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Karel Poborsky, rey de las asistencias de la Eurocopa

El checo ostenta el récord de máximo asistente de la Eurocopa con ocho pases de gol. Aunque Cristiano Ronaldo podría superarlo en Alemania 2024

Karel Poborsky durante un partido de la Eurocopa de 1996

Karel Poborsky grabó su nombre en la historia de la Eurocopa entre 1996 y 2004. Durante su etapa en la selección de la República Checa llegó a ser el jugador con más internacionalidades (119), algo que sólo ha superado Petr Cech (124). En sus tres participaciones rozó la gloria: llegó a la final en Inglaterra 1996 y, ocho años después, a la semifinales de Portugal 2004. Pero Poborsky también es recordado por ser, aún hoy, el máximo asistente de la historia del torneo, con ocho pases de gol. Una marca que podría superar en esta misma edición Cristiano Ronaldo, que acumula siete.

Como representante de la posición de extremo clásico, que tan pocas veces vemos hoy en día, Poborsky destacó por su gran destreza con el balón y unos cambios de ritmo con los que dejaba atrás a los defensores. También resaltaba su agudeza visual y su gran precisión en el pase. Aunque la de extremo no era la única demarcación en la que podía actuar, puesto que también lo hacía como mediocentro ofensivo, entre otras funciones. 

La carrera del ‘8’ comenzó en 1991, año en el que jugó su primer partido con el Dynamo Ceske Budejovice. Tres años después, cambió de equipo para disputar una temporada en el Viktoria Zizkov, antes de pasar a formar parte de uno de los grandes del país, el Slavia de Praga, con el que conseguiría su primer título como jugador, la liga 95-96.

Dos años después del debut de Poborsky, Checoslovaquia se separó en dos Estados independientes: la República Checa y Eslovaquia. El extremo, nacido en la ciudad de Jindrichuv Hradec, vestiría la zamarra checa. El seleccionador en aquel momento, Dusan Uhrin, no dudó en convocar al entonces jugador del Slavia para un amistoso de 1994 ante Turquía, el primero que se celebraba después de la separación de los dos países. En aquel encuentro, disputado en Estambul, Poborsky debutó con un triunfo por 1-4.

La sorpresa en la Eurocopa de 1996

El combinado checo vivió su primer gran evento futbolístico en 1996, con la celebración de la Eurocopa de Inglaterra. El reto era mayúsculo, ya que cayeron en el mismo grupo que Alemania, Italia y Rusia. Aunque en la primera jornada perdieron contra los germanos (2-0), dieron la sorpresa en la segunda, en la que consiguieron vencer a la selección italiana de Arrigo Sacchi (2-1).  Poborsky sería el asistente del primer gol que el país centroeuropeo gritaba en un gran torneo, anotado por Pavel Nedved. En el último encuentro de la fase de grupos, empataron (3-3) contra los rusos. En ese duelo, Poborsky volvería a lucirse, habilitando a Suchoparek para que adelantara a Chequia en el marcador. Con cuatro puntos, los checos se metieron en cuartos como segundos de grupo.

En la siguiente ronda les esperaba un coloso europeo, una Portugal que contaba con jugadores como Luís Figo o Rui Costa. El encuentro lo decidiría el propio Poborsky, esta vez como goleador, con uno de los tantos del campeonato, de esos que quedan en el recuerdo de todos los aficionados. El extremo vio al portero luso, Vitor Baía, alejarse de los tres palos y definió desde la frontal como a él le gustaba, con más calidad que potencia: elevó el balón por encima de la cabeza del meta, con una bonita ‘cuchara’ que acabó en la red y dio a República Checa el pase a las semifinales (1-0). “Fue lo más fácil de hacer. Casi lo hago demasiado bien”, afirmó Poborsky con ironía años después, al recordar ese tanto. 

Los checos se midieron a Francia en las semifinales, en un partido que acabaría 0-0 (prórroga incluida) y que se definió en la tanda de penaltis. Se llevarían el pase a la siguiente ronda después de que el meta Petr Kouba detuviera la pena máxima decisiva al francés Reynald Pedros. Emulaban así a la Checoslovaquia de 1976, que también fue finalista de la Euro. En aquella final, sin embargo, tan sólo actuarían tres jugadores checos; uno de ellos, Antonin Panenka, ejecutor del penalti decisivo en la tanda de la final, ante Alemania Occidental. En el recuerdo quedaría la forma en la que lanzó desde los once metros, elevando la pelota con un toque sutil y engañando al portero Sepp Maier, que se lanzaría al lado derecho de la portería.

En 1996, en la final también esperaban los alemanes, con los que ya habían coincidido en la fase de grupos. Los checos se adelantaron en el marcador después de que Matthias Sammer le hiciera una dura entrada a Poborsky dentro del área. El penalti lo transformó Patrik Berger. Pero los germanos empataron y llevaron el duelo al tiempo extra, en el que acabaron ganando gracias a un ‘gol de oro’ anotado por Oliver Bierhoff (2-1). Poborsky, que fue designado Jugador del Partido en la final pese a la cruel derrota de su equipo, acabaría como máximo asistente del torneo, con tres pases de gol, empatado con el francés Youri Djorkaeff. Del mismo modo, formó parte del once ideal del torneo. Aquel verano, también dio el salto a la élite a nivel de clubes, con su fichaje por el Manchester United.

De rozar la gloria… al fracaso

Después de rozar la gloria en 1996, se clasificó también para la siguiente edición, que se celebraba en Bélgica y Países Bajos en el 2000. La República Checa llegaba con una plantilla más consolidada, aunque su paso por la competición tan sólo duraría tres partidos. 

La selección checa quedó encasillada en el Grupo D, junto a Francia, Países Bajos y Dinamarca. En la primera jornada del torneo se vieron las caras con los neerlandeses, ante los que perdieron en los últimos minutos, después de que Frank de Boer anotara un penalti en el minuto 89 (1-0). En el segundo encuentro, se toparon con Francia. Poborsky anotó un penalti ponía las tablas en el marcador. Aunque no fue suficiente, ya que Djorkaeff sentenció el partido con el segundo gol francés (1-2). En el último partido, Chequia se enfrentaría a Dinamarca. Los checos se llevaron la victoria por 2-0, y Poborsky volvió a ser determinante, con uno de los pases de gol del partido. A pesar de la victoria, el combinado checo no pudo acceder a cuartos. 

La redención de 2004

En 2004, Poborsky, que ya había regresado a su país (Sparta de Praga) tras su paso por el Benfica y la Lazio, jugaría la que sería su tercera y última Eurocopa. La sede, ese año, era Portugal. Con 32 años, el futbolista no disponía de la velocidad con la que dejaba atrás a los defensas en las ediciones anteriores, pero supo adaptarse con gran facilidad gracias a su inteligencia. República Checa estaba encuadrada en un grupo con Letonia, Países Bajos, y, de nuevo, Alemania. Ante los bálticos, que debutaban en el certamen, los checos se llevaron la victoria por 2-1, en un partido en el que Poborsky de nuevo daría uno de los pases de gol. Repitió en el siguiente encuentro contra la ‘Oranje‘, en el que puso un tanto en bandeja a Vladimír Smicer, en la acción que completaba la remontada de su selección, que levantó un 2-0 para vencer por 2-3. En el último partido, Chequia apeó del torneo a los germanos, para completar un esperanzador pleno de triunfos.

En la siguiente ronda, golearon a Dinamarca (3-0), en un encuentro en el que Poborsky sacaría a relucir su calidad con dos asistencias más. La primera de ellas, a Jan Koller, a la salida de un córner, que pondría el primero en el electrónico. Minutos después, un pase entre líneas a Milan Baros, que anotaría con clase el segundo. Volvían a las semis ocho años después. Enfrente tendrían a la otra revelación del torneo, Grecia, que había eliminado a la vigente campeona, Francia, en los cuartos de final. Con Poborsky de nuevo como titular, la República Checa se quedó esta vez con la miel en los labios. Los griegos se llevaron el billete a la final con un cabezazo de Traianos Dellas en el añadido de la primera parte de la prórroga, una diana que, debido a la norma del ‘gol de plata’, sentenciaba el partido (1-0).

Poborsky acabaría su tercera Eurocopa con cuatro asistencias en su cuenta particular, por delante de jugadores de la talla de Arjen Robben, que terminó con tres pases de gol. Se sumaban a las otras cuatro que había cosechado en las ediciones anteriores. Dos décadas después, su marca todavía perdura. Y así seguirá, a no ser que el hombre récord de esta competición, Cristiano Ronaldo, termine haciéndose también con ese registro.


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Fotografía de Getty Images.