Este artículo, perteneciente a la sección ‘El último cromo’, está extraído del #Panenka114, que se consigue aquí
En esa época, ni siquiera él había oído hablar de resiliencia, pero su ejemplo podría servir para definir el concepto. En 1994, Iván Luis Zamorano empezaba su tercer curso como delantero del Real Madrid. Venía de un buen año en el que rozó el Trofeo Pichichi y de otro no tan bueno, así que el nuevo entrenador, Jorge Valdano, lo tuvo fácil para decirle que sobraba. Acababan de aterrizar Redondo y Laudrup, Dubovsky apuntaba a titular y Zamorano pasaba a ser el cuarto extranjero (a Amavisca le sucedió lo mismo, sin el agravante de la extranjería).
Con lo que no contaba Valdano era con la resiliencia de Zamorano, chileno tozudo, currante y pasional, que se aferró al equipo como león hambriento a cervatillo. En el primer entrenamiento de pretemporada, Valdano jugó el partidillo y recibió una dura entrada de Zamorano. Desde el suelo, el míster le encaró. “Che, boludo, ¿vos siempre entrenás así, o solo cuando odias a tu entrenador?”. “Yo siempre entreno así. Y más, cuando odio a mi entrenador”, le respondió. Ahí Valdano supo que ya tenía delantero centro. El Madrid ganó aquella Liga agarrado a los goles de Zamorano -ya apodado ‘Bam Bam’- y a las asistencias de Amavisca: a ambos les unió una amistad forjada por un ‘no’ convertido en ‘sí’.
Excelente cabeceador y furioso rematador, Zamorano se abrió paso en el fútbol europeo poco a poco: tras despuntar en el Cobresal de su país aterrizó en un gris equipo suizo, el Saint Gallen, para firmar en 1990 por el Sevilla. En el verano de 1992 estaba en la boda de su hermana cuando le llamaron de urgencia. Era Alberto Toldrá, su representante. “Deja todo lo que estés haciendo. Acabo de cerrar tu fichaje por el Madrid. Viajas esta noche para firmar el contrato”. La fiesta fue doble -matrimonio y fichaje- y el reto, monumental, porque se trataba de sustituir a un tal Hugo Sánchez con el ‘9’ a la espalda. Su dorsal fue su fetiche, al punto de que cuando tuvo que cedérselo a Ronaldo en el Inter, jugó con el 1+8 en la camiseta. Se retiró abruptamente en 2003, cuando le cayó una sanción de 16 partidos por una discusión con un árbitro en un partido con el Colo-Colo.
‘Bam Bam’ no ha perdido la sonrisa ni mucho menos la cabeza que tanta gloria le dio como futbolista: vive en Miami, suele comentar partidos en la televisión y es dueño de un potente grupo empresarial llamado Del Inca que abarca una ciudad deportiva, una fundación y una universidad.