tres técnicos con los que has trabajado han sido vascos: Karanka, Mendilibar y Arrasate. ¿Qué tienen todos ellos en común y en qué dirías que se diferencian?
Aitor no se parece en nada al resto. Mendi y Jagoba, sí: ambos son intensos, de buscar la segunda jugada, entrar por banda y sacar centro, cargar el área, etc.
La decisión de fichar por Osasuna pareció bastante firme. ¿Qué te llevó a dar el paso?
Es verdad que había interés de otros clubes. Al salir gratis, era un jugador apetecible. Pero teniendo en cuenta mis características de derroche físico, y por cómo siente la afición a su club, no dudé. Lo comenté con mi pareja y mis hijos, ya que esto es decisión de todos, y me apoyaron enseguida. A pesar de estos últimos resultados ante equipos fuertes estamos haciendo un buen año, están saliendo las cosas bien. Estar aquí es un premio y sé que no me he equivocado.
¿Sientes que brillas en colectivos fuertes, como los vestuarios de Eibar y Osasuna?
Al final soy un tipo que se deja la vida y que siente la camiseta que lleva. Aporto mi trabajo, me lo dejo todo en el campo, más allá de crear ocasiones y marcar.
Aficionados y prensa te catalogan como un ‘goleador obrero’. ¿Te gusta que te identifiquen de esta manera?
Sí, claro. Es que yo soy así. Mi familia es obrera, sé perfectamente de dónde vengo y me siento muy orgulloso de que la gente me vea así.
Más allá de tu entrega, eres fino con el balón en los pies, tan solo hay que ver alguno de tus goles.
Con balón no me desenvuelvo mal. Me gusta caer a banda, asociarme, aguantar la pelota e ir al área. Lo cierto es que no me desagrada tener el balón en los pies.
Sobre el césped eres un tipo pasional. ¿En casa ves fútbol o desconectas?
Me gusta ver fútbol pero no te voy a engañar, tengo dos hijos y cada cual requiere más tiempo. Soy muy familiar, me gusta pasar el tiempo con ellos.
Ese carácter gregario, como el de los ciclistas, te debe ayudar muchísimo a la hora de hacer grupo…
Yo de estrella no tengo nada, me considero un currante más, un jugador que cuando tiene la oportunidad de jugar se deja la vida en el campo y cuando no puede hacerlo apoya a los que juegan. Hay que hacer vestuario, disfruto entrenando y compitiendo.
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Fotografías de Miguel Osés.