La ciudad de Salzburgo, históricamente conocida por su explotación de las minas de sal, se ha especializado en otro tipo de producto durante los últimos años. El ‘oro blanco’, con el que tanto prosperó en el comercio durante siglos, ha dado paso a la exportación de diamantes en bruto. Estos ya no se extraen de las minas, sino de las filas del club más poderoso de Austria: el Red Bull Salzburgo. ‘Die Roten Bullen’ (‘los toros rojos’) han dado cobijo a estrellas mundiales de la talla de Erling Haaland o Sadio Mané, además de consagrar en la élite a grandes futbolistas como Nabil Keïta, Upamecano o Marcel Sabitzer.
Como sucede en todo club vendedor, la afición ha terminado por sentirse huérfana, vacía. Una sensación que se ha ido acrecentando con cada venta. Sin la diabólica punta de velocidad de Mané o los constantes martillazos de Haaland en las porterías rivales, Salzburgo necesitaba un nuevo motivo para soñar. Y lo ha encontrado en Karim Adeyemi. Con 20 años recién cumplidos, se ha confirmado como la gran revelación no solo de la Bundesliga austríaca, donde registra 14 goles y dos asistencias en 19 partidos, sino del fútbol europeo.
La ciudad que vio nacer a Mozart baila ahora al son del joven talento germano. Veloz como un relámpago y diestro en el arte del amago -promedia 2,6 regates exitosos por partido-, las zagas rivales suelen optar por achicar espacios para intentar frenar su frenética danza. Craso error, pues Adeyemi también es letal cuando se trata de explotar espacios reducidos. Esta ambivalencia le permite volverse impredecible para sus rivales. Y si no, que le pregunten a Lopetegui, que acabó obsesionado con sus internadas dentro del área en la pasada frase de grupos de la Champions.
Adeyemi es veloz como un relámpago y letal cuando se trata de explotar espacios reducidos. Esta ambivalencia le permite volverse impredecible para sus rivales
Para los menos habituados al campeonato austríaco, la carta de presentación de Adeyemi se produjo en el Sánchez Pizjuán. En una exhibición de sus principales virtudes, el torbellino germano se convirtió en un dolor de cabeza para la zaga del Sevilla, que solo pudo pararlo a base de derribos en el área. Primero Diego Carlos, que metió el pie una vez superado. Después Jesús Navas, que empujó al delantero cuando ya le había ganado la espalda. Por último Bono, que terminó atropellándole para frustrar su regate. En un margen de apenas 25 minutos, Adeyemi generó tres penaltis a favor del Salzburgo.
A pesar de no ser especialmente corpulento -1,80 m y 67 kilos-, tampoco rehúye del contacto físico. De hecho, lo aprovecha como elemento de erosión en la zaga rival. Lo pudimos observar en su duelo particular contra Süle -1,95 m y 99 kilos- durante la ida de los octavos de final de la Champions ante el Bayern, con quien emuló el relato bíblico de David contra Goliat. El internacional germano, consciente de sus limitaciones para defender a Adeyemi en campo abierto, optó por ir al choque en las acciones defensivas. En el primer uno contra uno, terminó en el suelo.
En la faceta ofensiva, Adeyemi no comete los mismos pecados que otros delanteros de sus características. Por norma general, los futbolistas veloces, especialmente cuando comienzan a dar sus primeros pasos como profesionales, son presos de su propio frenesí. Sufren para controlar sus impulsos en los últimos metros. En este sentido, el internacional alemán come aparte. Utiliza su velocidad con un claro objetivo: llegar al área. Una vez cumplido, es capaz de decelerar, enfriar sus revoluciones y tomar la decisión correcta.
En definitiva, el RB Salzburgo ha encontrado en Karim Adeyemi a su último diamante en bruto. Una joya, eso sí, a la que todavía le quedan aspectos por pulir. Como todo jugador diferencial, en ocasiones no es capaz de encontrar un sentido coral a sus acciones. Un defecto que le ha acompañado desde pequeño cuando, debido a su ferviente admiración hacia Arjen Robben, probó fortuna en la cantera del Bayern de Múnich. “Allí [en Múnich] si un jugador se salía de la línea o no se acogía al plan, generalmente recibía poco apoyo. No creo que el club esté apostando por jugadores que tengan sus propias ideas sobre cómo atacar”, admitió el propio Adeyemi. Defecto que, aunque pueda parecer alarmante, dispone de toda una carrera para purgar.
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Fotografía de Imago.